Después de más de veinte años de su formación y con dos discos previos, la banda rosarina Inercia presenta oficialmente "Todo vien", hoy, a las 22, en el Galpón de la Música (Estévez Boero 980). El álbum sucede a "Respirar" (2006) y "Rock para imaginar" (2011). Federico Sylvestre, líder del grupo, aseguró que este trabajo marca un "quiebre" con respecto a la etapa anterior e intenta transmitir un mensaje ambicioso: pensar en el destino del mundo y las responsabilidades personales, siempre al ritmo del rock. Completan la banda Juan Altolaguirre, Manuel Sánchez Rubio, Fernando Altolaguirre, Lisandro Pinchetti y Fernando Scandolo.
—¿Cuál es el concepto del disco?
—El inicio de este ciclo fue en diciembre del año pasado con el tercer video de la saga apocalíptica, que es el concepto del disco: el mundo atraviesa un apocalipsis, el humano es culpable de ese apocalipsis y como todo apocalipsis en algún momento tiene que terminar. Lo que hace el personaje nuestro es cruzar la barrera del apocalipsis con su corazón escondido en un maletín. Así lo que sobrevive es la bondad. Si hay un reinicio de este ciclo, se llega a través del amor, y no a través de la violencia como parece que iniciamos todo. La idea después es sacar una saga posapocalíptica, algo que también queda claramente planteado en la gráfica del disco.
—Ese mensaje es muy claro en "Todo bien". ¿Qué te llevó a esa reflexión?
—Hay un quiebre en nosotros y en mi forma de escribir con respecto a discos anteriores donde se hablaba de amor, de experiencias personales, fundamentalmente basadas en la vida y en lo que uno vive de cerca. En este caso hay una visión mundial y empezamos a ver qué está pasando en Europa, en Asia, y uno ve que está todo bien, pero está mal. En todos lados está esta puja de la violencia por tratar de triunfar. Parecería que en todos lados triunfa la violencia y cada vez nos sumergimos más en un mundo que está distraído, permanentemente viendo las cosas graves que pasan y que tienen que ver con lo ambiental y lo genético. Nuestros genes están cada vez peores gracias a los desastres alimenticios, hemos perdido la batalla hasta en eso. Empecé a tener una visión global.
—¿Es un abordaje de la problemática más ecologista que ideológico?
—En realidad no es un extremo naturista, pero lo es en el sentido de que somos una raza animal, vivimos en este mundo y nos hemos convertido en una raza que se se salió de esa parte. Esto dicho en el sentido de que tenemos que ser civilizados y respetarnos y respetar a nuestro planeta. Buscar la forma de no reventar sus recursos, de agotar sus reservas minerales, de consumir todo y exprimirlo en todo sentido y tratar de acomodar las cosas. Somos una raza que se desbordó.
—¿Qué cambios concretos puede producir una canción?
—Hoy en día, y más viniendo de una banda que no somos de llegada masiva, creo que el mensaje tiene que ser más completo. Por eso el tema de asociarlo a videos, a una idea, a un concepto, como si fuese una minipeliculita, un corto, y de esa forma se puede concientizar un poco. Lo hicimos medio tragicómico para que no sea tan chocante, pero está bueno que de a poco pueda llegar a más oídos. El objetivo es concientizar un poco, cuidemos un poquito más todo, más respetuosos con nosotros y con el lugar donde vivimos.
—"El tiempo sabe más", además de una canción sobre el amor, ¿podría interpretarse como una respuesta a la idea de "Todo bien"?
—Totalmente, porque esa letra cuando la escribí por ahí estaba relacionada al amor y algo por el estilo, y después le empecé a dar un giro porque estaba hablando del tiempo, y el tiempo es muy superior al amor en el sentido groso. En realidad es un concepto ambiguo, podés decir que el tiempo no existe, que es algo que se vive, y que no existe ni pasado ni presente, sino el ahora. Yo soy médico, y en una nota que hice le dediqué esta canción a una chica joven que tiene cáncer. Lo que le estoy diciendo es no te apresures, dale tiempo, porque podemos resolver este problema, lo que tenemos que tener es fe, pero no una fe religiosa, una fe de que realmente te podés curar, porque eso a una persona, darle vuelta la carga, hacerla positiva, la cambia. Y volví al sanatorio y esa chica se fue de alta. Logré cambiarle el humor, que era lo que le hacía falta. De hecho estamos preparando un video de ese tema. Ibamos a hacer algo sencillo de rock de banda, y dijimos, pará, vamos a complicárnosla, y le estamos dando una vuelta interesante.
—¿Se puede decir que, de alguna manera, la música puede curar?
—Totalmente, y estoy muy contento con este trabajo nuevo porque por primera vez puedo asociar mi trabajo y mi pasión por mi profesión con mi otra pasión que es la música y la escritura. "Arriba el infierno" describe una residencia de un médico. Ahí escribí lo que sentía cuando era un médico residente de cirugía pero se puede globalizar y hablar de todo. La música te da esa posibilidad, podemos estar diciendo estamos hechos mierda, pero lo hacés con una música agradable y el mensaje no te revienta tanto la cabeza.