La derrota de la coalición de Michelle Bachelet en las elecciones municipales del domingo en Chile crea una debacle en el oficialismo de centroizquierda y le allana el camino al ex presidente derechista Sebastián Piñera para volver al poder en las elecciones de 2017. Contra todo los pronósticos previos de las empresas de sondeos, la derecha opositora se impuso en la votación de alcaldes por un 38,45 por ciento a 37,05 por ciento, un margen estrecho, pero que alcanzó para arrebatarle municipios clave, como Santiago, Providencia y Maipú. Sumó 23 nuevos alcaldes, mientras Nueva Mayoría, la coalición oficialista, perdió 27. La coalición Chile Vamos llegaba como perdedora según los sondeos previos. Ayer, su facción más conservadora, UDI, se impuso en casi 80 ciudades.
En Santiago fue donde se dio el resultado más decisivo. Felipe Alessandri (Renovación Nacional) celebró su amplia victoria, con un 46,73 por ciento de votos. Ganar las elecciones en la capital no era fácil, implicaba enfrentarse a una de las figuras emblemáticas y de más futuro de Nueva Mayoría: Carolina Tohá (PPD), alcalde en funciones que iba por la reelección. Alessandri es ahora una figura prometedora, que recibió lanoche dle domingo la visita de Piñera. De hecho, tras los malos resultados de Chile Vamos en los sondoes, Joaquín Lavín (de UDI) decidió retirarse de Santiago y apuntar a Las Condes. Fue cuando Alessandri quedó como candidato único de la oposición.
De "terremoto electoral" calificó el influyente diario El Mercurio los resultados, que registraron un récord de abstención de más del 65 por ciento, mientras que el analista cercano al oficialismo Eugenio Tironi lo tildó de un "tsunami". Golpeada por escándalos de financiamiento irregular de campañas —algo que mantiene bajo investigación a varias de sus más prominentes figuras—, la derecha ni se imaginaba la magnitud del triunfo. "Habíamos sido tan criticados que no sabíamos cómo nos iba a ir", reconoció ayer Hernán Larraín, presidente de la conservadora Unión Demócrata Independiente (UDI), que obtuvo la mayor votación en las municipales, adjudicándose casi 80 municipios.
Con este resultado, el panorama electoral para la alianza opositora no puede ser más auspicioso de cara a las elecciones generales de noviembre de 2017. "La probabilidad de que Michelle Bachelet entregue nuevamente la banda presidencial al campo adversario —y no sería raro al propio Sebastián Piñera— se acrecienta día a día", estimó Tironi, en una columna en El Mercurio.
¿Devolución de banda? De esta forma, Bachelet podría devolverle en marzo de 2018 la banda presidencial que el propio Piñera le ciñó a ella cuatro años atrás.
¿Qué llevó a los chilenos a darle la espalda a Bachelet? La hasta hace poco incombustible dirigente política fue elegida hace casi dos años con el 62 por ciento de los votos, obteniendo también una amplia mayoría en ambas cámaras del Congreso. Como Piñera había logrado n su gestión índices económicos muy positivos, se interpretó que era el momeno de cambiar el "modelo chileno", que sus réditos ya no eran suficientes. Bachelet prometió entonces profundas reformas sociales en la educación y laboral. Pero a la hora de ejecutarlas, parece haber cometido más errores que aciertos."Esta elección fue un castigo a Bachelet y eso significó una victoria para la derecha. Tal vez la derecha no hizo mucho mérito para ganar, pero en esta vuelta lo único que se necesitaba era estar en la oposición a Bachelet", explicó Patricio Navia, reconocido analista político y profesor de la Universidad Diego Portales. "A la gente le importa más la buena gestión que la corrupción. En aquellos lugares donde la gente tuvo que decidir entre personas acusadas de corrupción que gestionan bien y personas probas que no se sabe cómo gestionan, prefirieron lo primero", agregó el analista.
No a "retroexcavadora". La derrota fue especialmente relevante en municipios de clase media, en las que históricamente la centroizquierda tenía una gran adhesión, lo que a juicio de Navia refleja "el profundo rechazo al programa que tan obstinadamente ha querido implementar la presidenta" y que la gente percibe le quita beneficios. Fue un rotundo rechazo a la política de la llamada "retroexcavadora", la figura que eligió al inicio de su segundo gobierno Bachelet. Así lo interpretó uno de los principales dirigentes del oficialismo, Germán Quintana. "No se puede pretender hacer todo o mucho en tan poco tiempo, sin el capital político y creo que eso nos ha pasado la cuenta", reconoció el senador socialdemócrata Ricardo Lagos-Weber.
Su padre, el ex mandatario Ricardo Lagos (2000-2006), y quien aspira a a presentarse como candidato del oficialismo el año que viene, quedó muy debilitado tras la derrota del domingo, aunque no da todo por perdido. "Unidos vamos a vencer, divididos esta coalición va a tener dificultades", señaló ayer, reafirmando que en los últimos meses del gobierno de Bachelet la coalición deberá "rectificar" el rumbo de las reformas.