La directora israelí Miya Hatav le reveló a escenario el costado autobiográfico del filme estrenado esta semana
Por Pedro Squillaci
La directora israelí Miya Hatav le reveló a escenario el costado autobiográfico del filme estrenado esta semana
"El amor lo puede todo" es una frase real o también de una publicidad televisiva. Y más cuando hay una diferencia religiosa. Sobre esta problemática gira "Entre dos mundos", que se estrenó esta semana en Rosario, en la que la directora Miya Hatav saca a la luz una trama en donde se expone la compleja vinculación entre las relaciones afectivas y la fe. "De acuerdo a mis creencias, sólo el amor puede traer paz", dijo la directora israelí a Escenario, quien confesó el tono autobiográfico que tiene su ópera prima.
El filme, que estuvo en la selección oficial de los festivales de Locarno, Busan, Other Israel y Haifa, plantea la historia de Bina, una mujer religiosa de Jerusalén, quien luego de muchos años se reencontrará en una sala de hospital con su hijo Oliel, de 25 años, quien fue gravemente herido en un ataque terrorista.
Allí mismo Bina conocerá a Amal, una joven que aparentemente cuida a otro interno y con quien entablará un vínculo basado en fortalecerse mutuamente, mientras esperan que sus seres queridos mejoren. Sin embargo, Oli esconde a sus padres un gran secreto que puede cambiar sus sentimientos y pensamientos para siempre, ya que entre él y esa joven, que es de nacionalidad árabe, hay una relación amorosa.
—¿Qué te movilizó a hacer una película sobre el conflicto cultural y religioso árabe-israelí?
—Siendo una persona que creció en la tierra de Israel en una familia judía religiosa, la distancia entre árabes y judíos es abismal. La educación es muy liberal y las historias de amor entre ambos son bastante raras.
—¿El amor es capaz de acercar las distancias entre dos mundos, aunque aparentemente parezcan tan lejanas e irreconciliables?
—Aquí en Israel no es muy común, pero a veces sucede. De acuerdo a mis creencias, sólo el amor puede traer paz. Vivo en una ciudad en la cual judíos y árabes viven juntos y muchos de mis amigos son árabes, musulmanes y cristianos.
—"El alma elige a los padres" es la frase emblemática de la película. ¿"Entre dos mundos" demuestra que, al menos en esta historia, pasa todo lo contrario?
—Al salir de mi adolescencia decidí alejarme de la religión y salí a explorar el mundo nuevamente. Allí me enamoré de un muchacho no judío que vivía en Israel y se lo presenté a mis padres. Ellos se entusiasmaron y se enamoraron de él. Pero mantuvimos en secreto el dato de que no era judío y elegí el amor de ellos por él, sin que supiesen este detalle.
—Esa referencia autobiográfica inspiró entonces tu ópera prima.
—Claro, allí comencé a escribir "Entre dos mundos" y traté de examinar la situación en la cual mis padres pudiesen descubrir que mi ser amado no era judío. ¿Lo querrían de la misma manera como la habían querido sin saber este detalle?
—¿Cuál es tu próxima película?¿Mantendrá esta temática o elegiste algo totalmente distinto?
—En este momento estoy escribiendo un guión llamado "Hadiya", que es una película que habla sobre la reencarnación a través de los Druze en Israel y transcurre entre Jordania y Siria. Esta es la historia de una niña que recuerda su previa encarnación y los hijos que tuvo. Así es que madre e hija van en un viaje después de su última encarnación y en ese camino descubren lo que realmente les faltaba en su mundo.