Hillary Clinton hizo historia al ser elegida anoche por aclamación en la Convención Nacional Demócrata como la primera mujer candidata a la Casa Blanca de un gran partido político. Desde ahora, la confrontación entre los dos únicos candidatos que quedaron en carrera, Clinton y Donald Trump, se extenderá hasta el lejano martes 8 de noviembre, cuando los estadounidenses elegirán su nuevo presidente.
"Historia", escribió Hillary Clinton en su cuenta de Twitter en español, apenas fue elegida. "Tan orgulloso de tí, Hillary", escribió poco después su esposo, el ex presidente Bill Clinton, en la misma red social. El voto se realizó alfabéticamente, delegación por delegación de cada Estado. Para ser designada oficialmente candidata, Clinton necesitaba el apoyo de al menos 2.382 delegados de los 4.763 que participan en la convención. Sumó 2.842 delegados. Su derrotado rival, el izquierdista Bernie Sanders, logró 1.865 delegados.
Clinton logró el apoyo de delegados necesario antes de que terminara la votación. Vermont —el Estado de Bernie Sanders— fue el último en anunciar a quién iban sus votos. La mayoría fue para Sanders, senador por ese pequeño estado del Este del país. Pero entonces Sanders tomó la palabra y cedió todos sus delegados a su rival y llamó al voto unánime en favor de la ex secretaria de Estado. Acto seguido, la ex primera dama fue elegida candidata demócrata a la Casa Blanca "por aclamación". Un gesto de unidad partidaria, luego de dos días de muchísima tensión en Filadelfia, dentro y fuera de la convención, con los partidarios de Sanders lanzando continuas agresiones contra los partidarios de Clinton.
Hillary Clinton —ex primera dama, ex senadora y ex secretaria de Estado— aceptará mañana la candidatura, con un discurso que pondrá el broche final a cuatro días de Convención Nacional Demócrata. Pero antes de ese cierre la convención demócrata debió pasar por largas horas de zozobra y cruda confrontación. Los enfurecidos seguidores de Sanders coparon la convención y "taparon" con sus abucheos a los dirigentes que hablaban en favor de Clinton. El affaire de los 20 mil e-mails que publicó WikiLeaks, enviados por dirigentes demócratas con duras críticas a Sanders, encendieron los ánimos de los de por sí aguerridos seguidores del senador. Los correos electrónicos evidenciaron la parcialidad en favor de Clinton de la cúpula demócrata, la que debía mantener una posición imparcial entre los dos competidores en las primarias. La oportunidad en que se dio a conocer el enorme volumen de mensajes, el domingo previo al inicio de la convención, despertó grandes sospechas. La campaña de Clinton denunció abiertamente a Rusia, cuyo presidente Vladimir Putin tiene su favoritismo por Donald Trump. Una actitud recíproca.
En cualquier caso, el daño está hecho. Y las muchas horas de transmisión en vivo por televisión y los portales online de las pullas y cruces a los gritos entre delegados ya quedaron registrados. Es seguro que la campaña republicana los usará repetidamente en los meses de dura competencia que se inició anoche y que durará hasta inicios de noviembre.
Factor Bernie. Filadelfia fue un escenario inmejorable para que los radicalizados partidarios de Bernie Sanders se exhibieran ante el país entero. El lunes y ayer coparon la escena, aún siendo una minoría dentro de una minoría: sólo un cuarto de los electores de Sanders en las primarias prometen no votar por Clinton. Algunos votarán por la candidata verde Jill Stein, otros escribirán a mano el nombre de Sanders en sus boletas. Para los irreductibles seguidores del senador de Vermont, no se trata de elegir entre Hillary Clinton y Donald Trump. Y en Filadelfia se comportan como si fueran mayoría. Basta preguntar en las calles de Filadelfia para constatar el vigor de esta minoría de incondicionales, en las fogosas manifestaciones pro-Sanders al margen de la convención. "No tengo otros 40 años por delante, he aguantado el statu quo por largo tiempo y los Clinton solo han hecho daño", comenta Marie Adams, de 66 años. Su voto, como el de muchos partidarios de Sanders, será para Jill Stein, la candidata verde. ¿Eso no contribuirá indirectamente a que Donald Trump sea electo? "Me da lo mismo si es Trump", responde.
Como ella, muchos están decepcionados de que "Bernie" se haya aliado a Hillary. No aceptan la lógica del "mal menor" que se argumenta desde las filas de Sanders. "Votar por el mal menor vuelve a estropear su voz", asegura John Delehanty, un informático jubilado que considera que "esto no ayuda a nuestra democracia". "No le tengo miedo a Trump", dice a su lado Patty Duffy, una médica de Florida de 49 años. "Tengo más miedo de ella", añade al criticar a Clinton por "manipular" las primarias, una acusación repetida entre muchos partidarios de Sanders.