A diferencia de otras referencias mediáticas del PRO que ocupan cargos sin tener antecedentes linkeados con la política, el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, proviene del análisis político. Es, además, historiador y economista.
Por Mauricio Maronna
A diferencia de otras referencias mediáticas del PRO que ocupan cargos sin tener antecedentes linkeados con la política, el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, proviene del análisis político. Es, además, historiador y economista.
"Uno no deja nunca de ser periodista. Lo que yo hice es suspender el ejercicio profesional, pero no descarto volver. Hoy estoy comprometido y me siento orgulloso de esta responsabilidad que me dio la gente. Mi objetivo es que Tres de Febrero esté mucho mejor cuando yo me vaya que cuando empecé. Si se puede hacer en cuatro años mejor, y si no será en ocho años. Trabajo para ser partícipe de una nueva política en la provincia de Buenos Aires. Tenemos que renovar prácticas y formas de gobernar en el Gran Buenos Aires; acá vive el 30 por ciento de la población del país", dice Valenzuela a La Capital.
Valenzuela le ganó las elecciones en 2015 a todo un ícono de los barones del conurbano bonaerense: Hugo Curto. El periodista intendente revela con asombro que cuando asumió la Intendencia diariamente lo esperaban 200 personas para pedirle trabajo en persona, una práctica habitual durante las gestiones de Curto, que fueron muchas: gobernó durante 24 años.
—¿Cómo son las sensaciones tras un año de gestión, teniendo en cuenta que viene de un ámbito diferente como el del periodismo?
—Confirmé en la gestión diario mi decisión vocacional de ingresar a la política. De 20 años en el periodismo, casi como un intelectual de la historia, como columnista, siempre en el mundo de las ideas, tenía como una pulsión de involucrarme en la gestión pública, la administración. Me decidí y lo hice: trabajé en la ciudad de Buenos Aires, lancé mi candidatura en Tres de Febrero y hoy estoy feliz. Un municipio tiene una gran capacidad transformadora, y yo pude cumplir el sueño. Me viene muy bien mi capacidad de periodista y analista político a la hora de escuchar los reclamos de los vecinos. Ahora tengo herramientas para transformar la realidad.
—¿Al momento de asumir, no se preguntó qué hago acá?
—A los cuatro días de haber asumido pedí visitar el jardín de infantes que se encontraba en peores condiciones, en Fuerte Apache, y era un desastre, se caían hasta los techos. Volví y reuní a las autoridades del área y les dije: "Muchachos todo esto tiene que estar arreglado en el verano". Y así fue, transformador. La gestión municipal es la más cercana al vecino, y es puro contacto cotidiano con la gente. Estoy feliz y orgulloso, porque no solamente podíamos ganar una elección, sino gobernar bien. Esto es simple, el impuesto que paga la gente debe volver en servicios y obras.
—Desde el periodismo y la política se habló mucho de los barones del conurbano, y usted derrotó a un ícono de eso: Hugo Curto. ¿Qué le dejó?
—Era una Municipalidad estancada, con un orden económico básico, pero sin gestión, sin equipo, sin gabinete con objetivos y sin roles. Abajo del municipio había una especie de feria: el gestor, el puntero, el tramitólogo. Esos reemplazaban al Estado y se hacían de recursos. Saqué a los punteros, a los tramitólogos y ahora la gente no necesita que alguien le haga un favor. Después de 24 años del mismo gobierno estamos demostrando que se puede gobernar de otra manera. Acá, a la madrugada, había antes 200 personas que querían ver al intendente para pedirle trabajo. Eso se canaliza institucionalmente.
—¿Cómo es el trabajo con las manzaneras?
—Trabajo sin prejuicios. Soy muy amplio, creo en la avenida ancha. Tengo una identidad de Cambiemos pero con una impronta personal del centroprogresismo, creo en el Estado presente. Me encontré con las mujeres que venían de la época de las manzaneras, casi 200, muy conocedoras de su barrio y conocedoras del termómetro social. Las convoco, me reúno con ellas, se sorprenden de que un intendente las atienda. Curto no las atendía. Trabajamos en conjunto. Esto no es reivindicar la política de Duhalde sino poner en valor a un grupo de mujeres que ayudan a llegar a los más humildes.
—¿Cómo analiza la gestión de Vidal en una provincia tan compleja?
—María Eugenia representa muy bien la etapa que buscan los bonaerenses. Es un par, no es alguien que grita ni habla desde el estrado. Ella se anima a desafiar la política tradicional. La gente intuye, se da cuenta, que está reclamando lo que la provincia merece. Tiene una manera diferente de trabajar, es una vecina con un rol importante. Le estamos dado recursos a lo que con Scioli era sólo marketing. Los hospitales están en estado de derrumbe, pero querían agregar más para cortar cintas. Vidal dice que hay que arreglar los que están.
—Muchos dicen que la gestión de Vidal es una gigantesca operación de marketing y se mofan, por ejemplo, de la viralización de la imagen de la gobernadora comiendo en McDonald's.
—Empieza a haber gestión. Acá hay una lógica burocrática que hace que transcurran entre 15 y 16 meses entre decidir una obra y comenzar a hacerla. Nosotros ya empezamos a poner en marcha esas obras. Y tenemos gestos de cercanía con la gente. No es marketing, a veces me dicen: "Che, está Vidal tomando un café en Ciudad Jardín". Es su estilo, ir a un café, hacer una reunioncita de trabajo e interactuar con el vecino. Hacemos eso, tratamos de estar al lado del vecino. Vamos a tener una provincia de progreso, no una en la que el gobernador siempre está mangueando al presidente.
—¿Le preocupa que a casi 12 meses de la asunción del gobierno nacional la economía siga sin arrancar?
—Me preocupa y me ocupa. Algunos quieren tomar un atajo. Como economista e historiador recuerdo que las salidas que se hicieron con un tipo de cambio alto fueron en contra del laburante. A mayor tipo de cambio, menor salario real. No es la salida acelerar la devaluación. El gobierno está sentando las bases de una recuperación que está tardando algo más de lo que muchos queríamos, pero se va a dar en 2017. El año próximo habrá mayor consumo, obra pública, y eso permitirá tonificar la economía. Un ejemplo es el de los jubilados. Van a tener dos ajustes de movilidad el año que viene, de acuerdo a la inflación pasada más alta. Y van a tener la plata de la reparación histórica. Y eso será puro consumo, porque el jubilado la gasta.
—¿Hay un clima social tranquilo en el conurbano?
—Hay un clima social tranquilo en un marco de necesidades. Desde los municipios hacemos todo lo que puede llevar alivio a los sectores más vulnerables. Ejemplo: fui el primero que puse un subsidio de tarifas a clubes y sociedades de fomento. Estamos llevando mercados a los barrios, con mercadería a precio del Mercado Central. Tenemos políticas sociales muy activas en los barrios. Puede pasar que existan sectores políticos que quieran aprovechar la necesidad para intranquilizar en fin de año. Pero convivo con intendentes del peronismo, y nadie está pensando en desestabilizar.
—A Santa Fe llegaron muy pocos agentes federales; en Rosario ni se los ve. Se dice que la mayoría fue destinada a la provincia de Buenos Aires.
—Yo estoy reclamando por la llegada de gendarmes y recién ahora están llegando por el acuerdo entre el presidente y la gobernadora. Cuando yo asumí en Tres de Febrero no había ni Secretaría de Seguridad, ahora estamos haciendo inversiones en cámaras, destacamentos, personal. Necesitamos mayor presencia federal, y el desembarco ya empezó.