Al identificarlo con sus largas rastas por la calle le gritan "Dridmarái" y él, con cierta timidez, saluda con un gesto cordial, se acomoda su gorra gigante y sigue su camino.
Por Pedro Squillaci
Al identificarlo con sus largas rastas por la calle le gritan "Dridmarái" y él, con cierta timidez, saluda con un gesto cordial, se acomoda su gorra gigante y sigue su camino.
Mariano Castro, de él se trata, es la voz y el alma de Dread Mar I, el grupo de reggae que hoy llega a la ciudad para presentar "10 años".
El show comenzará a las 22 en Club Brown (avenida Francia y Brown), con una previa de lujo a cargo de Mamita Peyote, tras lo cual subirá a escena la misma banda que deslumbró a propios y extraños en el Planetario porteño en septiembre pasado.
De ese encuentro nació el CD y DVD que reúne lo mejor de la discografía del grupo, con clásicos como "Tu sin mí", "Nada" y el bonus track "Hoja en blanco", que es un vallenato adaptado a la cadencia jamaiquina.
El hombre de las rastas largas dice que siempre graba lo que le gusta pero también lo que sabe que va a "poder defender"; afirma que trata de "sumar y no de restar"; que disfruta cantar en contra de los poderosos, pero no de los partidos políticos porque se identifica como un "chabón apolítico".
Y asegura que no se ve fuera de su grupo de reggae, pero que no dudaría en cantar, como invitado, algún tema de folclore, una ranchera o un rock. "Trato de ser más abierto", dice Castro, y sigue su camino, una vez más.
"Soy un poco de escaparle a las notas, porque siempre fui un poco vago, o no vago, sino que no encuentro interesante lo que pueda llegar a decir, es muy loco, pero es así", afirma en el arranque del diálogo con Escenario.
Todavía está sorprendido por la respuesta que tienen sus canciones, cuyas letras van de lo eminentemente romántico a mensajes contestatarios hacia el poder político y económico mundial.
Y más allá de las creencias de cada uno, sus fans responden al unísono también cundo Castro le agradece en sus canciones a Jah, que es como se lo llama a Dios en la cultura rastafari: "La verdad es que cuando empecé a cantar esas canciones quedaba impactado con la respuesta de la gente, porque es algo bastante personal. Pero si escuchás reggae es muy común que se hable de eso, y cuando la gente empezó a investigar un poco vio que Jah es la abreviación de Jehová, y estamos hablando todos de lo mismo, estamos hablando de un solo Dios".
Y amplió: "Las religiones son ramificaciones, la gente se ve reflejada y lo lleva para su culto, lo lleva para Cristo, lo lleva para Buda, lo lleva para quien quiera. Yo le estoy hablando a Dios y Dios es universal".
"De qué me vas a hablar" y "Promesas", temas muy celebrados en este material en vivo, expresan un malestar claro hacia la perversidad del poder. "Yo le hablo a los líderes del mundo, no le hablo a la gente que está trabajando para ver si pueden cambiar las cosas. Veo que hay cinco o siete familias que son la dueñas del mundo y se juntan una vez al año para decidir qué va a pasar. La gente no está instruida y no sabe lo que pasa, no conoce a los Illuminati, no conoce a los masones. Le podés echar la culpa al que tenés delante de tu nariz pero ellos responden a los que manejan todo de verdad. Les canto a esa gente y no a un partido político argentino", indicó.
Para Mariano Castro es "un prejuicio" pensar que el reggae suena todo igual, como rezan los detractores del género. "Si vos te ponés a pensar, el rock también puede sonar todo igual y el garage también, ¿y qué tiene que ver eso? Está el que toca de una forma y el que escribe de otra y la canción te cautiva o no, así funcionó siempre", destacó el músico que en sus inicios fue corista de Los Cafres.
"Los primeros discos de los Stones suenan muy igual y están rebuenos -agregó- inclusive los Beatles también y las 1500 bandas beatle que salieron después también sonaban igual. Una canción es una canción y a la gente le gusta o no le gusta, ése es el filtro y es lo que pasa, sea el género que sea".
Lejos de los tiempos en que había que remarla para llenar un teatro, Dread Mar I surfea la ola reggae y disfruta el momento: "Hoy el género gana premios y hasta tenemos un rubro en Capif (N de la R: se refiere a la cámara de producciones discográficas que distingue con los Premios Gardel). Antes tocábamos todas las bandas de reggae más fuertes juntas en un teatro para 400 personas, metíamos 100 y teníamos que juntar plata para pagar el sonido. Hoy, gracias a bandas como Los Cafres, Mensajeros, Nuevas Raíces, Riddim, Dancing Mood, Resistencia Suburbana, que lucharon tanto por el género que amamos, la gente elige el reggae. Es un sueño hecho realidad".