Punto final. El paso de Central por esta imponente Medellín terminó como una pesadilla más que un sueño. Se despidió de la Copa Libertadores en una noche torcida, pese a que arrancó escribiendo una novela de amor con la tinta de su goleador Marco Ruben. Cayó por un 3 a 1 sin anestesia en el partido de vuelta de los cuartos de final. Pero lo más llamativo fue que el equipo no mostró la sincronización suiza que ameritaba la jornada histórica en el Atanasio Girardot. Estuvo y quedó fuera de contexto en todo sentido ante un Atlético Nacional que se instaló entre los cuatro mejores del continente. Un cierre de semestre casi tan impensado como posible.
Todo termina. Todo tiene un final. Vaya que no es fácil la vida para esta versión de Central. Es cierto que sufrió diversos imponderables desde que comenzó la temporada con doble competencia. También que en el plano local quedó fuera de carrera hace un par de fechas. Y le quedaba esta ilusión. La Copa.
El Chacho Coudet y su fiel tropa apostaron las pocas fichas que les quedaban en el bolsillo a un pleno internacional. Pero quedó claro que se levantó con el pie izquierdo ayer. Y lo pagó muy caro por la noche. Porque estuvo virtualmente ausente en cancha. Poco y nada de juego. Muchas fallas. Demasiadas ventajas ante un rival que demostró tener claro lo que quería. Y en estas instancias no se puede ofrecer tantas ventajas. Porque el que pierde, queda en el camino.
Todo fue tan vertiginoso que a los ocho minutos Central destapó la olla a presión en el estadio Anastasio Girardot. Marco Ruben capitalizó con la frialdad implacable de todo goleador un penal que hizo Copete al meter la mano cuando Salazar pisó el área verde. La noche le hacía un guiño al sueño canalla, para la sorpresa de todos.
Claro que Guerra casi nivela las acciones en medio del juego friccionado e intenso, en el que las imprecisiones también florecían al compás que el cronómetro avanzaba. Pero en medio de la tensa calma y expectativa que había en las tribunas, el hábil y pachorriento Torres casi sucumbe el arco canalla, aunque su remate no logró el objetivo. Si bien Marlos Moreno expuso las falencias defensivas auriazules, la realidad es que no pudo vulnerarla.
Cuando parecía que Atlético Nacional se iba a ir al descanso masticando impotencia llegó lo que ningún canalla deseaba: el empate. El recién ingresado y picante Orlando Berrío expuso la falta de ritmo y coordinación de Kity Villagra, quien minutos antes había suplantado al lesionado Pablo Alvarez, y asistió a Macnelly Torres, quien terminó haciendo explotar de felicidad a los anfitriones. Fue un mazazo en seco para Coudet y compañía.
Sobre todo porque en el amanecer del complemento Donatti falló en el despeje de una bocha filosa y milimétrica que sacó de la galera Torres y Alejandro Guerra fusiló a Sosa y destruyó parte de la esperanza que le quedaba al auriazul. En un puñadito de minutos se derrumbaba el sueño copero para la visita. Por errores propios. Y virtudes ajenas en un frenético espectáculo.
El Verde dominaba a gusto. Y a placer. Encima, al canalla no le salía nada. Hacía todo lo que no estaba permitido en este trascendental partido. El 3 a 1 que marcó Berrío en tiempo adicional no hizo más que resaltar la pobre performance que exhibió el Canalla, que terminó despidiéndose de la Copa Libertadores con escándalo incluido en el momento menos soñado.