Los socialistas españoles decidieron este domingo facilitar la semana próxima la investidura de Mariano Rajoy (PP) como jefe de gobierno, después de diez meses de parálisis política. La decisión ha sido tomada por 139 votos a 96 en el comité federal del socialismo.
El presidente de la comisión gestora que dirige al PSOE, Javier Fernández, señaló que ahora trasladará al grupo parlamentario socialista que todos los diputados de su partido se abstengan. Ahora "hay algo imperativo", que es la resolución aprobada.
Con esta decisión se evitarán unas nuevas elecciones en diciembre, que serían las terceras en un año. La directiva socialista considera que sería catastrófico tanto para el partido como para el conjunto del sistema político ir por tercera vez a las urnas. Desde las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015, el voto se ha dividido en cuatro minorías: PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos. Ninguna de las muchas negociaciones entre estas formaciones dio resultados, ni luego de las elecciones del 20 de diciembre ni de su repetición, el 26 de junio pasado. Ante este cuadro, y la insistencia del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en buscar alguna clase de acuerdo con Podemos y Ciudadanos, la cúpula socialista forzó su salida en el anterior comité federal, el 1º de octubre, y creó una "gestora". Ayer, Podemos y un puñado de militantes socialistas acusaban al comité federal de desentenderse de la voluntad de las bases. Pero es un hecho que muchos de los "caciques" del comité federal, como la andaluza Susana Díaz y otros gobernantes regionales, tienen muchos votos populares. Sánchez, en cambio, llevó al PSOE a sus mínimos históricos, y una tercera elección bajo su conducción amenazaba con una debacle del socialismo. En las elecciones de junio ya se temió el "sorpasso" de Podemos, pero este no se produjo. Sin embargo, lo que empujó al final adelantado de Sánchez fueron las recientes elecciones regionales en País Vasco y Galicia, donde el PSOE sí quedó tercero.
"La forma en que podremos hacer algo es que efectivamente seamos oposición, y para eso tiene que haber un gobierno", dijo el titular del PSOE, Javier Fernández. Mariano Rajoy, en el poder de forma interina desde diciembre, podría ser investido al final de esta semana, horas antes de que expire el plazo legal el 31 de octubre. Se vislumbra así el fin de más de 300 días de "bloqueo" político, en los que el Partido Popular (PP) de Rajoy, vencedor pero muy lejos de la mayoría absoluta en las dos elecciones, no pudo sumar apoyos suficientes para formar nuevo Ejecutivo.
Los 237 miembros del comité federal analizaron ayer dos resoluciones rivales. Prefirieron largamente la que advierte que la repetición de elecciones podría tener "efectos muy negativos para el Partido Socialista", que cosechó los peores resultados de su historia en los comicios generales de diciembre y junio, bajo el liderazgo de Sánchez. Pero el texto también sopesa aspectos más generales. Afirma que los nuevos comicios serían perjudiciales para el país, alargarían el bloqueo político y retrasarían el proceso de toma de decisiones en materia económica y territorial, e incluso internacional. Esas nuevas elecciones señalarían ante la sociedad al PSOE como responsable "de un bloqueo que nadie desea". Con 85 de los 350 escaños en la Cámara baja (frente a los 137 del PP), el socialismo tiene votos más que suficientes para que su abstención permita a Rajoy y al PP formar, finalmente, un nuevo Ejecutivo.
Podemos. Podemos, (71 diputados), estuvo hostilizando a la nueva directiva del PSOE desde que se constituyó, hace tres semanas, el 1º de octubre. Su líder, Pablo Iglesias, no tardó en fustigar ayer la iniciativa. "Hoy se constata el fin del «turnismo» como sistema de partidos; nace una «Gran Coalición» que nos tendrá enfrente como alternativa", escribió en Twitter. La frustración de Iglesias se explica: por un lado, su partido sólo logró algo más de 13 por ciento de votos en la última prueba electoral, muy por debajo de lo esperado, y una terceras elecciones le prometían ampliar ese magro registro. Además, aquella modesta performance electoral ha causado una crisis interna en Podemos, que quedó muy lejos de unas expectativas sobredimensionadas por los medios y los sondeos.
El PSOE, más allá de la resolución de ayer, está profundamente dividido, y en breve deberá enfrentar la cuestión de su liderazgo. Dirigentes regionales, como el catalán Miquel Iceta, llegaron a la reunión afirmando que defenderían el "no", en nombre de una militancia que según ellos va a ver muy mal la abstención en favor del PP. "Nos da más miedo ese abismo con militantes y electores que unas terceras elecciones", afirmó. Pero Iceta lidera un partido socialista catalán en crisis, que ha sucumbido a la ola nacionalista de su región. En 2015 su lista recibió apenas 12,72 por ciento de votos en Cataluña. No es un líder regional de peso, como Susana Díaz, jefa del gobierno de Andalucía y gran protagonista de la embestida contra Pedro Sánchez. Los presidentes de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, y de Aragón, Javier Lambán, también están a favor de la abstención.
La recta final para la formación de gobierno comenzará hoy con una ronda de contactos del rey Felipe y mañana con los líderes de los partidos parlamentarios. Si Rajoy le informa mañana de que tiene suficientes apoyos, podría ir al Congreso a partir del jueves para ser investido el fin de semana.