A casi tres semanas de las elecciones presidenciales, el candidato republicano, Donald Trump, y su contrincante demócrata, Hillary Clinton, volverán a enfrentarse hoy a las 22 horas en el tercer y último debate televisivo, en momentos en que los cruces entre las principales fuerzas políticas continúan subiendo de tono a medida que se acercan las elecciones del 8 de noviembre. El debate representa la última oportunidad de Trump de mantener viva la esperanza de llegar a la Casa Blanca. En esta discusión cara a cara, Clinton y Trump deberán polemizar en torno a una agenda que incluye temas de inmigración, economía y el nombramiento de un juez faltante en la Corte Suprema. Los dos principales candidatos presidenciales no llegan a este debate libres de polémica, ya que Trump hizo estallar un nuevo escándalo al denunciar que las elecciones estarán manipuladas, en tanto la aspirante demócrata sigue acosada por el caso de sus mensajes electrónicos desde un servidor privado cuando era secretaria de Estado.
Trump, que pasó una semana contemplando cómo el país discutía sobre unas grabaciones en las que se ufanaba de tocar y besar a mujeres sin su consentimiento, contraatacó en los últimos días denunciando un fraude electoral y acusando a la prensa de ser parte de una manipulación para garantizar la victoria de Clinton. La denuncia de fraude provocó no sólo la respuestas de los demócratas, sino también las críticas de algunos de sus principales correligionarios.
Presunto "arreglo". Las acusaciones fueron repetidas el lunes durante un acto en Green Bay, Estado de Wisconsin, donde Trump centró su discurso en un presunto arreglo electoral y afirmó que cerca de 1,8 millón de personas fallecidas están registradas para votar en las elecciones presidenciales. Sin nombrarlo, también apuntó contra su colega republicano y presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, que lo desautorizó al señalar que la democracia estadounidense "se fundamenta en la confianza en los resultados electorales", y expresó su "total confianza en que los Estados llevarán a cabo este proceso electoral con integridad". "¿Han oído a toda esta gente diciendo que no está pasando nada? Gente muerta desde hace más de 10 años que todavía votan, inmigrantes indocumentados que votan. ¿Dónde está la sabiduría de todos estos políticos? ¡No tienen!", disparó Trump.
Desde el bando demócrata, la respuesta vino del propio presidente Barack Obama, que durante una conferencia de prensa en la Casa Blanda, donde junto al premier italiano, Matteo Renzi, aseguró que Trump "lloriquea antes de que el juego termine". "Lo invito, señor Trump a que deje de quejarse y vaya a conseguir sus votos", sostuvo Obama, que además subrayó que no había visto en su vida, ni existen precedentes en la historia política moderna, un candidato a la presidencia "tratando de desacreditar" unas elecciones antes de su celebración. Más temprano, el republicano publicó una serie de twitts en los que anticipó que si no gana la elección presidencial "la historia recordará 2017 como el año en que Estados Unidos perdió su independencia". Además, mediante el hashtag #DrainTheSwamp, el magnate abogó por "limpiar el pantano", en referencia a la corrupción en Washington, un día después de promover una reforma de ética gubernamental, que incluye restricciones en los ex miembros del Congreso y ex funcionarios de la Casa Blanca que se trabajan como lobbistas.
El debate —que se llevará a cabo en la Universidad de Nevada, Las Vegas, con el periodista Chris Wallace como moderador— fue precedido por dos cruces anteriores que se concretaron el 26 de septiembre cerca de Nueva York y el 9 de octubre en Saint Louis, Missouri. Luego del primero, que batió todos los récords de audiencia con más 80 millones de espectadores, Trump se mostró molesto con los cuestionamientos de Clinton, un descontento que contrastó con la satisfacción de su rival demócrata con su propio desempeño. Horas antes de la segunda compulsa, se filtró a la prensa un video de 2005, en el que se escucha al empresario inmobiliario hablar de manera denigrante de las mujeres y jactarse del trato que un hombre de poder le puede dar a las mujeres. Además del repudio generalizado, el episodio renovó las críticas en las propias filas republicana.
Polémica. En los últimos días, mientras Trump buscaba apagar las llamas de las denuncias sobre su comportamiento abusivo con mujeres en el pasado, Clinton decidió adoptar un perfil bajo y no disputarle el protagonismo. No obstante, la demócrata no pudo eludir la polémica tras la divulgación el lunes por el FBI de documentos que indicaban que un alto funcionario del Departamento de Estado presionó en 2015 al FBI para que bajara el nivel de clasificación de un mensaje confidencial de Hillary Clinton.
El Departamento de Estado analizaba en ese momento decenas de miles de correos del servicio de mensajería privado de Hillary con el objeto de publicarlos en un sitio gubernamental. En esos procedimientos, los mensajes fueron clasificados como confidenciales o secretos, una clasificación molesta para Clinton ya que se suponía que no debía intercambiar información confidencial en un servidor no gubernamental. El FBI investigó y concluyó en julio pasado que las acusaciones penales no estaban justificadas, aunque el director de la agencia James Comey dijo que la ex secretaria de Estado había actuado con "extrema negligencia". El mensaje en cuestión finalmente no fue desclasificado.