En 1997, Michael Foale era un astronauta británico de la Agencia Espacial de Estados Unidos, Nasa, que había entrenado durante más de un año en Rusia para una misión a bordo de la estación espacial Mir junto a dos cosmonautas rusos. Pero esa formación no lo preparó para la crisis que vivió el 25 de junio de ese año, cuando una nave de carga no tripulada chocó contra la nave orbital.
Foale y sus colegas rusos, el comandante Vasili Tsibliyev y el ingeniero de vuelo Aleksandr (Sasha) Lazutkin, tenían minutos para salvar sus vidas. La calma, improvisación y un poco de fortuna evitaron el desastre.
La Mir fue lanzada en 1986, como parte del programa espacial de Rusia que fue pionero en la permanencia prolongada de los humanos en el espacio. Cuando Foale llegó a la estación rusa en 1997, ésta ya estaba mostrando sus años. Unos meses antes de su arribo, las instalaciones habían sido afectadas por un incendio potencialmente catastrófico.
"Dos cosas te impresionaban cuando abrías la compuerta para entrar a la Mir", dijo Foale a la BBC. "La primera era el olor, similar al de un garaje aceitoso, tal vez un poco de humedad, ciertamente había moho allí". La otra era el desorden y la estrechez en la estación. El astronauta describió su entrada como "penetrar en el esófago de una persona".
La Mir era abastecida cada dos meses por la nave de carga no tripulada Progress. Se acoplaba automáticamente mediante una tecnología de guía construida en Ucrania hasta que los cortes presupuestarios por la caída de la Unión Soviética forzaron el abandono de ese sistema y obligaron a la tripulación a guiar el acople manualmente.
El 25 de junio de 1997, el comandante Tsibliyev y Lazutkin intentaban dirigir la nave de carga que pesaba unas siete toneladas mediante un sistema de radio, mirando en una pequeña pantalla el punto de vista de la cámara de la Progress.
"Cuando veo la pantalla de Vasili, me doy cuenta que la orientación es completamente incorrecta para que un acople apropiado tenga lugar", relató Foale. De pronto Sasha le gritó: "¡Michael, módulo de escape!". Se refería a la cápsula Soyuz que estaba acoplada a la estación y era su único salvavidas."Entendí, por la urgencia con que habló, que me decía «¡vete allá y sálvate!»", reveló.
Cuando se fue flotando en dirección de Soyuz, sintió toda la estación sacudirse y empezar a girar de forma incontrolada. La nave de carga se había estrellado contra los paneles solares de uno de los módulos principales, el Spektr. El impacto rajó el casco del módulo produciendo un rápido escape de aire. La presión interna empezó a caer y el oxígeno disminuía. "Las bocinas de emergencia empiezan a sonar cuando hay un escape. Sentí mis oídos reventar", explicó Foale.
Si no reaccionaban en menos de 30 minutos perderían el conocimiento. Sasha Lazutkin empezó a desconectar los cables del módulo Spektr y buscar algo grande para colocar en la ruptura del casco. Encontró una compuerta que, al colocarla, quedó succionada en el lugar. Pero la estación seguía dando vueltas descontroladas, habían perdido toda la energía eléctrica y las baterías se estaban agotando. No funcionaban los ventiladores ni el sistema de retiro de dióxido de carbono ni el de regeneración de oxígeno. "La estación estaba completamente muerta", recordó Foale.
A la tripulación les tomó unas seis horas estabilizar la situación. Frenaron la rotación disparando los cohetes del Soyuz. Pero la maniobra fue de una importancia crucial porque no podían usar mucho combustible en caso de que necesitaran a la Soyuz para escapar de la Mir y volver a la Tierra.
"Después de eso, de manera espectacular, entramos a la luz del sol y, de repente, se empezaron a encender los ventiladores, las luces y le dije a Vasili «¡Lo logramos!»". Sin embargo, el daño a la Mir dejó la estación prácticamente inoperable durante un mes. "Apenas podía sostener nuestras vidas, nada más".
Finalmente, la Nasa envió un trasbordador en octubre para regresar a Michael Foale a tierra. "A medida que nos alejábamos de la estación, la miré y pensé, «no me molestaría si jamás la volviese a ver»". Los rusos enviaron una nueva tripulación a Mir para hacer reparaciones.
La estación permaneció otros tres años en servicio, antes de que Rusia permitiera que cayera de órbita y se quemara en la atmósfera el 23 de marzo de 2001.