Ya no me da culpa no leer los libros de principio a fin. A veces me compro libros y los leo de a partes, párrafos, capítulos, algún cuento. No me acecha el fantasma de esa estupidez que nos inculcaron en la escuela de que hay que leer los libros desde el principio y terminarlos haciendo así de la lectura una condena y no una satisfacción. Por eso la gente no puede leer. Se aleja de los libros. Parecería que para leer tienen que hacer una ceremonia de silencio y paz. Leer debe ser un placer. Leer lo que se nos da la gana, cuando se nos da la gana, en el colectivo, en el baño, en la cocina mientras de fondo está Tinelli, o mientras los chicos gritan en la pieza. Hay que relajarse. Nos podemos pasar la vida buscando el momento ideal para leer y entonces leer en 40 años cinco libros. O podemos leer a pesar de todo. Sí, sí, aunque no entendamos todo, aunque por momentos nos desconcentremos, aunque nos disparemos hacia cualquier pensamiento porque tengo la certeza de que si leemos algo que nos importa nos dejará sí o sí esa frase que buscamos, que nos alivia, que nos hace seguir pensando y buscando. Mi patria son mis hijos y mi biblioteca, dijo Roberto Bolaño.