Uno de los mayores cuestionamientos que la gente le hacía al antiguo bar El Cairo en las décadas del 80 y 90 era la buena pero lenta atención de los mozos. Para tomar un simple café tal vez había que esperar un buen rato y ni qué hablar si se ordenaba un tradicional Carlitos. Pero eso es el pasado. Ahora, el remozado tradicional café de la ciudad que es visitado por turistas de todas partes, extranjeros incluidos, parece repetir viejos vicios de antaño. El ambiente es confortable, la calidad gastronómica de lo que se ofrece también pero, como antes, el servicio es lento. Y es lento no por culpa de los mozos y mozas, que atienden a la gente con amabilidad, sino porque el personal es superado por la cantidad de gente. Para dar sólo un ejemplo, el pasado lunes, por la tarde, día feriado, el salón estaba completo y a simple vista era imposible que los mozos pudieran atender como corresponde a tanta gente, que tenía que tener paciencia para conseguir un mozo libre. Es que sólo había tres para todas las mesas. ¿No sería bueno que los empresarios dispongan más personal y achiquen los tiempos de espera? Les dejamos la sugerencia.
Macri y los salames cordobeses
En su reciente paso por Córdoba, la campaña presidencial de Mauricio Macri tuvo un aporte gastronómico de parte de los comerciantes cordobeses, aunque tuvo poco de voluntario. Durante la recorrida por la ciudad, uno de los principales colaboradores del candidato presidencial de Cambiemos -que suele asistir a las reuniones de la mesa chica- pasó por una fiambrería y les dijo a quienes atendían: “¿Quieren colaborar con la campaña de Macri? Dénme salames”. Así, los embutidos fueron degustados durante las recorridas. ¡Bon appetit!
Redrado casi pierde el avión
El economista Martín Redrado casi se queda en tierra y pierde su avión, que abordó finalmente para asistir a una reunión del FMI y el Banco Mundial en Lima. Sin embargo, la presencia del asesor económico del Frente Renovador en la capital peruana estuvo en riesgo por culpa de un paseo un tanto extenso por el free shop del Aeropuerto de Ezeiza. Según se supo, Redrado se quedó dando vueltas y comprando productos en el área clásica de todo viajero y debió ser llamado por altoparlante para que aborde su vuelo.
“Pasajero Redrado, Martín, favor de acercarse a la puerta de embarque”, escuchó el blondo economista, que debió partir raudamente del free shop para no perder el vuelo