— Rosario ingresa en un período de complejidad narcodelicitiva a fines de los '90 y principios del 2000, cuando había pandillas con características embrionarias y fueron creciendo, evolucionando y mutando, no sólo en su estética sino en su actividad delictiva al compás de la globalización del narcotráfico.
— ¿Dónde crecen esos grupos?
— Fundamentalmente en la periferia, un lugar que fue un gran cultivo y semillero de marginalidad que nada tiene que ver con la pobreza. La marginalidad no tiene los códigos y el instinto de crecer y superarse para educar a sus hijos. El pobre quiere que su plan social sea un complemento y la variable el trabajo; el marginal quiere que el plan social sea su trabajo y el complemento la venta de drogas.
— Usted dice que a más policías más delitos. Acá se convocaron fuerzas nacionales y se habla de más policías en la calle.
— Cuando digo a más policías mayor delito, me refiero a lo que pasa dentro de la fuerza. Está el mal ejemplo de Buenos Aires, que incorporó 20 mil policías a una fuerza totalmente estragada. Lo único que hizo fue generar más delitos porque no se configuró una fuerza nueva sino un brazo armado de segunda, orgánico a lo existente. Hay buenos agentes, pero algunos reportes indican que unos mil no pasan el examen psiquiátrico. En el caso de la llegada de las fuerzas federales el tema es distinto. No es que vaya a ser mejor o peor. Todo va a depender de la reacción de la policía provincial, que puede sentirse ninguneada y afectada no sólo en su ego sino en su capacidad operativa e investigativa. Evidentemente, si se necesitó de ésto es porque la policía provincial fue deficitaria en la lucha contra la inseguridad y el narcotráfico. Lo más sano es que las fuerzas federales puedan articular con la policía provincial para crear un clima de seguridad real y no parches.
— ¿Se perdió mucho tiempo?
— Se perdieron décadas. El proceso del narcotráfico en Argentina viene desde mediados de los '70. En los '80 éramos un país de tránsito. En los '90 aparecen organizaciones criminales y Argentina presentaba las condiciones para que anclaran aquí. Entonces empezamos a ver la conformación de pandillas. En los 2000, con la crisis política, social y económica y el alto nivel de desempleo se genera una mano de obra que no encontró dónde ir. Y la creación de planes sociales sin trabajo fue nefasta porque fue la variable, no el complemento del trabajo. Con esa crisis se produce un primer quiebre del tejido social y mutación del delito. Pasamos a un estado embrionario en materia de narcocriminalidad. El segundo quiebre se produce en 2010, con la mutación al narcocrimen. Y el punto de inflexión con el manejo de la efedrina, entre 2007 y 2008, cuando se consolidan las relaciones con cárteles de México. Entonces la Argentina es elegida y se deja elegir para abrir el mercado de diseño de drogas. La tercera mutación se produce este año con un tejido social desintegrado y la lógica extorsiva.
— ¿Qué sería esa lógica?
— Tiene que ver con los cambios de políticas y el choque de decisiones. La decisión de dar lucha al narcotráfico a nivel nacional después de quince años y de circunscribirnos a decir que somos meramente un país de tránsito y la decisión del narcotráfico de no querer ceder el territorio. Si me diste un sector corrupto de la policía, territorio, marginalidad y connivencia ¿qué me vas a dar ahora para que me vaya? En ese choque se van plantando muertos. Es lo que le pasa en Buenos Aires a la gobernadora María Eugenia Vidal, que no recibe valijas del narcotráfico y le plantan cadáveres. Y en Rosario pasa lo mismo. La cosecha de cadáveres por lógica extorsiva es por el freno al narco.
— ¿En qué pudo complicar que Santa Fe no adhiera a la ley de narcomenudeo que rige desde 2005?
— Yo incentivo a todas las provincias a que adhieran a esa ley. Si cada provincia lo hiciera se podrían crear bancos regionales de datos que a aporten a la Nación, y que desde allí se establezcan políticas. El tema es que durante años Santa Fe no hizo nada porque se fío en que el narcotráfico es un delito federal. Pero si vos ves que tu provincia está sometida por el narcotráfico y el control ya no está en la policía sino en el narco, algo tenés que hacer.
— ¿Qué habló con Lifschitz?
— Yo siempre fui crítica de la gestión en la provincia. Le di al gobernador mi visión de Santa Fe y el diagnóstico nacional. El es seguidor de mi trabajo y me pareció muy positivo el encuentro. (El ministro de Seguridad) Maximiliano Pullaro visitó la fuerza antinarco de Córdoba, que depende del fiscal general Alejandro Moyano, y a partir de eso surgió la invitación para charlar sobre el tema. Es un debate que se inicia y es sano que se haga.
— Nombró a la policía como un sector de poder en connivencia con el delito. ¿Cuáles son los otros?
— El poder político, el económico, el empresariado. No es tan fácil lavar dinero si no hay vínculos con la economía legal. Y la Justicia por supuesto. Lo que hace que el narcotráfico se consagre son el culto a la impunidad, el cultivo de la marginalidad y la jactancia de la anomia.
— Se habla de más policías, más gendarmes pero no de lo social.
— Esto debe ser un trabajo integral. Un plan de lucha contra la inseguridad y contra el narcotráfico tiene que estar atravesado por el desarrollo humano integral. Los planes contra la inseguridad y el narcotráfico tienen un punto de convergencia que es crear un clima de seguridad desde el desarrollo humano, con trabajo, salud, educación y vivienda. Hay que entender que la droga genera violencia y, como enfermedad, es la base del delito.
— ¿Cómo se ataca el problema?
— No hay que anunciar tanto lo que se va a hacer. El búnker que tuvo su auge con niños como soldados se fue desdibujando y pasó a ser un punto de venta con delivery. Cambió de acuerdo al tipo de persecución. Vamos a seguir vendiendo y matando pero nos vamos a mover. Sigue habiendo búnkers. Puede ser una verdulería, un quiosco o lo que yo llamo «hogar tergiversado». Cuando la casa es el punto de venta de droga, la cocina, el lugar de acopio. Y en la misma mesa donde los niños meriendan o hacen los deberes, se corta cocaína, se arman porros o se cuenta el dinero y tenés un arma de fuego. Es la socialización primaria del niño con la droga y no con la educación, y a partir de allí es un viaje de ida que no tiene retorno sin desarrollo humano integral.
Sobre las "narcomaras"
La socióloga Laura Etcharren tomó como estudio de su libro editado en 2009 el fenómeno de Las Maras, grupos de pandillas delictivas muy violentas que se desarrollaron en países de Centroamérica. Sostiene que ese fenómeno en Argentina no crece de la misma forma, sino con fusión y particularidades locales. Y las denomina "Narcomaras", que mutan al crimen organizado según la globalización y las vertientes del narcotráfico. Dice que importaron algunas conductas de los cárteles de México o Colombia, pero tienen vida propia. Segun su teoría, el fenómeno se presentaba como un conflicto emergente de la pobreza y la marginalidad. Encontrar en la pandilla un grupo de pertenencia, un poder colectivo que individualmente no se tenía. Una forma de presentarse ante el mundo a través de una construcción subjetiva que no fue entendida, en su momento, por muchos investigadores y por muchos políticos que forjaron, por omisión y negación, una estructura de poder.
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El Paraná. Una de las vías por las cuales ingresa la droga al país.
"La provincia de Santa Fe tiene toda la costa del río Paraná tomada por el narco"
Según la socióloga y especialista en seguridad, por esa vía llega el 55% de la droga al territorio santafesino. El resto lo hace por tierra y aire.
"A la provincia de Santa Fe el 55 % de la droga ingresa por las vías fluviales", sostuvo la socióloga Laura Etcharren en otra parte del diálogo con La Capital. La asesora de los gobiernos de Buenos Aires y Córdoba en materia de seguridad y narcocriminalidad explicó que "el resto de la droga llega por tierra y muy poco por el tránsito aéreo", a diferencia de lo que ocurrió en otras épocas.
Al respecto, Etcharren explicó que "cuando uno dice que un 10 %, llega por vía aérea, es mucho también por las grandes cantidades de droga que se mueven. En los aviones no sólo hay drogas, sino dinero que se trae de otros países para lavar acá". Y al referirse al movimiento terrestre, dijo que "si bien preocupan los corredores de las rutas 34 (que lleva al noroeste del país) y 9 (como corredor panaméricano), es fundamental ver las rutas 11 (que lleva a Paraguay) y la ruta 1 que atraviesa la costa santafesina porque vienen desde el noreste, que es una zona neurálgica donde operan entre otras organizaciones, algunos cárteles mexicanos".
La socióloga se refirió así a la triple frontera (Argentina, Brasil y Paraguay), dónde, según dice, "convergen dos proyectos de poder: el narcotráfico y el terrorismo. Hay células de Hezbolá y Al Qaeda que hacen operaciones de inteligencia y en algunos casos ofician de vasos comunicante del narcotráfico que pasa por la Argentina y necesita llegar a Europa o Africa".
Volviendo a la realidad provincial, Etcharren dice que "Santa Fe tiene todo el río tomado por el narcotráfico, esa es la realidad. Por eso la importancia de una mayor presencia de Prefectura Naval. Además hay que prestar atención a la cercanía con la provincia de Corrientes, lugar al cual llega la marihuana desde Paraguay y por donde ingresa a Santa Fe.
No hay que avisar. Y cuando habla del nivel nacional, la entrevistada comenta que "el grueso del narcotráfico llega por vía terrestre, entre un 70 y 75 por ciento, aunque es algo que va fluctuando de acuerdo a las políticas de seguridad. A fines de 2015 estábamos en un 65 por ciento por vía terrestre, pero después subió 10 puntos".
En ese marco, cuando habla de estadísticas la socióloga Laura Etcharren introduce otra variable, la que denomina como "pasión comunicacional de anunciar lo que se va a hacer". Y menciona la publicidad que se le dio a la ley de derribo de aeronaves que anunció el año pasado el gobierno. "Eso alteró la selección de rutas de los narcos. El mejor enemigo del narcotráfico es no contar nada, que como cualquier vertiente del crimen organizado siempre tiene un plan de lluvia".
Finalmente, dijo que al 75 % de droga que llega por vía terrestre se suma un 15 % por la vía fluvial y el 10 por ciento restante vía aérea. "Estos números cambian por provincia. En Córdoba hay 25 por ciento por aire y 75 por ciento terrestre", concluyó.
Los Monos y las "mafias bravas" en los clubes de fútbol
Al hablar de la actividad de las bandas criminales, Laura Etcharren posicionó a los grupos cercanos a los clubes de la ciudad y ubicó el desarrollo y crecimiento de la banda de Los Monos. "Me niego a llamarlos barras bravas, sino mafias bravas, que están vinculadas a los clubes de fútbol y sobre las cuales creció la banda de Los Monos que en sus inicios, a fines de los '90 no parecía muy organizada y se fue forjando de manera sostenida y estoica durante todo los 2000", indicó la profesional. Según sus fuentes, Etcharren dijo que el grupo de Las Flores "recibió cierta importación de métodos, como los narcotúneles o las palomas (que nunca se comprobó que existieran). Y si no lograron encontrarle el delito precedente (narcotráfico), es porque lo hicieron muy bien y tuvieron connivencia de los grandes grupos de poder, incluso de la policía, que era una banda narco más".