La idea era entrevistar a Ricardo Schlieper, ex periodista, agente de futbolistas y dirigente del PRO, para sumar elementos que permitan no ya entender sino al menos interpretar el frenético diciembre pasado en el que los movimientos de entrenadores superaron largamente el mercado de pases. También era una buena chance para preguntarle por Christian Bragarnik, su colega de moda y a la vista de cualquier crédulo una especie de manipulador de futbolistas y entrenadores, acusado y fustigado con poco éxito por un par de directores técnicos díscolos. Schlieper se hizo cargo de esas respuestas, pero fue determinante en un par de definiciones sobre el fútbol argentino. Tan contundente que llevaron la conversación para otro lado, impensado antes de comenzar y muy valioso después. Escucharlo, leerlo en este caso, al hombre que es representante de futbolistas desde 1987, pero también secretario político de la junta provincial del PRO e integrante por ese partido de la mesa de Cambiemos en la provincia, es casi como poner la lupa en la letra chica de lo que pretende el gobierno nacional para el fútbol argentino. Ricardo dirá que el fútbol televisado no es un derecho, que deben descender compulsivamente 10 equipos ahora mismo, en realidad a fines de mayo cuando termine el torneo, que debe instalarse la figura de las sociedades anónimas y que el voto debe ser calificado dentro de la AFA a la hora de las grandes decisiones.
No importa, las decisiones hay que tomarlas alguna vez.
Pero es muy fuerte.
Creo que tiene que haber voto calificado, es decir no puede votar igual Chicago que River o Barracas Central que Rosario Central. O sea, volver a una asamblea en la que los clubes que tienen mayor cantidad de socios, títulos, historia y demás tengan lo que tienen que tener. Si no, es muy difícil, te terminan ganando los votos del ascenso y estamos hablando de fútbol profesional. Creo que es fundamental la superliga. El torneo de 20 es por una razón comercial, ¿quién te compra un torneo de 30 equipos? Es imposible.
"Hay que volver al torneo de 20 equipos y yo soy partidario de los descensos compulsivos. Si subieron 10 de golpe, que desciendan por promedio de la misma manera"
Me parece estar escuchando a Angelici.
Bueno, por ahí coincidimos (risas). Creo que tiene que haber una apertura total a la figura de las sociedades anónimas. De las 30 principales ligas del mundo, la única que no tiene sociedades anónimas es Argentina. España lo hizo compulsivo en 1982 con Felipe González (del Partido Socialista Obrero Español-Psoe) en el gobierno, no es un tema ideológico. Les dio un año a los clubes que no estaban al día para recomponerse y si no lo lograban se convertirían obligatoriamente en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), que fue la figura que se creó. Zafó el Madrid porque está atrás Madrid, Barcelona porque es Catalunya, Osasuna porque tiene el respaldo de la comunidad de Navarra y Athletic Bilbao porque está atrás el País Vasco. Punto. Los demás se tuvieron que hacer todos sociedades anónimas y aún lo siguen siendo. Te doy más ejemplos: los clubes de la Premier League (Inglaterra) cotizan en bolsa; Benfica, Porto y Sporting de Portugal son clubes privados. Italia, Chile, Colombia, Brasil y México las tienen. Te estoy mencionando diferentes países y sistemas, con pasiones distintas, algunas muy parecidas a las nuestras y sin embargo el esquema funciona. ¿O creés que en la época en la que Italia era un país con un Estado enorme el hincha de Milan dejó de serlo porque apareció un señor mediático que tenía cadenas de televisión llamado Silvio Berlusconi? Compró las acciones, le metió a Arrigo Sacchi, trajo a tres holandeses (Rijkaard, Gullit y Van Basten) y ganó dos Liga de Campeones de Europa, 2 Intercontinental y 2 Supercopa de Europa. El hincha quiere que el equipo gane, qué le importa si es una sociedad anónima o civil.
¿Qué te parece que los dirigentes respondan con su patrimonio?
Es limitante. Porque Raúl Gámez, que es un buen dirigente, no podría candidatearse en Boca porque no tiene el patrimonio de Angelici ni de Macri. No se trata de que sea presidente de un club un tipo que es poderoso. Es una cuestión de esquema, hay que cambiarlo porque el fútbol argentino lo merece.
A propósito de cambios, desaparece Fútbol Para Todos.
Un absurdo, un ridículo.
¿Qué cosa?
Fútbol Para Todos. Nunca entendí al fútbol como un derecho para ver, el fútbol es un espectáculo. Con ese criterio, mañana hay un recital o una obra de teatro y lo hacemos para todos porque todo el mundo tiene derecho a ver teatro. No es así, andá y pagalo. Todo el mundo tiene derecho a ser atendido en un sanatorio, a la educación, pero no a ver fútbol. Hay otras cosas. Además el fútbol es un espectáculo profesional, porque los jugadores ganan un montón de guita.
"Tiene que haber voto calificado. No puede votar igual Chicago que River o barracas Central que Rosario Central"
Pero mientras más gente pueda verlo, mejor.
Perfecto, pero como en cualquier parte del mundo. La mayoría de la gente tiene cable, inclusive los sectores menos pudientes, está lleno de antenas de DirecTV.
¿Lo decís con despecho?
No, es la realidad. ¿Cuál es la razón de ser del fútbol para todos? ¿Cuál es el derecho que le quitás a la gente con un partido de fútbol?
Lo único en lo que estamos de acuerdo es en que no es una necesidad primaria.
Es un espectáculo, hay que pagarlo. Como el hockey sobre hielo en Canadá o el fútbol americano en EEUU. Y el espectáculo tiene que tener condiciones. Argentina es una potencia en fútbol, pero las canchas dan pena, la estructura da pena.
Eso sí. La presentación de los partidos en Argentina, la estética, es un espanto.
Tal cual. Imaginate la final de la Copa Italia en un piso como el del Kempes en la final de la Copa Argentina. Es una vergüenza mostrarlo por televisión.
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Foto: Héctor Rio / La Capital
Agente de jugadores, periodista y político ¿Todavía te preguntan por la tele?
Sí (risas), es gente de cierta edad que se acuerda. Fueron varios años y en una época en la que no había cable. O veías el 3, que era el mío, De 12 a 14, o veías el 5.
¿Periodista, empresario futbolístico o político?
Dos cosas me marcaron: ser agente de jugadores por la cantidad de años que llevo en esto y el periodismo porque es una profesión que te forma, me dio perspectiva. Era una época muy distinta, antes tenías que salir a buscar la información y ahora tenés todo a un click. A mí siempre me gustó escribir, me parece que es la mejor forma de expresarse. De todas maneras, quiero mucho mi profesión actual, llevo 30 años en ella, fui de los primeros. Trato de llevarla adelante con el mayor grado de profesionalismo viendo cómo con el tiempo las cosas a veces mejoran y empeoran.
¿Te ayudó el periodismo para ser agente de jugadores?
Me dio el acceso al fútbol. Cuando arrancás lo primero que hacés es ir a buscar a los conocidos y yo había hecho mucho tiempo periodismo deportivo. Vestuarios, prácticas, viajes. Eso te hace conocer jugadores, que en realidad fueron nuestros primeros clientes.
¿Quién fue el primero?
Juan Simón. El me dio un poco la idea una vez que lo fui a visitar a Mónaco, somos amigos. Después seguimos con Jorge Balbis, que hoy es mi socio, con el Patón Bauza. Menos Argota, aquel plantel campeón de Central era íntegramente representado por nosotros. Y teníamos a cuatro de Newell's: Basualdo, que trabaja conmigo; Ciraolo, que lo vendimos a España; el Tata Martino y el Flaco Theiler. Son los cuatro que no nos sacó Eduardo Bermúdez, hoy presidente de Newell's (risas).
¿Se lo recriminaste alguna vez?
No, no, no, teníamos como el territorio dividido. El era un hombre muy vinculado a Newell's como jugador y técnico y nosotros con Central porque además éramos hinchas.
¿Cuál era la función del agente por entonces?
La que nunca debió dejar de ser: le arreglás un contrato a un jugador, lo asesorás en sus temas personales y buscás su progreso. Les hacemos los contratos y les buscamos oportunidades.
¿Quién es Bragarnik? Desde afuera parece el dueño del fútbol.
No, para nada. Es un tipo vivo que aprovecha el momento, las circunstancias. Es un profesional de esto que conoce el trabajo. Es un colega con el que hemos tenido trato y no tengo problemas. No lo creo dueño de nada.
¿Es el Mascardi de estos tiempos?
Es otra historia, otro contexto, otro fútbol.
¿Aloisio?
No, tampoco. Te diría sí que Aloisio era mejor que Mascardi, que tenía pocos códigos. El de Bragarnik es un momento que se da. A lo mejor tenés tres o cuatro jugadores tuyos que explotaron y por eso estás en el centro de la escena.