La derrota en la primera vuelta del 27 de abril de los socialdemócratas y de los conservadores, que gobiernan en Austria en coalición desde 2007, evidencia el descrédito que afecta a los partidos tradicionales en toda Europa.
La derrota en la primera vuelta del 27 de abril de los socialdemócratas y de los conservadores, que gobiernan en Austria en coalición desde 2007, evidencia el descrédito que afecta a los partidos tradicionales en toda Europa.
Las elecciones legislativas chipriotas del domingo estuvieron marcadas por la entrada de un partido de ultraderecha en el Parlamento, la primera vez que ocurre en la isla mediterránea.
"El buen resultado" de Norbert Hofer "anuncia futuros éxitos" en Austria y "en otras partes del mundo", predijo con optimismo el Frente Nacional (FN) de Francia. Este partido suele figurar primero en muchos sondeos.
Los comicios en Austria son la prueba de que se abre una nueva era en Europa, se congratuló Frauke Petry, codirigente de la derecha populista alemana de Alternativa para Alemania (AfD). Ayer, la AfD y Petry protagonizaron un incidente que pinta de cuerpo entero a estos partidos. Petry decidió dar por terminado tras apenas una hora un encuentro con el representante de la comunidad musulmana en Alemania, después de que éste acusara al AfD de estar "cerca del Tercer Reich". Petry y dos compañeros de partido interrumpieron bruscamente el encuentro con el presidente del Consejo Central de los Musulmanes, Aiman Mazyek, en Berlín.
El FPO, como el AfD, se ha visto aupado por la crisis migratoria, que vio llegar a Austria a unos 90.000 demandantes de asilo en 2015, es decir algo más del 1 por ciento de la población. En Alemania la situación es mucho más aguda: 1,1 millón de personas llegaron en 2015, por la política de puertas abiertas de la canciller democristiana Angela Merkel.
Pero estos partidos deben cuidarse de espantar votantes. Hofer, militante desde su juventud del FPO y vicepresidente del Parlamento austríaco desde 2013, centró su campaña en el empleo y el nivel de vida, lejos de las declaraciones abiertamente xenófobas que antaño caracterizaban a su partido.
Como en la primera vuelta, Hofer consiguió mayoritariamente los votos de los hombres (54 por ciento) y de las personas con pocos estudios (58 por ciento), así como el de las zonas rurales. Van der Bellen sedujo al electorado joven (56 por ciento) y al de más de 50 años (51 por ciento).
El voto obrero también fue mayoritariamente para el derechista Hofer (71 por ciento). Sus electores estuvieron motivados por la convicción de que Hofer era "el más capaz de representar a Austria en el extranjero". Una victoria de Hofer habría constituido la primera elección al frente de un Estado de la Unión Europea (UE) de un representante de extrema derecha. Claro que los antecedentes de Hungría y Polonia pueden poner en duda esta afirmación. En todo caso, habría sido el primer ultraderechista en Europa occidental.
El gobierno de coalición austríaco ya había cedido a la presión contra la ola migratoria y en febrero pasado había cerrado los pasos fronterizos, sumándose a varios Estados del Este europeo y de los Balcanes. Posteriormente, llegó un acuerdo con Turquía para que actuara de "tapón" y reenviara los migrantes de Medio Oriente. El mecanismo funcionó, y la llegada de migrantes a Grecia, puerta de entrada a Europa, cayó a casi cero.