Donald Trump pretendía actuar con rapidez, pero 55 días después de asumir el cargo de presidente de Estados Unidos poco ha podido concretar, frenado por la Justicia, el Congreso y su propio estilo de gestión. Dos de sus principales promesas de campaña todavía no han recibido luz verde. Por un lado, la Justicia federal bloqueó las dos versiones de un decreto que pretendía cerrar las fronteras a los inmigrantes procedentes de varios países musulmanes. Por el otro, el Congreso ha retrasado la derogación de "Obamacare", la ley de cobertura de salud de su predecesor, ante la clara división del Partido Republicano al respecto.
Estos primeros meses han puesto sobre el tapete tanto los límites constitucionales al poder del presidente como el lento aprendizaje que este hombre de negocios, un "outsider" de la política que se ha rodeado de novatos, está haciendo del cargo que ocupa. "Están muy retrasados respecto a todo lo que querían hacer en las primeras semanas", dijo el profesor de Ciencias Políticas Steven Smith, de la universidad Washington de St. Louis. "El equipo de campaña y de transición de Trump no tenía un plan para remplazar Obamacare. Esto obligó a los congresistas republicanos a tomarse más tiempo para preparar una ley", ejemplificó el politólogo.
El balance no es totalmente negativo. "Llevamos 50 días en el poder y hemos comenzado a aplicar mi proyecto de "America first" (Estados Unidos primero), declaró la semana última el jefe del Estado. Entre las primeras concreciones destaca la de haber comenzado a cambiar la cultura política de Washington con la llegada de personas ajenas al mundo político, tanto empresarios, miembros de la organización Trump y la familia presidencial, como su yerno Jared Kushner.
En el plano económico, la Bolsa de Nueva York ha batido récords y el desempleo baja. Trump también ha cumplido sus promesas de retirar a Estados Unidos del tratado de libre comercio transpacífico (TPP), relanzar el proyecto de oleoducto Keystone XL y congelar el ingreso de funcionarios.
También dio rienda suelta a los agentes migratorios para controlar la inmigración clandestina, que realizaron expulsiones mediáticas.
El número de detenciones de inmigrantes indocumentados que atraviesan la frontera con México cayó un 40 por ciento entre enero y febrero, cuando por lo general en ese período del año se incrementan, según datos del Departamento de Seguridad Interior. Pero ninguna ley importante ha sido adoptada en este lapso por el Congreso y promulgada por Trump, con excepción de tres derogaciones de la era Obama sobre finanzas, ambiente y armas de fuego. En 2009, cuando apenas llevaba unos meses en la Casa Blanca, Obama ya había firmado una trascendental legislación para relanzar la economía con el fin de responder a la grave crisis financiera.
Trump ha firmado 30 decretos, pero son más que nada declaraciones de intención. La saga de la orden ejecutiva sobre el cierre de fronteras muestra la improvisación que ha caracterizado su comienzo de mandato. Parte de ello es consecuencia de la obstrucción sin precedentes practicada por la oposición demócrata en el Senado, que no ha permitido a Trump completar su equipo.
Pero el mensaje presidencial se ha visto también alterado por la voluntad del mandatario de actuar rápido, pasando por encima de salvaguardas institucionales. "El estilo de gestión del presidente es muy difícil de discernir", estimó Steven Smith. "A veces se precipita en un tema y dicta los más mínimos detalles, y en otros parece desinteresarse y deja hacer a los demás".
Complot "burócrata"
El mandatario estadounidense también ha desperdiciado parte de su capital político con sus comentarios sobre la injerencia rusa en su campaña presidencial. Ante los bloqueos, Trump y sus colaboradores han despotricado contra la actitud "partidista" de los jueces, pero también contra el "Estado profundo" ("deep state"), un supuesto complot de burócratas determinados a perjudicar la acción del Ejecutivo en el que estarían implicados agentes de los servicios de inteligencia que filtran informaciones a los medios de prensa.
Parte de la derecha estadounidense se muestra convencida de esos argumentos, pero no los expertos. "Según mi experiencia, la gran mayoría de las filtraciones en Washington vienen de la Casa Blanca y de Congreso, no de la comunidad de inteligencia", escribió en el sitioThe Cipher Breif el ex agente de la CIA John Sipher.