Cualquiera que compare lo que pasa en materia educativa en la Ciudad de Buenos Aires con la provincia de Santa Fe bien puede creer que en tierras santafesinas la educación es como en Finlandia. Las muestras de desprecio que el jefe porteño, Mauricio Macri, ha dado, sobre todo en estos últimos meses, por la enseñanza pública —en realidad, más que eso: un perfecto proyecto de destrucción del derecho a educarse— con los contenedores convertidos en aulas y dejando a la buena de Dios a cientos de pibes, alcanzan como muestra.
Viene bien no perder de vista este modelo que el macrismo tiene como plan educativo, sobre todo en una provincia donde el PRO ha cosechado buenos votos y con candidatos que hacen remover en la tumba a los líderes de la historia política nacional.
Candidatos que no hay que olvidar responden al reutemismo, gobierno que los docentes hacen esfuerzo a diario para olvidar, pero que lamentablemente es un recuerdo que ahora se vuelve vivo con la puesta en debate del presentismo docente en la mesa de la paritaria nacional. Lo llamativo, doloroso y contradictorio es que llegue de manos de un gobierno que ha hecho de la educación una política de Estado y la ha puesto en el más alto nivel en la última década, con una inversión histórica, construcción de escuelas, capacitación docente gratuita y en servicio, y leyes educativas que responden a las luchas de muchos años de la docencia argentina.
Es peligroso hablar de presentismo en una región donde la derecha no pierde oportunidad para avanzar y desprestigiar a la educación pública como derecho de todos, y donde hay proyectos que nunca bajan la guardia de atar el salario de los maestros a los logros educativos. Como si la escuela fuera una fábrica de hacer chorizos.
Este fin de semana, en el matutino Página 12, el líder de la CTA nacional, Hugo Yasky, recordó que la historia de postergación y destrucción que sufrió la educación pública en tiempos del menemismo "con Néstor Kirchner se revirtió y convocó a la Ctera a la discusión por la ley de financiamiento educativo. Cuando se presentó la ley, sostuvo que el objetivo era tener un piso salarial docente que sirviera para presionar hacia arriba los salarios en provincias más pobres y evitar la desigualdad". Enfatizó sobre lo inaceptable del presentimo, además de advertir que "sería injusto que el sector docente tuviera que pagar dentro del sector público los costos del desmadre económico que ocasionaron grupos especuladores y tenedores de dólares".
Santa Fe pasó durante doce años por la extorsión del presentismo docente, surgió en los años en que Reutemann gobernó la provincia y su fiel ministro Fernando Bondesío oficiaba de "gerente educativo" (así le gustaba autodenominarse). Fue entre 1992 y 2004, hasta que la ministra Carola Nin (de Jorge Obeid) lo dejó sin efecto.
Una de las razones que argumentan quienes apoyan —explícita o solapadamente— el presentismo docente es el alto grado de ausentismo que se registra en el magisterio. Una mirada sesgada si solo se miran los números, porque si bien hay abusos, desidia por la profesión y hasta lo que se conoce como "fraude laboral" en el sector, son más las enfermedades causadas por diferentes razones propias del oficio que lo afectan, y de las que poco se habla.
En 2011 el doctor Jorge Kohen, un prestigioso especialista y estudioso de la problemática de la salud de los trabajadores, en particular del magisterio, señalaba en una nota publicada en el Suplemento Educación de La Capital que en Santa Fe "los pedidos de licencia por enfermedad se incrementan en un 10 por ciento cada año", un dato que —señaló— no cambiaría "si no se modifican sustancialmente las condiciones de enseñanza y se atiende con seriedad el problema de la violencia en la escuela".
Una realidad que no ha variado mucho en la provincia y que por el contrario se hace más grave en ciudades como Rosario, expuesta a una violencia inusual, donde lo común no son ya las peleas en los recreos, sino la muerte de adolescentes y jóvenes en los barrios. Amén de la soledad y desamparo en el que muchos profesores trabajan (llamativo para un ministerio que tiene una Dirección de Bienestar Docente, única en su tipo en la región).
En ese mismo artículo, Kohen no desconocía la problemática de lo que técnicamente llaman "el núcleo de fraude laboral", que se corresponde a los que inventan una enfermedad, y que tal como manifestaba "no supera el 10 por ciento de todos los que piden licencia".
A este panorama se podría sumar los que ocupan cargos jerárquicos de gestión —nombramientos políticos— y de los que poco se sabe qué es lo que hacen porque ni siquiera conocen cómo llegar a una escuela mil veces robada para dar un mínimo de respaldo a los maestros afectados y que a diario ponen la cara. También los casos de los que se les asignan horas cátedra para cumplir funciones de los que luego hay pocas noticias. Un ejemplo emblemático fue el de la ex ministra Elida Rasino —ahora diputada nacional del FAP— que cuando dejó la gestión accedió a 12 horas cátedra en el nivel superior —tal como explicó en su momento su sucesora Letizia Mengarelli— "para asesoramiento" y "dictar unos seminarios de su especialidad, la educación física". Hay que aclarar que ya no goza de este beneficio.
En medio de una alegría inusual de maestros y profesores de secundaria que lograron después de mucho tiempo titularizar en sus cargos u horas cátedra, que se multiplicó en las redes sociales —foto que para que sea completa aún falta sumar a la educación privada, que no goza de este derecho—, la semana pasada los gremios docentes recibieron la propuesta salarial del gobierno provincial. Como dijeron los máximos dirigentes de estos sindicatos, "una oferta que vale ser considerada". Y seguramente los maestros lo harán con el mismo grado de sensatez con el que siempre han tomado todas las decisiones, ya sea de aceptación o de medidas de fuerza.
Por eso resultó innecesaria la advertencia de la ministra Claudia Balagué de esgrimir que era "la mejor propuesta que se puede hacer" y que de no aceptarse "se caía toda", además de evaluar la posibilidad "de que no se pague esta suma fija acordada para febrero". Innecesaria y hasta condicionante de un proceso de discusión que solo compete al interior del gremio docente. También, y por qué no pensarlo, similar a una especie de presentismo.
Nadie puede dudar de que los maestros son los más interesados en que las clases comiencen, de hecho desde el año pasado están reclamando discutir con tiempo, algo que en Santa Fe pareció lograrse. Y son los más interesados porque por algo han elegido este oficio que desde el principio saben les demandará mucho más que lo que un salario puede cuantificar.