En ninguna parte del mundo se vende el diario del lunes antes del lunes propiamente dicho. Por caso, el domingo o el sábado anterior, cosa de tener un poco más de tiempo para las decisiones o los análisis con enormes ventajas respecto de todos los demás que no tengan tan preciado ejemplar. La expresión es frecuente en el deporte, en muchas ocasiones en el futbol, para decir que con el resultado puesto es muy simple decir lo que había que hacer para ganar el partido. Debía jugar Juan en lugar de Pedro, lo que hubiese evitado la derrota.
Con el diario del lunes en la mano antes del lunes cualquiera gana las apuestas o realiza los mejores análisis. De modo que la expresión recibe un sentido reprobatorio para todos aquellos sabihondos que saben lo que va a ocurrir... pero con los hechos consumados. En suma, un hablar sin riesgos.
Los españoles tienen una frase con un sentido similar, "a toro pasado". Es una expresión obviamente proveniente de la tauromaquia cuyo sentido es una "calificación taurina para reprobar un lance que se consuma cuando el toro ya pasó y no ofrece peligro alguno". El caso es que no se puede vivir a toro pasado ni con el diario del lunes en la mano por lo tanto sin la incertidumbre consustancial a la vida, especialmente, en la existencia humana. A toro pasado y el diario del lunes vienen a ser expresiones parientes de la famosa bola de cristal, artilugio básicamente inexistente poseedor (en caso de existir) de la mirada más larga y más profunda. Sin embargo la cosa es diferente. Como se sabe la bola de cristal puede ver lo que va a ocurrir, en cambio el diario del lunes y el dicho taurino saben lo que realmente ocurrió sólo que lo saben antes de que suceda.
La diferencia no es mínima. Saber lo que ocurrió efectivamente antes de que ocurra no es lo mismo que saber lo que va a ocurrir —bola de cristal mediante— pues en este último caso siempre existe la posibilidad de que el diablo meta la cola y la bola cristalina no tenga tiempo de actualizarse. En cambio en el primer caso saber lo ocurrido antes de que ocurra es distinto pues en tal caso el diablo tiene que abstenerse. Con lo que con el diario del lunes es muy posible que tengamos a Dios de nuestro lado con la data puesta y sin que nadie la conozca, salvo el imposible poseedor del improbable diario. Lo cierto es que el diario del lunes, la bola de cristal y a toro pasado son engendros de la imaginación humana, en definitiva parientes de todos los horóscopos, los incontables médiums y todos los adivinadores profesionales o amateurs que no logran ni lograrán disipar ni mucho menos borrar la insondable incertidumbre humana.
Una pregunta inevitable: ¿sería bueno, acaso imprescindible, repartir a lo largo y a lo ancho de la llamada clase política diarios del lunes en los centros y en las periferias del planeta? Nos guiaría un noble propósito, a saber, que dicha clase hiciera experiencia al poder ver los resultados de sus políticas antes de que efectivamente ocurran. La objeción surge en forma inmediata en tanto dichos resultados no podríamos alterarlos por la sencilla razón de que aún no estarían producidos. Sin embargo tan noble propósito es posible que pueda lograr un guiño de Dios, con lo que el Señor nos podría dar una ráfaga de su infinita imaginación que nos permitiera a los humanos ver la enorme grieta entre lo prometido y lo realizado. Para que alguna vez las sociedades puedan de verdad hacer algo distinto a fin de que comiencen a desaparecer las miserias económicas y sobre todo las miserias morales de los poderes de siempre. Es decir, los causantes de las desigualdades crónicas.
Ahora bien, si bien nadie tuvo, ni nadie tiene, ni nadie tendrá el diario del lunes no deja de sorprender que algunos encumbrados ni siquiera tengan el diario del día para, precisamente, estar al día con algunas informaciones. Es el caso de Donald Trump el flamante candidato del Partido Republicano a la presidencia de los EEUU cuyas declaraciones suelen provocar escozor en algunos sectores así como aplausos en otros. Otro millonario candidato a ocupar la presidencia sólo que esta vez se trata del país number one con consecuencias para todos. Circulan por internet frases del magnate metido a candidato para el asombro o la indignación según los casos. Sólo dos como muestra: afirmó en una ocasión que él "podría disponerse a matar personas en la 5ª Avenida y eso no afectaría su performance electoral". Recientemente amenazó con lo siguiente: "Si pierdo las elecciones los EEUU se convertirán en Venezuela o Argentina". Con toda evidencia sus asesores no le avisaron, ni él se enteró motu proprio, que en la Argentina desde diciembre el presidente es otro, afín a sus ideas y a sus millones. Obviamente luego vinieron las aclaraciones. Pero fueron explicaciones hechas a toro pasado. En suma, no creíbles. Se puede decir que no es más que una anécdota que le puede pasar a cualquiera. Cierto. Sin embargo en este momento Donald no es cualquier pato. Enterarse antes de tiempo y enterarse tarde son los dos polos de la bipolaridad humana con respecto al tiempo. El martes 10 de mayo del presente año Mitsubishi Electric anunció que en el próximo mes de julio instalará en la torre de Shangai (623 metros de altura, el 2° del planeta) el ascensor más rápido del mundo: subirá 119 pisos en 53 segundos a casi 74 kilómetros por hora. Es decir, sin tiempo para fobias. La información no precisa si el meteoro baja a la misma velocidad. Tal vez no se precisa tal información. En cambio la mentalidad de la llamada clase política del planeta desciende a mayor velocidad que la nueva joya japonesa. Una mentalidad sin el diario del lunes, ni el del día de la fecha, con viejas políticas disfrazadas de nuevas (cambiemos pero no cambiamos) que van agrietando las sociedades más allá de algunos brillos. Un imperativo recorre el planeta: pulsar la opción "reiniciar" la política.