“Los docentes son rebuenos, te ayudan una banda, nos explican lo que no entendemos. Esperan que terminemos y si tenemos dudas nos enseñan al toque”. El que habla es Lucas, uno de los chicos alojados en el Instituto de Rehabilitación de Adolescentes de Rosario (Irar) y que desde julio pasado cursa el secundario junto a otros 16 compañeros. Fue cuando se habilitó un plan educativo para posibilitar que cumplan con la escolaridad obligatoria.
Junto a Lucas están Leandro, Brian, Joel y Nicolás. Comparten una clase de lengua donde analizan textos y oraciones. Sus historias escolares tienen en común ser inconclusas, y eso es lo que cada tanto dejan entrever cuando las repasan.
“Ya no me acordaba más de la escuela, ahora si. Había llegado hasta el segundo año de la secundaria, pero dejé porque me cansé, me llevaba mal con la directora hasta que me echaron”, cuenta Leandro valorando la oportunidad que tiene ahora de terminar el secundario, en especial “para conseguir un buen trabajo”.
Línea especial. Hasta julio pasado en el Irar funcionaba una escuela primaria y talleres de educación no formal. Sin embargo, la oferta del secundario era una deuda, más desde que es obligatorio en la Argentina (desde 2006).
Por eso, se solicitó permiso para habilitar una línea especial del Plan Fines, que es un programa diseñado y financiado por el Ministerio de Educación de la Nación para que quienes tienen más de 18 años terminen la secundaria. Se organiza con clases presenciales y tutores.
En este caso, es especial porque se autorizó a que se pueda enseñar a los jóvenes que tienen entre 16 y 18 años y están alojados en el Irar. Pero para que funcione como una verdadera escuela, en este caso los alumnos del instituto de Saavedra y Cullen, concurren a clases a diario (entre las 15 y las 18) y en forma obligatoria.
El dictado, seguimiento y organización de estas clases dependen de la Escuela Media para Adultos (Eempa) Nº 1.311 que funciona en la Unidad Nº 3, y que dirige el profesor Carlos Carlino.
Más allá de la formalidad y dependencias que intervienen, lo que docentes, funcionarios, y los mismos estudiantes valoran por igual es la oportunidad que tienen de terminar el secundario.
Oportunidad. “Es una oportunidad para ampliar el derecho a la educación de los jóvenes privados de la libertad”, asegura al respecto la directora de Justicia Penal Juvenil, Débora Cotichini, que define como un gran paso “ampliar e igualar las posibilidades de acceso a la educación para los jóvenes alojados en el Irar”.
Y recuerda, junto a la directora del Irar, Natalia Trincheri, que en el instituto se organizan cada mes diferentes actividades culturales y recreativas (optativas) que buscan “minimizar los daños que generan los contextos de encierro”.
Las funcionarias mencionan que además el cursado escolar es un aspecto clave que los jueces consideran y tienen presente para permitir salidas y evaluar las causas por las que están detenidos estos adolescentes. Así, el cumplimiento de la escolaridad es un pasaporte para pensar en un mejor futuro.
Esto también lo entienden muchos de los jóvenes y alumnos del Irar. Cada uno a su manera y buscando ejemplos cotidianos, hablan de esta posibilidad: “Me cuesta inglés, pero tengo ganas de estar acá”, “Cuesta retomar, es más difícil que la primaria”, “Por lo menos estando acá no vemos siempre rejas”, “La primaria la terminé acá, ahora voy por el secundario”.
Alternativa. También reconocen en la educación el poder de habilitar otras oportunidades, cuando definen al secundario, poder terminarlo, como una alternativa para acceder “a un buen trabajo”.
Karina Livoi es la docente que les enseña lengua. Describe cómo trabaja a diario y asegura que los jóvenes “ponen mucha atención y voluntad” por aprender. Repasa lo realizado en la semana y allí los mismos pibes traen a la charla una actividad de escritura que hicieron en un taller que les ofrece Fabricio Simeoni.
“Estuvo bueno, nos pidió una lista de palabras que nos vinieran a la mente, para armar otras y de ahí un escrito”, detalla uno de los chicos.
Qué dice la ley. Hay que recordar que desde 2006 la escuela secundaria es obligatoria, la misma norma atiende, en un capítulo especial, a lo que se denomina “educación en contextos de privación de libertad”. Se define así a “la modalidad del sistema educativo destinada a garantizar el derecho a la educación de todas las personas privadas de libertad, para promover su formación integral y desarrollo pleno”.
También se considera que “este derecho no admite limitación ni discriminación alguna vinculada a la situación de encierro, y será puesto en conocimiento de todas las personas privadas de libertad, en forma fehaciente, desde el momento de su ingreso a la institución”. Además en el artículo 59 de esta ley, se establece que “Todos/as los/as niños/as y adolescentes que se encuentren privados de libertad en instituciones de régimen cerrado tendrán derecho al acceso, permanencia y tránsito en todos los niveles y modalidades del sistema educativo”.
En tanto que “las formas de implementación de este derecho responderán a criterios de flexibilidad y calidad que aseguren resultados equivalentes a los de la educación común.
Satisfacción. Raquel de la Fuente es una reconocida educadora de ámbitos educativos en contexto de encierro. Actualmente es la coordinadora de Educación de Menores en Conflicto con la Ley Penal, que depende del Ministerio de Educación de la provincia.
Está satisfecha con la apertura de este anexo escolar para los jóvenes alojados en el Irar. “Ahora tenemos todos los niveles en el instituto”, dice y agrega que “la asistencia para los chicos es obligatoria, presencial y para que se concrete cuentan con mucho apoyo de todas las instituciones que intervienen en el Irar”.
Como buena maestra aprecia especialmente el significado de salida y libertad que tiene la educación en estos ámbitos. Y desde ya que reconoce que se concretan así “igualdad de oportunidades y de derechos”.