El domingo pasado un hombre joven murió en pleno partido de fútbol, en un torneo muy popular que se juega en Funes, a pocos kilómetros de Rosario. La noticia impacta, entonces es imposible no recordar tantas muertes inesperadas en los últimos años en personas aparentemente sanas.
El caso más emblemático de los conocidos es, probablemente, el del hijo del médico Jorge Bombau, Beltrán, quien falleció a los 14 años haciendo deporte con amigos, un día de intenso calor, junto a compañeros de su colegio de Palermo Chico. Aunque había un desfibrilador cerca, ni los profesores de gimnasia ni la médica que estaba en el lugar lo usaron cuando el chico se desmayó. Su papá inició desde entonces una cruzada para que se entienda que la actividad física debe ser moderada y controlada, que es imprescindible que todos conozcan técnicas de resucitación cardiopulmonar (RCP), que se coloquen cardiodesfibriladores en todos lados y que la gente sepa cómo usarlos.
La actividad física está considerada como una cuestión indispensable para la buena salud, sin embargo los excesos pueden volverse en contra y hasta provocar una muerte súbita. Alguien dirá que los casos no son muchos, que no han aumentado sino que se publican más y con las redes sociales se potencia su impacto. Lo cierto es que cada uno de ellos genera un shock en la sociedad.
¿La clave? El entrenamiento moderado y controlado, y no excederse cuando el deporte se realiza en forma esporádica.
El presidente de la Sociedad de Cardiología Argentina, Roberto Peidro —quien visitó Rosario invitado por Fundación Osde— disertó justamente sobre el deporte y su contracara más feroz: la muerte súbita.
En diálogo con Más subrayó una y otra vez que la actividad física es indispensable para tener una buena salud y aseguró que "los beneficios del deporte para prevenir eventos cardiovasculares y la muerte son mucho mayores que los riesgos". Dijo, también, que el ejercicio físico no sólo ayuda a que funcione mejor el corazón sino que también previene enfermedades desde óseas y musculares hasta el infarto, el accidente cardiovascular (ACV), hasta enfermedades oncológicas. Pero al mismo tiempo mencionó que los excesos pueden tender una trampa. La edad promedio de quienes padecieron un paro cardíaco haciendo actividad física es de 51 años en ambos sexos. "A medida que corre el almanaque hay más probabilidad de que suceda. De hecho nosotros hacemos una división en los 35 años. De ahí en adelante cambia todo", comentó. Información, conocimiento, controles médicos y precaución parecen ser las claves para que deporte y salud sean aliados y no enemigos.
Se puede prevenir
El 90 por ciento de las muertes súbitas son cardíacas. Por eso es muy importante conocer cuáles son sus causas. Se sabe que en las personas de más de 35 años la causa más frecuente es la enfermedad en las arterias coronarias que se tapan y puede llevar a un infarto o una isquemia. Y por debajo de los 35 se desencadena por enfermedades congénitas o genéticas.
Dentro de ese 90 por ciento, el 80 por ciento fallece por una arritmia ventricular grave, donde el corazón no tiene fuerzas para contraerse. Eso se corta si se le da un shock eléctrico con un desfibrilador. Por eso es fundamental que estos equipos estén cerca y cada vez está siendo más obligatorio que tengan este equipamiento y que la gente conozca las maniobras de resucitación cardiopulmonar (RCP). Hoy ya hay colegios de Buenos Aires que se están equipando de esta manera.
Desde el 20 al 27 de este mes la Fundación Cardiológica Argentina está poniendo en marcha la semana de lucha contra la muerte súbita, donde se van a realizar cursos de RCP en todo el país para concientizar a todos. "Si se sabe qué hacer cuando a una persona le ocurre un episodio de este tipo se puede salvar una vida", aseguró el especialista.
Explicó que "por cada minuto que se pierde en atender a una persona, hay un 10 por ciento menos de chances de vivir. Pasados los 10 minutos ya no hay posibilidades, pero si se llega antes de los tres minutos con un desfibrilador se puede salvar esa vida". Por esto cada vez más se apunta a que los lugares deportivos sean "cardioprotegidos", es decir que cuenten con desfibriladores cercanos al lugar de la práctica deportiva y con personas que sepan de resucitación cardiopulmonar.
Además, es fundamental que las personas de todas las edades se hagan los controles periódicos de corazón con el cardiólogo.