— Usted ha hecho estudios sobre inmigración desde México. México creía que la elección de Trump sería una catástrofe, pero hasta ahora no ha pasado demasiado. El muro se redujo a una extensión de la cerca ya existente, las deportaciones no son más que bajo Obama. ¿Trump es mucho menos de lo que amenazaba ser en campaña?
—No, en mi opinión es más que una amenaza, no sólo para México sino para los Estados Unidos, para la Argentina, para el mundo. Es una amenaza porque es impredecible, pero también puede que sea esta su estrategia. Así que unos pocos meses en los que las amenazas contra México no se cumplieron no significan que las buenas relaciones que deberían tener Estados Unidos con México no se verán lastimadas o interrumpidas. No quiere decir que esa amenaza haya quedado atrás.
— Por otro lado, sigue avanzando el affaire del "Rusiagate". Este vínculo entre Putin y Trump parece algo sintomático entre dos líderes autoritarios. ¿Hay una alianza contra natura entre dos países que son históricos enemigos?
—No creo que esta relación o alianza bizarra entre Trump y Rusia se deba interpretar como tal, como una alianza. Aunque es una relación extraña, no podríamos llamarla alianza. Pienso que usted tiene razón absolutamente, en cuanto que ellos dos actúan como jefes mafiosos. Tengo gran confianza en los balances del gobierno (en sentido sajón: el conjunto de instituciones políticas), en el sistema de gobierno de EEUU. Tengo gran confianza en que nuestro sistema pueda prevenir el peligro que es la anomalía Trump. Esto impedirá que esta anomalía pueda crear peligros, como esta alianza.
—Ya ha habido una serie de actos en ese sentido, como los fallos de la Justicia contra los decretos sobre inmigración y ahora el Congreso, de mayoría republicana, frenó la reforma de la salud de Trump. ¿Puede ser que este Congreso republicano sea el freno político de Trump?
—Esperamos que el Partido Republicano y los políticos republicanos tengan conciencia y sentido de supervivencia para finalmente decir "basta". Porque ellos deben sobrevivir, confío en el egoísmo de cada republicano que entiende que se hundirá con el barco y que eso los lleve a poner frenos. Pero es muy desilusionante ver cuánto han aceptado los republicanos estas groseras y crudas perversiones que están emanando de la Casa Blanca de Trump.
Laufer dice todo esto en un local lleno de gente,ruidoso, pero su voz de anglosajón alto se las arregla para llegar con claridad, y además se acompaña gestualmente con las manos. El énfasis de sus afirmaciones seguramente sería mejor transmitido por la televisión o la radio, medios en los que el estadounidense trabajó durante años.
—A su vez, parece que el Partido Demócrata después de la derrota de Hillary Clinton quedó en un estado de colapso y silencio. ¿Qué puede pasar con los demócratas?
—Primero fue el shock (de la derrota). Después debe venir la reorganización, porque Hillary Clinton no puede ser más la líder. Por lo tanto, pese a que parece que pasó un tiempo largo desde las elecciones, solo fueron pocos meses desde aquella derrota. Es entendible que haya un tiempo de asimilación, que será productivo y se verá en la próxima elección, ahora se está gestando eso.
—Da la impresión que la línea de Bernie Sanders, de la izquierda demócrata, podría tomar el liderazgo del partido, él u otra persona más joven...
—(Laufer cruza los dedos y sonríe)Pienso que si uno mira lo tristemente dividido que está el cuerpo político de los Estados Unidos y qué profunda es esa división, tal vez el escenario que usted sugiere resulte posible. Uno puede esperar — yo, que voté a Sanders y soy su seguidor— encontrar un compromiso; nosotros, los Estados Unidos, debemos encontrar un compromiso, un camino para no separarnos entre los dos lados, sino para buscar la forma de acercarnos. Me gusta pensar que si Sanders hubiera sido el candidato demócrata hubiera hecho eso, no en la manera que usted de algún modo sugiere, de ser más o menos radical, sino en un modo de compresión de los problemas comunes del país. Muchos de los que votaron por Trump aparentemente aún no comprenden que han votado contra sus propios intereses. Obreros, trabajadores de baja calificación y educación, muchos votaron contra Hillary Clinton por su pasado, incluso porque es una mujer.
— Muchos seguimos sin comprender la razón profunda de que haya surgido en EEUU una anomalía como Donald Trump. Después de tantos análisis sigue sin comprenderse del todo.
—Creo que no tenemos respuestas para esto. Hay una multigeneracional falta de empleo, de mínima educación para varias generaciones; como argentinos tal vez ustedes pueden apreciar qué facil es para un megalómano hablarles a las masas frustradas con promesas vacías y garantizar cambios en el momento en que cualquier cambio parece mejor que la situación que se vive. Por esto, la pregunta debe ser cuándo estos votantes se darán cuenta de que nuestra propia Evita se está guardando la plata en su bolsillo. Sería interesante saber cuánto de la historia argentina ha estudiado Trump.
— Los ocho años de Obama que fueron sólo una administración normal, ¿cuánto pudieron aportar, cuanta decepción crearon, que pudo haber contribuido al fenómeno Trump?
—No creo que haya sido un factor importante. Los factores decisivos fueron otros: Hillary Clinton, quien fue una candidata fallida, se combinó con esta creciente separación entre derecha e izquierda, y a su vez con esta cruda oferta de "solamente cambio" hecha por un showman a un electorado insatisfecho, infeliz. Fue claramente una buena receta para el desastre. Pero no es correcto verlo como un referendo sobre la presidencia de Obama, eso es injusto.