El embajador de Francia en Argentina, Pierre Henri Guignard, dirigió el pasado jueves un encuentro con ejecutivos de empresas francesas y funcionarios santafesinos en el edificio de la Gobernación, frente a la plaza San Martín. Hizo un alto para atender a La Capital. Con oficio de diplomático, eludió las definiciones frontales sobre la agitada estación política que atraviesa su país, pero dio respuestas con sustancia, cargadas de un optimismo basado en una perspectiva histórica de largo plazo, que quita dramatismo a las circunstancias actuales. Guignard, llegado hace muy poco a la Argentina, tiene una extensa experiencia diplomática en América latina, la OEA y Estados Unidos. Su último cargo fue de relevancia mundial: estuvo al frente de las deliberaciones en París sobre el cambio climático a fines de 2015, la conferencia COP 21.
Sobre el motivo de su visita a Rosario, el embajador destaca que en su primer día en Argentina conoció al gobernador Miguel Lifschitz, y de ahí surgió la idea de hacer el encuentro con empresarios franceses. Vino acompañado por cuatro altos funcionarios y representantes de 10 empresas, de modo que la conferencia "sea algo concreto, con resultados" para Rosario y Santa Fe. Guignard remarca que la presencia de compañías francesas en Argentina excede en mucho al ingreso registrado con las privatizaciones de los 90. "Tenemos más de 250 firmas francesas en Argentina, que dan trabajo a unas 50 mil personas: nada mal para una nación de 60 millones de habitantes como Francia, en relación con EEUU, que tiene 500 empresas", reseña. Como otros observadores, ve con optimismo el futuro económico argentino. Comenta que "noté que tanto el gobernador como el gobierno federal, de diferente signo político, coinciden que se pasa por un proceso de normalización que tiene sus costos pero permite ver en años que vienen un repunte de la Argentina". Y subraya que se están verificando inversiones de las empresas francesas radicadas en el país,. "Total invierte, Carrefour invierte, Libertad invierte" enumera. "Sí nos cuesta atraer nuevas empresas", admite. "Y las negociaciones Mercosur-UE, en el nuevo escenario internacional que existe, han creado grandes expectativas de inversión de capitales franceses".
—Pero hay un cierto cansancio con estas negociaciones entre bloques que se eternizan sin resultados.
—Mire, no seamos abruptos. Acabo de ser encargado durante tres años de la organización de la conferencia mundial sobre el clima. El COP 21 significa que hacía 21 años que estábamos negociando y recién en 2015 llegamos a este acuerdo universal. Entre la UE y el Mercosur hace más de 12 años que se negocia. Creo que con lo que pasa en EEUU y Reino Unido (por Trump y Brexit) se ha venido a reforzar el lazo entre estas naciones que tienen valores compartidos y son complementarias, como UE y Mercosur. Hay agricultores frágiles que temen este intercambio; también acá y en Brasil. Apostamos a que el acuerdo permita una complementariedad y aumente los intercambios. Francia es un excelente ejemplo de país agrícola que invierte en Argentina: el caso del vino en Mendoza. Las condiciones existen para ese acercamiento y para que a la vez sepamos proteger a los pequeños agricultores de ambos lados.
—Francia está en campaña electoral y Marine Le Pen podría llegar a la presidencia. Muchos ven a Francia como la tercera estación de este cambio de época: Brexit, Trump, ahora Francia.
—Estas elecciones son saludables y atípicas, porque muestran una fuerte renovación de candidatos. Ni Sarkozy ni Hollande se presentan, y esto produjo esa renovación y un debate democrático en las primarias. Francia es parte de un mundo que cambia y hará su parte. En qué dirección lo hará, no lo sé todavía. Faltan algunos meses para las elecciones y veremos a la vez el miedo de la gente frente a la globalización que avanza y la confianza en un conjunto europeo, frente a unos EEUU que se repliegan sobre sí mismos. Veo el aspecto positivo de esta contienda electoral, con un debate vivo que permite la emergencia de nuevas figuras, en un país que siempre es considerado como muy conservador. Se tiene esa imagen de la "Francia eterna" y es una Francia que se renueva. .
—Pero, ante la retirada del presidente Hollande y el surgimiento de Le Pen se percibe un sistema político en profunda crisis.
—Hábleme de un sistema que no esté en crisis. Lo estamos todos.
—Parece que la raíz está en la combinación de una economía que no crece con la presión inmigratoria.
—El mundo es difícil. Quisiéramos tener un crecimiento de 10%, pero no es así. Sin embargo, Francia no deja de ser una de las principales potencias económicas mundiales. Así que estamos insatisfechos, pero seguimos siendo competitivos, con grandes empresas, que están ahora aquí en Santa Fe, que buscan nuevos mercados, invierten, se proyectan. Es un país dinámico, pequeño que se enfrenta a un mundo que cambia. En nuestra sociedad hay franjas vulnerables que sienten que no se benefician de ese movimiento global. Quizás los gobernantes anteriores no han estado lo suficientemente atentos y hoy descubrimos que pueden expresarse de manera violenta. Pero esta violencia no es exclusiva de Francia: serví como diplomático 15 años en Estados Unidos y ha sido teatro de enfrentamientos brutales entre grupos étnicos. Y en Inglaterra también han ocurrido estos enfrentamientos. Tenemos conflictos en Medio Oriente que no hemos sabido resolver y efectivamente hay una corriente de migración desde allí. Pero olvidamos que somos países de inmigración. Se tiene esa impresión de la "Francia eterna", que venimos de los galos. Por supuesto que no es así. Siempre tuvimos olas migratorias que han cambiado al país. Es muy importante tener esto en mente, pensar que estamos en un momento de definición electoral y que hay expresión de descontentos, miedos y preocupaciones. Soy optimista sobre nuestro país.
—¿No hay un problema con la inmigración islámica, no solo en Francia, sino en toda Europa? Valls, Fillon, lo han señalado.
—Por un lado hay esta inmigración por los conflictos en Medio Oriente, tenemos gente que ha sufrido violencia y hambre, censura. Buscan integrarse en nuestros países. La UE tiene una población que envejece y probablemente necesite de esos aportes. La UE debe tener brazos abiertos a quienes aportan una adición a lo que somos. Y si bien no fuimos conscientes del trabajo que se debe hacer para integrar a esa población, hoy lo estamos descubriendo. Hay grupos que se expresan violentamente: los eventos de estos días con la quema de autos; otros lo hacen de manera aún más radical con el terrorismo, porque no hemos sabido integrar a esas comunidades. Nuestra responsabilidad es encontrar lugar en las escuelas para sus hijos, para que se adapten a las leyes de la República. Quienes vienen están transformando al país, pero a la vez ellos también tienen que adaptarse.
—Pero más allá de esta nueva inmigración, hay hijos o nietos de inmigrantes que protagonizaron ataques terroristas.
—Sí, pero los hijos de inmigrantes se adaptan perfectamente y aspiran a vivir en la República. Algunos, más vulnerables, expresan su rechazo porque han sido rechazados. Tenemos franjas de la sociedad a su vez que ven a los inmigrantes como competidores y hay enfrentamientos entre ellos. Nuestro papel es de encontrar las fórmulas para que esa integración funcione y corrijamos lo que hicimos mal en el pasado. Y en eso estamos.