Azarosamente, la Curva de la Muerte de Pérez se ha convertido en una especie de panóptico, en donde no vemos las instituciones de control social, sino más bien de poder económico sobre el territorio. En un solo punto, la mirada enlaza mojones que rememoran gran parte de la historia económica del país, expresión del capitalismo mundial y de los actores que, en pos de lograr la mayor tasa de ganancias, determinaron, más para mal que para bien, el destino de todos los argentinos. Zona de cañadas, no apta para la siembra, es uno de los pocos lugares en que puede observarse el campo poblado de vacas, rememorando la Argentina ganadera que dejó el primer símbolo histórico y jerárquico de la ciudad: la estancia del Doctor José Roque Pérez. Este tipo de iniciativas productivas fueron el motor del modelo agro-exportador que marcó una asimetría social entre terratenientes privilegiados y gauchos pobres (excluidos y obsoletos), al tiempo que dio paso a una Argentina multicultural bajo los parámetros del liberalismo decimonónico. Allí nomás —y complementando el párrafo anterior— las vías que atraviesan la curva y el monte de eucalipto que circunda el Club Mitre, son baluartes del accionar del capital inglés que subordino y limitó el desarrollo económico argentino, fomentando una relación cuasi-colonial; pero también creó un patrimonio ferroviario —y deportivo— invaluable que se nacionalizó en 1948 y convirtió en orgullo del movimiento obrero nacional, en símbolo del crecimiento industrial que fomentaron Perón, Frondizi e Illia, entre otros. A lo lejos se distinguen, como "torres de cristal" (que convierten a Rosario y sus barrios históricos en un escenario secundario de lujo) los complejos de megaedificios, construidos durante la etapa kirchnnerista que, en el fondo, reflejan la gran victoria neoliberal y menemista. Complejos de lujo, construidos en la mayoría de los casos con los excedentes producidos por el capital (y la especulación) financiero, coronan la victoria de la "Rosario turística y (pos) moderna", sobre los escombros de la Rosario industrial, portuaria, de clase media y obrera. Por momentos, parecen, el "hacha de carnicero" que corta al medio a la "Chicago argentina", utilizando una metáfora que Marshall Berman, bien supo resaltar en su obra clásica: "Todo lo sólido se desvanece en el aire". Finalmente, también imponente, la nueva acería de capitales brasileños que se está construyendo. Expresión del capitalismo multipolar que se forjó después del año 2008, nos plantea el dilema y la pregunta es a qué Brasil viene a representar: ¿El imperio que intentó expandir sus fronteras por medio de la fuerza entre los siglos XVII y XIX (sobre los territorios castellanos y rioplatenses) sublimando ahora con el manto invisible que otorga el poder económico? ¿O el Brasil del siglo XXI, motor del Mercosur como proyecto y estrategia que fortalezca la región sudamericana, concretando los sueños de San Martín y Bolívar, de G. Vargas y Perón? Pregunta compleja que no estoy capacitado para responder, me hago eco y tomo prestado el título de una obra liberaría del país vecino: "el tiempo y el viento" lo dirán.