El gran éxito del proceso de secesión es la construcción de una hegemonía política, la idea de que sus acciones son la expresión de la voluntad de la mayoría en Cataluña, cuando más de la mitad de los catalanes no dio su apoyo a la actual vía de ruptura y ahora sufre con preocupación la escalada del conflicto. El discurso del presidente Carles Puigdemont apuntaló esta ficción al afirmar que el referéndum se hará porque, sobretodo, "tiene el apoyo de la inmensa mayoría de la población", obviando que si bien un 80 por ciento de catalanes apoya el llamado "derecho a decidir", lo que quieren es un referéndum pactado y con garantías. Esa posibilidad no está hoy sobre la mesa, de ahí que los independentistas insisten en que la única opción que tienen los catalanes de votar es hacer la consulta unilateral, contraria a la legalidad española.
Puigdemont, sin embargo, no cuenta actualmente con la fuerza para imponer esa supuesta voluntad mayoritaria, porque su apoyo electoral no lo es. Asimismo, las encuestas del propio gobierno catalán muestran una clara fractura de su sociedad respecto al conflicto secesionista. Según el Centro de Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat (CEO), un 48 por ciento avala la convocatoria del gobierno y un 46 por ciento la rechaza. Además, un 49,4 por ciento (a la alza) se opone a la independencia frente al 41,1 por ciento (a la baja) que la desea.
Detrás del mantra del dominio independentista se esconde un 52 por ciento de catalanes que no votó a la coalición Junts pel Sí y a los anticapitalistas de la CUP (Candidatura de Unidad Popular) que son los que sustentan el plan de secesión, con una mayoría exigua de 72 diputados y el 48 por ciento de los votos. Esa mayoría no secesionista no es homogénea, incluye a los que respaldan el "derecho a decidir" de Cataluña, los "anti-independentistas", y los que se sienten ajenos a este debate que está fracturando y polarizando cada vez más a la sociedad catalana de cara a la eventual votación del domingo. "Hay una tensión que a la vista del 1º de octubre crece y es claramente desequilibrada, ya que por un lado tienes un 40 por ciento o 45 por ciento del electorado que está movilizado, y cuenta con los medios de Cataluña a su favor y, por el otro, un 35 por ciento de «masa silenciosa» que está en el medio y un 20 ó 25 por ciento de anti-independentistas", explicó Oriol Bartomeus, politólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). "El grupo del medio es el que sufre en silencio, porque no le gusta el bloque independentista, pero por nada del mundo se va a ver ligado a la posición del Partido Popular (PP) del presidente Mariano Rajoy", dijo el experto. Y es precisamente este grupo de personas el que tiene el poder para hacer decantar la balanza en este conflicto.