La vida de Lebón es una novela, y de lo más intensa. En los años 70 dejó su marca en Pappo's Blues, La Pesada del Rock and Roll, Color Humano, Pescado Rabioso y, por supuesto, en Serú Girán, lo que le dio estatus de leyenda. Como solista editó 15 discos, y fue protagonista y testigo privilegiado de cuatro décadas de rock. De visita en Rosario, anticipando su recital, el músico que compuso joyas como "Esperando nacer", "Parado en el medio de la vida" y "Encuentro con el diablo", habló con Escenario del amor que lo salvó, su difícil batalla contra el alcohol y las drogas y el recuerdo permanente de Spinetta.
—¿Por qué pasaron siete años para que saliera el disco? ¿Cómo es tu relación con las discográficas?
—En mi caso pasaron siete años, pero hay músicos que demoran más (risas). Algunos tardan diez años, y los Divididos también tardaron mucho en editar. Hubo una época en que los músicos estábamos muy tontos y pensábamos que podíamos hacer todo: cantar, producir, tocar y vender el disco. Y tampoco había gente como la que hay ahora en las compañías. Fue muy hermoso lo que me pasó con Sony y este disco. Si yo a los 64 años voy a pedir un préstamo al banco no me lo dan. En cambio Sony, sin que hubiera ningún papel de por medio, me abrió las puertas. Mi mujer es manager de Marcela Morelo y yo la acompañaba a la compañía (Sony) y conocía a la gente de ahí. Un día, charlando y haciendo bromas, les mostré una canción mía y les encantó. Y enseguida se dieron las cosas. Normalmente uno se imagina que ellos priorizan a los que más venden, pero el respeto es otra cosa. Yo en la compañía me siento muy respetado.
—El título "Encuentro supremo" tiene un aire espiritual. Y en el librito del CD vos agradecés especialmente a Prem Rawat, tu maestro hindú, y a tu mujer, Patricia. ¿Cuánto tienen que ver ellos con este disco?
—Prem Rawat influyó mucho en mí como persona. El me enseñó que todo sucede adentro tuyo en realidad. No hay que tener miedo, porque esto es una gran ilusión que algún día se va a terminar. Yo fui monaguillo durante cuatro años y no me agradó mucho lo que vi ni lo que viví, porque no sentí nada. Con Rawat sí siento mucho, porque hay una práctica previa, de una hora, con cuatro técnicas. El no te da nada, sino que te revela algo que es tuyo y vos simplemente lo olvidaste. Mi mujer tuvo que ver con el disco y con mi vida también. Yo estaba solo, estaba haciendo macanas, estaba tomando mucho alcohol, hasta que la conocí a ella. Mis amigos me dicen "Doctor Love", porque a mí me encanta dar amor. Sé lo que viene cuando das. Y no lo hago como un negocio, sino que realmente me acostumbré. Antes lo hacía como un negocio, para ver si funcionaba (risas).
—En el final del disco hacés una versión orquestada de "Laura va". De entre tantos temas de Spinetta, ¿por qué decidiste versionar ese?
—Porque recuerdo perfectamente cuando fui a ver a Almendra al teatro Coliseo a las diez de la mañana. Ese día también tocaba Manal y abría Tanguito con un par de canciones. Yo me aluciné con la imagen de Luis. Lo veía a él, no los veía a los otros. Luis era una raza aparte. En la música encontramos hermanos, gente con la que conectamos enseguida. Recuerdo que Luis se me acercó, me escuchó tocar un día y nos hicimos muy amigos. El siempre venía a casa con Emilio Del Guercio, con Héctor Starc, con Pappo, y la pasábamos rebien. No había celos, no había una cosa competitiva... Y ya me fui por las ramas (risas). "Laura va" me parece un tema hermoso. A mí me encantaba la poesía de Luis. El leía mucha literatura. Yo en cambio no leía nada. Lo único que leía era el Patoruzú y todo tipo de escrituras religiosas, libros prohibidos por los católicos (risas). Me fascina esa parte de "Laura va" que dice: "La valija pesa y él la ayuda a entrar. Y la llena de besos y el sol también". Pero ese "él" no aparece antes en la canción. ¿Quién será él? ¡Siempre te queda esa duda! ¡¿Quién será ese maravilloso señor que la ayuda y que la ama?! Adoro esa letra.
—En una entrevista reciente afirmaste: "Siento que Spinetta es mi ángel". ¿En qué sentido lo decías?
—Yo siento que él está siempre al lado mío. Cuando mi papá y mi mamá me decían "nos vas a llevar en tu corazón", bueno, eso es verdad, eso existe. Y el lugar del corazón es el alma. Cuando escucho un tema de él siento algo que está alrededor que me llena de amor y de tranquilidad. La vez pasada canté esta versión de "Laura va" con la orquesta y me quebré. Me acuerdo de él y me quiebro siempre. Recuerdo que cuando cantaba "Laura va" levanté la vista y vi que la gente de las primeras filas también estaba emocionada. Y eso pasaba porque Luis estaba ahí presente. Yo puedo ser muy emotivo con mis temas, pero no creo que llegue a lograr que diez filas enteras estén emocionadas.
—Vos reconociste hace poco que tuviste que dejar el alcohol y las drogas. Y también que sufriste ataques de pánico. ¿Cómo fue ese proceso, cómo lo superaste?
—Mirá, con los ataques de pánico sigo, pero me estoy tratando. Gracias a Dios mi corazón y mi cabeza se fueron más para el lado del arte que del sufrimiento. Yo soy una persona hipersensible: puedo ver a un chico llorando en la calle y me largo a llorar. Y también soy muy feliz, soy las dos cosas al mango. Con respecto a las drogas la historia es larga: cuando yo empecé a tocar no tomaba nada, era muy chico, pero después apareció la marihuana en Estados Unidos, probamos, y claro, vos te quedabas en una nota colgado y sonaba increíble. Era un sonido nuevo para mi mente. Quedabas extasiado. Era bueno porque te abría la mente para componer. Después empezaron a entrar otros tipos de drogas que no eran las más indicadas, como el LSD y la cocaína, que ni hablar. En mi época la cocaína que probábamos era muy buena, no era lo que están vendiendo ahora, que es veneno. Además la cocaína no era de convidarse, era una cosa muy para uso personal, como el rapé. Yo tomé muy poco de joven, pero después tuve un tiempo en el que tomé mucho, y encima lo junté con el alcohol. En ese tiempo, como no tenía ningún conflicto con lo que estaba haciendo, no me sentía mal. El tema es cuando aparece el conflicto, cuando decís "uy, mañana tengo que ir a trabajar y no puedo quedarme sin dormir esta noche", o cuando decís "uy, mañana vienen mis hijos a verme y no puedo tomar alcohol". Yo tengo un nieto con síndrome de Down. Y a veces pasaba que él venía a visitarme y yo estaba completamente duro con la cocaína y no podía ni levantarlo upa. Estaba hecho un estúpido total. Pero bueno, ahí está la persona que me salvó (y señaló a su mujer). Yo fui a un psiquiatra, pero no era mi amigo ni nada. El sólo me dio clonazepam y otras pastillas para mi pánico. Yo soy claustrofóbico desde muy chiquito, pero de ahí al pánico es otra cosa. Yo no salía de mi casa porque tenía miedo de quedar encerrado en el ascensor. Era horrible. Pero gracias a Dios, a mi mujer y a mí mismo pude superar todo eso. Es muy difícil dejar la cocaína y el alcohol, muy difícil. Por suerte no tuve la necesidad de internarme, lo hice solo, y eso me hizo sentir muy fuerte. Pero no se lo recomiendo a nadie. A nadie. Si quieren tomar un poco de vino, un poco de whisky, en alguna fiesta, está bien. Pero de lo otro te tenés que olvidar, porque vas al hospital directamente.
—En este último tiempo también empezaste a trabajar con una foniatra. ¿Sentiste que habías perdido la voz?
—No, no había perdido la voz, pero me había olvidado cómo cantar. Yo cantaba igual, y lo hice durante años, pero no lo estaba haciendo correctamente. Encontré muchos errores. Y la que me los señaló fue Andrea Camacho, la foniatra, que es una divina. Yo le digo "la profe sex", porque es muy bonita (risas). Ella me enseñó a cantar otra vez y empecé a llegar a notas que había perdido por miedo, empecé a llegar a algunos agudos. Yo trabajaba desde el estómago, y ella me enseñó a trabajar desde la garganta, desde la parte superior. Ahora, si dejo de ir un mes a la foniatra, me agarra flema y me siento mal. Siempre que tengo que cantar ella viene un rato antes y hacemos ejercicios. Entonces salgo al escenario y me siento el mejor cantante del mundo (risas).
—¿Cómo recordás, con la perspectiva que te dan los años, la década del setenta?
—Musicalmente los setenta fueron maravillosos, pero en lo social fueron muy densos. Te metían en cana por llevar el pelo largo, te decían "puto" todo el tiempo. Y después se puso mucho peor con la dictadura. Yo al principio no creía que te pudieran matar por ser distinto. Igual a mí me secuestraron en el 76 y me hicieron de todo lo que te puedas imaginar. Yo les decía que era ridículo, porque yo cantaba canciones de amor. Y te respondían: "Vos sos el opio para el pueblo, dejá de hablar del gurú...". Gracias a Dios yo salí bien y me encontraron. A partir de ahí le perdí el miedo a la ley, no a la ley en sí, pero sí al maltrato y al ninguneo de la autoridad.
—¿Te arrepentís de alguna etapa de tu vida?
—Varias cositas, no sé si te las podría decir (risas). Una fue una pareja, que no la quiero nombrar pero todos se la van a imaginar... Ese fue mi único error grave, pero no me di cuenta. Estaba con plata, en Punta del Este, me ilusioné, me creía que era Brad Pitt y me metí con lo peor.
—Sacaste un nuevo disco y seguís tocando. Formaste una familia con cinco hijos y siete nietos. ¿Cómo vivís este presente, a los 64 años?
—Tener esta familia es fantástico. Mi viejo murió a los 42, y mi vieja también falleció joven. Yo me quedé con mis dos hermanas, que están vivas gracias a Dios. Ahora tengo unos hijos maravillosos y unos nietos más maravillosos todavía. Siento que estoy como con un ángel al lado, que puede ser Luis (Spinetta) o puede ser mi mamá. No lo sé. Además me siento muy querido por mis colegas. Hace poco La Beriso me invitó a tocar y me gustó la experiencia, y me encantó además volver a tocar en River. Creo que la gente siente mucho respeto por mí, más allá de con qué banda me suba a tocar. Todos me invitan: (Andrés) Ciro, Charly, Fito. Soy como el invitado oficial (risas). Y cuando salgo al escenario hay mucho aplauso y mucho amor. Con la vejez me estoy dando cuenta lo buena que está mi vida.
"Charly odia el dolor, pero no sabe cómo manejarlo"
Pocas personas conocen a Charly García como David Lebón, su ex compañero en Serú Girán. El guitarrista dijo que estuvo muy cerca de todo el proceso del último CD de Charly, "Random", que se editó este año. "El disco me encantó", aseguró. "Charly lo hizo en su cama, con sus pads, como le gusta a él. Lo mezcló él, la foto la sacó él y listo. Sony editó el disco y lo distribuye. Ahora él está en la cama como siempre, tranquilo, y está muy contento con su disco. Yo también estoy feliz con ese álbum, porque lo que ves es el renacimiento de un tipo que tiene muchas ganas", relató. Lebón reveló que García "estaba con miedo" de hacer un disco. "El quería volver a estar bien con la voz y mostrar lo que es, que es un genio. Charly es un tipo muy inteligente y tiene letras increíbles, muy bellas. El canta: «Cada vez que trates de matar quizás estés matando a quien te trata». Esas no son frases célebres, son cosas que a él le han pasado. Hay amigos que le han fallado. El se metió en esa lucha donde iba y rompía cosas, y ante eso todos éramos unos cagones, inclusive yo. Pero él lo hacía para demostrar que todavía estaba vivo, de que había rock y que había que decir la verdad. Al final es como que se venció a él mismo, porque es como agarrar un dedo con los otros cuatro y terminás eliminando toda la mano", reflexionó. Como conclusión, el cantante afirmó: "Charly es brillante. El problema es que odia el dolor, como todo el mundo, pero no sabe bien cómo manejarlo".