Me tocó conocer a Badía desde dos lugares distintos, uno como músico y otro como periodista. Corría 1988 y yo era el baterista de la banda de Caio Viale. Veníamos de editar un vinilo y justo nos invitan a participar en “Badía & Cía”.
Por Pedro Squillaci
Me tocó conocer a Badía desde dos lugares distintos, uno como músico y otro como periodista. Corría 1988 y yo era el baterista de la banda de Caio Viale. Veníamos de editar un vinilo y justo nos invitan a participar en “Badía & Cía”.
Me acuerdo que ese día el estudio de Canal 13 estaba convulsionado. Es que ese sábado tocaba nada menos que el Flaco Spinetta. Nosotros estábamos en otra, queríamos tocar lo nuestro y que nos vaya bien.
Todos estábamos re nerviosos, pero si algo ayudó para que tocáramos la nota justa y no se caiga ningún palillo en vivo, fue la buena predisposición de Badía. Nos trató como si fuésemos los Rolling Stones, nos felicitó al aire y fuera del aire, y nos fuimos con la alegría de haber tocado en uno de los programas históricos de la televisión argentina.
La anécdota triste fue que el programa completo se vio por cable, cuando no todos tenían cable, y nadie reparó en grabarlo, por ende jamás tuve en mi poder el video de ese show de la banda.
Veinte años después me toca hacerle un reportaje a Badía para este diario. Estaba feliz porque volvía a la tevé, en Canal 7, con “Badía en concierto”, un programa que tenía la esencia de aquel “Badía & Cía”, que era la de convocar a músicos de distinto palo para ofrecer shows en vivo. Como me había quedado la espina clavada de aquel video que nunca tuve, le pedí que me ayude a conseguirlo: “Venite a casa o hablá con Marisa (la hermana) que ella tiene todos los tapes. Le sacás una copia y te lo llevás”, me dijo. Obvio que nunca fui. Pero me quedó para siempre la actitud frontal de un tipo que nunca la jugó de estrella.