Vale poco caer en el lugar común de decir "ufa, otra versión más de un disco de Los Beatles". Lo bueno es hacer memoria y recordar qué escuchábamos cuando comenzó a girar "Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band". Lo primero que hay que contemplar es el corrimiento de la fecha exacta del lanzamiento. En la Argentina de finales del 60 todo llegaba con delay, y al disco del "Sargento Piper", como decíamos en mi barrio de calle Iriondo, lo descubrimos mucho más adelante. Es más, ya los 70 pisaban fuerte, teníamos cien granitos en la cara, la libido cotizaba en alza y cada uno la peleaba como podía para definir su yo. Todo era búsqueda. Y en ese mar de preguntas, en el que nadábamos en las aguas del rock y de la naciente cultura pop, aparece un disco con una tapa repleta de figuras, conocidas y no tanto. Algunas de la ciencia, como Einstein, otras de la música, como Bob Dylan, y también el Tarzán de Johnny Weissmüller, Marlon Brando, Tony Curtis, Marilyn Monroe, los Beatles reales y los de cera, más el guiño literario de Lewis Carroll, Oscar Wilde y Edgar Allan Poe, y cómo no citar a Karl Marx. Las canciones del disco se encargaron de justificar esa tapa. Porque confluía el misterio hindú del sonido de "Within You Without You" con ese aire bailable de "When I'm Sixty-Four" más la melancolía de "A Day in the Life" y esa belleza llamada "Lucy in the Sky with Diamonds". El rock, el pop y las orquestaciones sinfónicas convivían en un mismo universo. La señorita Música nos sedujo y abrió el camino para que exploten nuestros sentidos. Por eso cada día esperamos que nazca otro "Sargento Piper".