Una falla geológica real fue el punto de partida para "La última ola", producción noruega de dimensiones hollywoodenses y la primera película de desastres naturales en los países escandinavos. El filme, que se estrena hoy y que fue seleccionado en su país para aspirar al Oscar, cuenta con la dirección de Roar Uthaug, quien ya fue elegido por Warner para dirigir un reinicio de la franquicia "Tomb Raider".
Ubicada en la montaña Akneset, en el fiordo noruego de Geiranger, la historia se desarrolla el mismo día en el que un violento tsunami de más de 80 metros podría aplastar todo a su paso. Entre las posibles víctimas hay un geólogo que se ve atrapado en medio de este desastre natural y que iniciará una carrera contra el tiempo para salvar su vida y la de los suyos.
Uthaug contó al portal Cineuropa cómo surgió su interés por rodar este filme que se transformó en referente de su país en el rubro catástrofe sobre una falla geológica que está sujeta a un intenso monitoreo científico desde que en 1905 provocó una catástrofe. "Martin Sundland, productor de Fantefilm Fiksjon, fue quien un día me habló de Akerneset, una montaña al oeste de Noruega compuesta en parte por una gran masa inestable que tarde o temprano se derrumbaría, cayendo al fiordo de Geiranger y provocando un maremoto. Esta amenaza existe, y en esta región, bien conocida por los turistas, también hay un centro de vigilancia y alerta".
Competencia. Ese detalle fue central a la hora de diseñar la historia, ya que el personaje protagónico es el encargado de ese centro. "A Martin se le ocurrió en seguida hacer una película sobre este peligro potencial. Reconozco que tenía mis dudas. Yo sabía que con filmes como «Kon-Tiki» o «Max Manus», Noruega ha llegado sin duda a tener competencias sólidas en materia de efectos visuales creados digitalmente, y esto me tranquilizaba, pero, ¿cómo mantener el suspenso, la tensión dramática, una vez que se muestra el tsunami?".
Sin embargo, el filme requirió de un equipo multidisciplinario para hacer viable una historia como esta. "Martin y yo hablamos mucho, yo desarrollé la idea, pero he preferido dejar la labor de escritura a los guionistas John Kare Raake y Harald Rosenlow Eeg. Quería tomar distancia con respecto a la historia para poder concentrarme mejor en la dirección. Me gusta mucho trabajar en trío: productor, director, guionistas. Trabajamos en nuevas ideas, por separado y en común. Esta colaboración me parece beneficiosa".
Para acentuar la idea de riesgo real, la producción recurrió a imágenes de archivo. "Mejoramos nuestra ficción con imágenes sacadas de archivos documentales sobre las catástrofes de Tafjord en 1934 y la de Loen en 1936, pero para las imágenes, hemos usado efectos visuales generados por computadora y efectos especiales sin intervención digital, tanto por separado como simultáneamente, como en una escena en la que se ven de frente dos personajes sentados en un coche: cuando el agua impacta, los efectos visuales son relevados por trombas de agua que fueron arrojadas realmente sobre los actores a fin de lograr una mayor verosimilitud".
Lo humano sobre la tragedia. En cuanto al elenco, el director eligió a Kristoffer Joner y Ane Dahl Torpson, muy famosos en Noruega. "Ellos rodaron juntos muchas veces y forman una pareja creíble. Por eso, me decanté por ellos muy rápidamente. Ellos interpretan al geólogo Kristian y a su mujer Idun, atrapados en el epicentro de una verdadera carrera a contrarreloj. En cambio, fueron necesarias muchas audiciones para encontrar a Julia y Sondre, los hijos de esta pareja".
Es que, según explicó Uthaug, prefería anteponer el aspecto humano sobre lo espectacular. "No quería dar prioridad a lo espectacular en detrimento de lo humano. Por ejemplo, los colegas de Kristian en el centro de vigilancia, personajes en apariencia secundarios, tienen para mí una importancia real. Son personas normales y humildes que quería mostrar en toda su sencillez".
Pero ese clima de desesperación en medio de una catástrofe, se transfirió a todo el pueblo donde se filmó la película. "La población local nos ayudó mucho en el rodaje: durante tres tardes seguidas, 85 personas de allí corrieron incansablemente por Orneveien, una carretera que bordea el fiordo de Geiranger antes de ascender hacia las cumbres. El entusiasmo con el que participaron me emocionó de verdad", afirmó.