El arte del stand up se ha convertido en la vedette de la grilla de espectáculos de estos tiempos por diferentes razones. Entre ellas, por herencia de la TV a través del actor norteamericano Jerry Seinfeld; porque le permite a los intérpretes despojarse de vestuario y escenografía; porque, debido a eso, se trata de un espectáculo barato que no precisa de despliegue espacial (con un buen micrófono es suficiente); porque parece ad-hoc para bares y otros ámbitos donde no es necesario hacer silencio ni clavarse en la butaca (como en el teatro posta); por la explosión de la oferta de shows en lugares no tradicionales; porque ha apuntado a un público joven con un lenguaje poco académico, e incluyendo, de este modo, a quienes antes no pisaban un teatro; y hasta porque funciona casi como una terapia mental (sin psicólogos a la mano) para quienes lo practican.
En ese contexto y desde 2013, la banda de stand up Falando du Dorapa se para frente a su público con la intención, claro, de hacer reír, pero con la convicción de que la experiencia y la experimentación serán claves para la sobrevivencia o no de la agrupación.
Entre todos. Cada uno de sus integrantes ha trabajado individual y luego grupalmente un guión que está especialmente atado a las características físicas, psicológicas y simbólicas de ellos mismos. De allí que el grupo se autodenomina banda, ya que los textos finales son como canciones que han recibido el aporte de todos.
Con el mazo dando. Por eso Sebastián Solohaga avanza con un set de humor negro en el que, obviamente, él es el blanco de todos los chistes. Reírse de un defecto físico termina siendo reparador para una platea sorprendida por una crueldad que se contrapone a su evidente timidez.
Adriana Jaworski nada tiene de vergonzosa y su speech está teñido de los avatares de la edad y la convivencia, siempre atravesado por una crítica a los modelos establecidos de la sexualidad. Se la nota más asentada en el métier y más a gusto en esto de enfrentar al monstruo.
Simpática y de gran presencia escénica, quizá la formación docente de Marian Domínguez tenga gran incidencia en su performance. Es quien mejor feedback tiene con la gente y, en su continua arenga a la participación, despelleja sus fantasías de acabar lo más pronto posible con su soltería.
Finalmente, Ángel Fernández se la toma con los problemas provenientes de una eventual fealdad y, guitarra en mano y con la complicidad del público, inventa canciones despertando el asombro y, por supuesto, las carcajadas de sus ocasionales secuaces.
Con un guión bastante sólido, una buena conexión con el público, sinceros y hasta humildes en su propuesta, laboriosos, con el valor de trabajar en equipo pero sin perder la individualidad, la banda Falando du Dorapa derrocha encanto y un humor casi sin altibajos que festejará cuatro años el próximo 24 de septiembre. Será una buena ocasión para que, evocando la saludable y reparadora intencionalidad del stand up, ellos sigan riéndose de sí mismos, y a la par, los demás mortales podamos hacer lo mismo.