Hace bien Gerardo Martino en tomar distancia del triunfalismo y no dejarse arrastrar por la tentación que significó la gran victoria del miércoles pasado ante Atlético Mineiro en el Coloso. El Tata conoce tanto el paño que no necesita que nadie le explique que la ventaja del 2 a 0 invita a la esperanza, pero de ninguna manera Newell’s ya tiene los dos pies en la final de la Libertadores. Es que a esta batalla copera todavía le falta un capítulo y definir una serie en Brasil contra un rival de la talla futbolística de Atlético Mineiro es, cuanto menos, escalar el Everest para cualquier equipo argentino, incluido este Newell’s de reconocidas virtudes colectivas. Esta visión de la previa no busca minimizar las reales posibilidades rojinegras, apenas pinta el cuadro de situación con el que seguramente se topará Newell’s en la caldera del estadio Independencia. No hay que ser un entendido en fútbol para imaginar que Mineiro buscará de entrada demostrar que ni por asomo es el equipo invisible que pasó por Rosario siendo zamarreado como un muñeco de trapo por Maxi Rodríguez, Scocco y compañía. En su cancha, con su gente y en su ciudad intentará pegar un golpe en la mesa para darle forma al sueño de lograr por primera vez en su historia la Copa Libertadores. En cambio, a Newell’s sólo le falta culminar su obra.