El reclamo de Justicia que ayer realizaron los amigos y allegados a las dos nenas que fallecieron absurdamente aquel fatídico 10 de agosto en el International Park no fue masivo.
Por Diego Veiga
El reclamo de Justicia que ayer realizaron los amigos y allegados a las dos nenas que fallecieron absurdamente aquel fatídico 10 de agosto en el International Park no fue masivo.
Sus muertes no dispararon grandes gestos de solidaridad, recitales ni reconocimientos públicos.
Por estas muertes no hubo marchas ni grandes pancartas.
Ellas no vivían a metros de un emblemático bulevar de Rosario, sino a más de 200 kilómetros: en Rafaela. Y además eran humildes. Tal vez en esos dos aspectos radique parte de la escasa convocatoria a su reclamo.
Quienes las conocieron dejaron un cartel en la entrada de un predio en donde todo parece indicar que los controles no eran los más rigurosos. Eso lo deberá determinar la Justicia. Mientras tanto, la hora de escuchar las respuestas políticas está llegando.
Un mes después de la tragedia el oficialismo tuvo que aceptar que los funcionarios con responsabilidad directa en las áreas de Inspección y Concesiones municipales concurran al Concejo a explicar de qué modo controlaban ese predio. Será dentro de quince días.
Hace dos semanas que el arco opositor venía solicitando sus presencias.
No se trata de un circo mediático, como alguien lo definió. Simplemente se trata de escuchar la palabra de quienes tienen responsabilidad directa en las áreas de control. La gravedad del caso sin dudas amerita sus presencias en el ámbito legislativo.