Días pasados fuimos testigos de dos paros docentes. No se entiende muy bien cuando un gremialista docente dice "la medida de fuerza fue exitosa". No hay éxito en el nivel de acatamiento de un paro docente. Exito sería que se cumplieran los 180 días de clases, que históricamente no se cumplen, o que nuestros alumnos se destaquen por su nivel educativo en pruebas internacionales. O que decrecieran los índices de deserción escolar. Con estos paros, miles de chicos fueron rehenes de disputas gremiales. Los escolares deben estar en las aulas, los días de paro no se recuperan, y no se cumplen los programas de estudios. A la par, el desorden en la organización familiar cuando ambos padres trabajan. Por supuesto, esto se resuelve en lo inmediato con más plata para los sueldos docentes. El presupuesto para educación primaria, nacional y provincial, es importante. Pero creo que se malgasta o no se aprovecha adecuadamente. A pesar de que hay menos alumnos en la carrera docente, existe una elevada cantidad de maestros en relación a la cantidad de alumnos. Y, a la vez, hay un alto porcentaje de inasistencias por parte los docentes, cargo que cubre un reemplazante, y hasta un reemplazante del reemplazante. Avalado esto por el mismo sistema, muchas veces por problemas reales de salud y muchas otras veces por "dudosas" carpetas médicas. No es un juicio de valor sobre el trabajo de los maestros. Todo lo contrario, resalto la actividad de la mayoría de los maestros con vocación de servicio, y sobre todo en el interior, que deben trasladarse en malas condiciones de transporte. Resalto además que todos están expuestos a la desconsideración de padres y alumnos, y que están mal remunerados. Trato de describir una realidad. Esta realidad que nos da otra lectura. En los últimos años, con gran esfuerzo, los padres traspasan a sus hijos de escuelas públicas a privadas. A diario, vivimos la hipocresía de muchos dirigentes políticos y gremiales defendiendo la enseñanza pública, pero haciendo muy poco por ella. Me pregunto: ¿no habrá llegado el momento de que autoridades nacionales y provinciales, legisladores y los gremios docentes en su totalidad, se sienten en una mesa de diálogo para tratar estos y otros temas para un futuro promisorio? La sociedad lo está exigiendo. Por nuestros escolares, que no tienen voz.