El austríaco Georg Trakl es uno de los mayores poetas de la lengua alemana. Durante su tan breve como trágica vida produjo una obra intensa y perturbadora, cuyas resonancias no se detienen. Nacido en 1887 en Salzburgo y fallecido en 1914, en Cracovia, sus días estuvieron marcados por el amor incestuoso que sentía por su hermana Gretl, y su adicción al alcohol y las drogas.
Oscuro y tormentoso, heredero tanto de Hölderlin como de Novalis y Rimbaud, su poderosa palabra impactó con fuerza en las vanguardias del siglo veinte. Fue admirado por Rilke, Wittgenstein y Heidegger.
Las dificultades que implica su traducción a la lengua española lo han convertido en un creador cuya difusión ha sido siempre escasa en relación con su talento. El flamante sello rosarino Abend acaba de difundir, en una exquisita edición bilingüe, versiones de Pablo Ascierto. A continuación, un fragmento del denso prólogo escrito por el propio Ascierto, y un poema.
Nada más lejos para aquel que se acerque a la obra de Georg Trakl que la posibilidad de elaborar o construir afirmaciones. Sólo se pueden dar por sentados aquellos elementos que, de un modo u otro, estén documentados y a veces, incluso, se llega a tener dudas de tomar algo por certero. Poco más de un mes atrás, fui sorpresivamente preguntado desde Alemania en una red social: ¿usted está traduciendo Trakl al español? ¿Existen ya (buenas) traducciones? A lo que, de modo no menos sorpresivo —hacía minutos que acababa de despertar, y aún me desentumecía del descanso—, me encontré respondiendo sin titubear: en general se puede decir que sí, en particular no. Luego lo explico de modo más extenso. Dicha explicación in extenso nunca llegó. En cambio, ese silencio abrió una miríada de líneas dialógicas, insospechadamente enriquecedora del trabajo con estos 50 poemas que —al decir de muchos— son: un texto. Así, ensayemos esa explicación nunca expedida.
El solo hecho de haber tenido la intención de traducir un libro de poesía de 100 años de edad —aunque no lo percibiéramos del todo— nos posiciona en el lugar de algo extraño, cuando éste cuenta con al menos tres versiones en español con su ordenamiento histórico-válido (una de ellas, edición de obras completas), dos más con su ordenamiento tenido-por-válido (durante más de cinco décadas; este problema merece un capítulo aparte, pero no será en este libro), y aun así, en el ámbito de nuestra lengua, todavía se cree en general que Sebastian im Traum es tan sólo el nombre de un poema singular o el título de la primera sección de la segunda parte de Die Dichtungen/Los poemas (Edición-Röck, preparada en 1917 y caracterizada antes como tenida-por-válida). Resta sumar una cantidad considerable de antologías, de variada extensión, en las que —asimismo sucede muchas veces en alemán— gran parte de los poemas antologados pertenece a este libro. Todo esto arroja, grosso modo, un número de no menos de 8 o 9 traducciones, entre completas y/o en gran parte de este conjunto de 50 poemas (en apartado bibliográfico, listamos las ediciones en español).
Tenemos, pues, un libro de poco más de 100 años de edad que todavía sigue haciendo hablar, donde acaso habría a veces tan sólo que callar. Del conjunto, la nuestra es la sexta versión en español, y así y todo aún es algo que habla. Este texto es todavía un algo parlante. Precisamente, volver a esa cuasi cosidad indefinida, que habita el original, fue uno de nuestros puntos de partida: es el alma algo extraño en la tierra. —ein Fremdes: siempre, todos los traductores del español tendieron a personificar esa forma neutra, cuando no, a humanizarla. Forma de la que nuestra lengua carece, aunque no del todo; al menos la posee de forma deficiente. De ahí el recurso algo el elemento que nos permite modelar la expresión en español. Otro rasgo que llamó poderosamente nuestra atención fue una característica en extremo singular del lenguaje de Trakl, que siempre se menciona, no obstante, parece que las obligaciones editoriales o los impulsos poetizantes han apartado mayormente de la tarea a los que la han perpetrado. Se suele caracterizar el lenguaje trakliano como escaso o reducido en palabras. Acotado a un puñado de términos —decimos— con los que el poeta hace girar la lengua —permítasenos la expresión— de modo centrípeto, donde cada palabra parece ensamblarse en otra, y así hace avanzar la lengua hacia su horizonte: el poema. La hace avanzar, no expandiéndola, sino ampliando y tensando los usos y sentidos para concentrarlos en su sistema, en su arquitectura significante. Una suerte de radicalidad en el uso de las palabras, propiciadora de una tensión: ese lenguaje reducido es simple, a veces hasta demasiado simple, pero con un entramado complejizante; simple, sí, pero sólo de modo aparente. Quizá en esto haya que buscar uno de los motivos por el que muchos críticos y estudiosos todavía se siguen preguntando: ¿qué hace que esta obra, entonces pero también hoy, siga cautivando aún a tantos, incluso más allá de la lengua alemana? Agregamos: ¿o que haya llegado, en ese cautivar, más allá no sólo de la lengua alemana, sino a más de treinta lenguas, y a veces con varias (re)traducciones? Nosotros tampoco tenemos una respuesta. Acaso este libro sea parte de una posible.
"Tenemos un libro de poco mñas de 100 años de edad que todavía sigue haciendo hablar"
Occidente En veneración de Else Lasker-Schüler
1.
Luna, como si algo muerto
surgiera de azul madriguera,
y caen de las flores
muchas sobre la senda en las rocas.
Argénteo llora algo enfermo
en el estanque vespertino,
en negro bote
amantes cruzaron muriendo.
O suenan los pasos
de Elis por la floresta
la jacinta
perdiéndose de nuevo entre robles.
Oh del muchacho figura
formada de lágrimas de cristal,
de sombras nocturnales.
Rayos dentados alumbran la sien
la siempre fresca,
cuando en la colina verdeciente
retumba tormenta de primavera.
2.
Tan suaves son los bosques verdes
de nuestro terruño,
la ola de cristal
muriendo junto al muro en ruinas
y dormidos hemos llorado;
andan con pasos vacilantes
bordeando el seto espinoso
cantantes en el verano vespertino,
en sagrada paz
de la viña que irradia a lo lejos;
sombras ya en el fresco seno
de la noche, águilas de duelo.
Tan suave cierra un rayo lunar
las marcas púrpura de la melancolía.
3.
¡Oh grandes ciudades
de piedra construidas
en el llano!
Así sin habla sigue
el apátrida
al viento con frente oscura,
a árboles pelados en la colina.
¡Oh ríos crepusculares a lo lejos!
Majestuoso inquieta
horrible arrebol vespertino
en el nubarrón de la tormenta.
¡Oh pueblos moribundos!
Ola pálida
rompiendo contra la playa de la noche,
estrellas que caen.