La mitad de las familias identifica puntos de venta o tráficos de drogas en su cuadra, manzana o barrio, según el informe Fragilidad social por venta de drogas y adicciones severas en áreas urbanas, publicado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) que comprende las diversas regiones del país y que revela un gran incremento en el consumo de sustancias ilegales.
El informe dado a conocer ayer además señala que el incremento más intenso en el registro de venta de drogas en el barrio ha ocurrido en los vecindarios de nivel socioeconómico bajo o vulnerable, donde entre 2010 y 2015 la venta de drogas sufrió un incremento del 64 por ciento, mientras que para los hogares radicados en villas o asentamientos registró algo más del 50 por ciento.
El estudio también subraya que en la mayoría de las familias donde al menos uno de sus integrantes presenta alguna adicción severa, el hogar no buscó ningún tipo de ayuda profesional.
Los datos fueron relevados a través de la Encuesta de la deuda social argentina (Edsa), que relevó 5.683 hogares por cada año entre 2010 y 2015 en aglomerados urbanos de más de 80.000 habitantes.
A lo largo del período, la venta de drogas en el barrio tuvo un incremento de casi 17 puntos porcentuales, lo que implica una suba superior al 50 por ciento en 5 años.
En 2015, el 47 por ciento de los hogares declaraba que en el barrio donde se localiza su vivienda existe venta de drogas ilegales. Los valores en el registro de venta de drogas son más altos en las regiones urbanas de mayor concentración de población: el área metropolitana de Buenos Aires (de 28,6 en 2010 a 44,9 en 2015), la región pampeana (de 35,8 en 2010 a 52,9 en 2015), el noreste del país (de 23,6 en 2010 a 48,2 en 2015), y el noroeste argentino (de 31,4 en 2010 a 48,9 en 2015).
Dentro de la muestra del área metropolitana de Buenos Aires también se marcó un fuerte crecimiento del registro de venta de drogas en el conurbano bonaerense, donde la estadística saltó de 28,2 en 2010 a 48,4 en 2015.
Respecto de 2010, se observó un aumento en el registro de venta de drogas en el barrio en todos los espacios residenciales, aunque la incidencia sigue siendo mucho mayor en los asentamientos informales y en los barrios de sectores populares y clases medias bajas.
Pese a que la mayor incidencia tiene lugar en villas o asentamientos precarios, el incremento más intenso ha ocurrido en los barrios de nivel socioeconómico bajo o vulnerable, donde entre 2010 y 2015 el registro de venta de drogas sufrió un incremento del 64 por ciento, mientras que para los hogares radicados en villas o asentamientos registró algo más del 50.
Al cotejar la evolución de esta actividad ilegal a lo largo del período analizado también se distingue que el incremento del registro, en términos proporcionales, resulta mayor en aquellos barrios donde hay presencia policial (69 por ciento) que donde no la hay (59 por ciento).
En el 3,4 por ciento de los hogares urbanos de la Argentina se mencionan adicciones severas, el alcoholismo es la adicción con mayor presencia mientras que el consumo de drogas ilegales es una problemática que afecta al 2 por ciento de las familias.
Estudiando los diversos sistemas urbanos pueden observarse perfiles de adicción distintos en cuanto al alcohol y a las drogas; en el área metropolitana de Buenos Aires hay una mayor problemática asociada a las drogas, especialmente en el Conurbano Bonaerense, en tanto que en el norte argentino es sobresaliente el alcoholismo.
El informe asegura que en la mayoría de los hogares donde al menos uno de sus integrantes registra alguna adicción severa, el hogar no buscó ningún tipo de ayuda profesional.
Entre los jóvenes encuestados el 43,7 por ciento consumió alguna droga ilegal alguna vez, el 27,3 por ciento lo hizo durante el último año, y el 22,1 por ciento durante el último mes.
Al igual que en el caso de consumo de alcohol, los varones presentan mayor prevalencia que las mujeres para todas las categorías y períodos.
Sorprendentemente, los varones más jóvenes presentan mayores niveles de consumo que sus pares más grandes, donde la edad promedio de inicio de consumo es de 15,5 años.
Si se considera la edad de inicio según quienes consumieron en el último mes distintas sustancias se encuentra que entre aquellos jóvenes que consumieron marihuana la edad promedio en que probó alguna droga es de 15,4 años, mientras que entre los que consumieron cocaína en promedio probaron alguna droga por primera vez a los 14,5 años, y entre los consumidores de pasta base o "paco" probaron a los 14,1 años.