Ian Anderson repasó la historia de Jethro Tull combinando nostalgia y calidad interpretativa el domingo en el Auditorio Fundación Astengo. Ante una muy buena cantidad de espectadores, Anderson y su banda concretaron un recorrido histórico que los fanáticos recibieron con admiración y euforia.
La ambientación previa al show, con sonidos de aves y aires de campo ya predisponían al disfrute y dotaban la escena de calma y serenidad. El repertorio, que contó con 18 temas, fue dividido en dos partes. "Living In The Past" y "Nothing Is Easy" fueron las primeras canciones en sonar, dos clásicos de la época fundacional del rock progresivo de la cual Jethro Tull es considerado actor fundamental.
La banda sonó potente, respetando la idea estética conocida, con un notable trabajo técnico que le permitió a Anderson tocar y desplazarse permanentemente por el escenario, además de sostener su típica forma de tocar la flauta traversa apoyado en una sola pierna.
Después de saludar al público rosarino, el músico anunció "Heavy Horses", un tema con aires campestres que compartió vocalmente con los músicos. En "Thick As A Brick", pasó del formato acústico al eléctrico, ensayó una danza ritual e hizo que la termine el público que demostró ser conocedor de la obra de Jethro.
En "Banker Bets", donde se destacó el guitarrista Florian Opahle, Anderson lanzó un discurso crítico sobre el dinero e impuso sonidos del rock actual. Además, el admirador de Bach y Mozart, se acercó en algunos tramos de su historia a la estética barroca y medieval cruzándolas con el rock. De esa idea, rescató "Bouree" (de Bach), recibiendo una ovación en el final donde improvisó un scat en simultáneo con el toque de traversa.
Reunió la crudeza del hard rock con el bálsamo de la balada rockera en "Farm On The Freeway", mostrando el contraste campo ciudad, otra constante de su discurso. Las últimas del primer tramo del show fueron "Too Old To Rock"N Roll" y "Songs From The Wood", instalado en el estilo folk rock.
Con histrionismo y actitud de showman, encaró la segunda parte del show con "Sweet Dream" y volvió a mixturar música clásica y rock con "Pastime With Good Company". Completó el tramo con la oscura "Fruits of Frankenfield".
En "Dharma For One", de 1967, las luces apuntaron al baterista Scott Hammond que tuvo su turno para el lucimiento. También de fines de los 60, rescató "A New Day Yesterday" y sumó algunos acordes con armónica.
En uno de los momentos finales, Anderson presentó con vehemencia al guitarrista y pidió atención para él. El gran Opahle volvió a destacarse en solitario en ""Toccata and Fugue", con Ian reverenciándolo arrodillado en el final. En "Aqualung", el álbum editado en 1971, Jethro Tull toca cuestiones religiosas y personales de Anderson. Con "My God" y "Aqualung", dos temas de este disco, logró conmover y consiguió el estallido de los fanáticos. Los efectos técnicos aportaron las últimas imágenes reflejando situaciones de pobreza, otra de las preocupaciones de Anderson.
Para el esperado bis, eligió "Locomotive Breath", una que no podía faltar, también de "Aqualung" y, pese a los intensos reclamos, ya no regresó. Con "The best of Jethro Tull", en este fantástico concierto, Anderson demostró la capacidad de reunir todo el abanico rítmico que ofrece la música universal desde los 70 hasta hoy.