El presidente de EEUU, Donald Trump, bosquejó ayer una reforma fiscal que calificó de "revolucionaria" y que fue lanzada por su Partido Republicano. Destacando una fuerte reducción del impuesto a las empresas, que pasaría del actual 35 por ciento a 20 por ciento, Trump defendió un proyecto "pro crecimiento, pro empleo, pro familias, pro Estados Unidos". Empero varias cuestiones espinosas deben ser aún resueltas en el Congreso. "Haremos volver a nuestro país los empleos y riquezas que se fueron. Es hora de luchar por nuestros trabajadores", dijo en Indianápolis. Trump quería que el impuesto a las sociedades bajase a 15 por ciento pero sus socios del Congreso consideraron irrealista esa tasa y optaron por 20 por ciento. Esa baja "drástica" permitirá "a los grupos estadounidenses imponerse ante los competidores extranjeros y volver a ganarles", dijo Trump. "Es un cambio revolucionario y los mayores ganadores serán los trabajadores de la clase media por cuanto los empleos volverán masivamente a nuestro país", afirmó. Los impuestos a los ingresos personales serían reducidos y menos progresivos al pasar de siete franjas de imposición a solo tres y con una tasa máxima de 35 por ciento en vez de la actual de 36,9 por ciento. Eventualmente se incluiría otra franja para los más ricos pero esa propuesta es aún vaga.