“Traje cositas”, dice, y entrega una bolsa que lleva su gráfica característica. “Muy Rosario”, se lee, es del Etur, del ente de turismo. “Estoy haciendo algunas cosas ahí”, comenta. Adentro de la bolsa hay un folleto al respecto pero también está Tersura, en formato pequeño, sus aventuras, y el catálogo de la muestra que Balestra montó en el Centro Cultural Parque de España hace casi dos años, "Una idea es como un beso". Esa muestra, cuenta, fue y es clave en su desarrollo como dibujante. Porque eso es, dibujante, así es como ella quiere que ser. Habla de esa muestra aún en presente. Porque logró unir mundos propios, íntimos, sentimientos e ideas. “Leí en algún momento que un beso es todo lo que uno es en ese instante, condensa todo, y una idea es también eso. Esa muestra es todo lo que yo soy”, afirma. Y de ahí viene Tersura, de ese cosmos, diría Flor.
Hace más de 20 años Flor Balestra se instaló en el Pasaje Pan, allí está su local, en el número 26. Pero hoy siente que necesta salir de allí. “Lo amo, lo adoro, pero estuve un poco escondida”, reflexiona. Antes de la muestra del Parque España solía decir que no le interesaba exponer, porque lo que tenía para mostrar, lo exhibía en la vidriera de su local/taller. Fue un desafío encararla y dejó marcas, al igual que una intervención pública que hizo en una de las ediciones de TEDxRosario, donde a modo autobiográfico se presentó y mostró su mundo.
“«Tenés que hablar», me dijeron, «no, yo no hablo, puedo hacer una pieza gráfica», respondí, pero me dijeron la palabra mágica: idea. Y me animé. Yo siempre quise llamarme Idea por Idea Vilariño, que la amo, y me puse a escribir y me animé. Está en Youtube, pero nunca pude verlo, no puedo verme, tengo demasiada autocrítica”, considera.
La génesis
Tersura se presentó en sociedad en aquella muestra del Parque de España. Pero su origen es anterior, Flor comenzó a dibujarla cuando fue subsecretaria de Cultura de la Municipalidad. Lo cuenta en tono casi de murmullo, de secreto. Algunas de esas libretitas y cuadernos que fueron sus primeras locaciones estarán expuestas en las vitrinas de la sala Miradas de Lavardén.
“En la sala Miradas, como es grande, mas bien cuadrada, voy agregar vitrinas, donde voy a mostrar otras cositas, las libretas y cuadernitos originales donde nació este personaje, que tiene que ver con los cuatro años cuando fui subsecretaria, donde casi sin darme cuenta andaba todo el tiempo con unas libretas y cuando llegaba temprano a algún acto hacía algún dibujito. ¿Qué pasó? —se pregunta— Los dibujé con tanta inconsciencia, sin pedirles nada, que después cuando los volví a ver me gustaron un montón y casi que no los puedo ni tocar, porque están hechos con.... no sé, como que era para mí, no para los demás, y entonces me gusta que no hay nada forzado, sino lo que yo quería. Los vi muy frescos, ahora los estoy acumulando. Después aparecieron amigos, personajes que acompañan a Tersura. Yo nunca tuve tantos personajes como en estos últimos tiempos. Me debo haber sentido un poco sola, tal vez. Inventé un montón de amigos. Te aclaro que Tersura no tiene nada que ver conmigo, no es mi alter ego, de ninguna manera”.
Tersura, según Flor, “es todo lo que une lee, lo que escucha, lo que ve, lo que siente. Ves a las mujeres, con sus calzas y taquitos, y las escuchás hablar unas de otras, y ahí está Tersura, por eso se siente linda. Nunca me había engachado tanto con un personaje”, confiesa.
—¿Cómo te definís? Hacés animación, historieta, ilustración, dibujás, también escribís.
—El dibujo es un mundo donde yo me siento cómoda, no puedo aspirar a otro ambiente. Me gusta ese, el del dibujo, la historieta, el del dibujo animado, hay mucha gente con mucho deseo dibujando, con muchas ganas, con mucho entusiasmo. Yo soy profundamente dibujante, no podría decir que soy animadora, ni que soy humorista, me han puesto en un montón de lugares, pero soy dibujante. No puedo ponerle nombre a qué tipo de historieta hago, me da mucha vergüenza... yo no estoy ni informada, yo leía historieta cuando era muy chica; las de mi hermano, como Nippur de Lagash, que eran maravillosas, o después Mafalda, Patoruzú, Pequeña Lulú, devoraba todo. Me da mucha vergüenza decir que hago historieta, dibujo historias, quizá, son momentos, son situaciónes, hay cierta ilación. Es tiempo, en la historia hay un tiempo, que dice, cuándo el personaje se detiene o avanza. Yo casi nunca hago hablar a mis personajes, es muy raro que hablen, recién ahora tienen texto.
—Pero vos escribís.
—Sí, a esta altura, creo que sí. Escribo con la mirada, con lo que dibujo. Yo me formé con la literatura. Yo puedo decir que soy una dibujante que, a veces, dibujando escribe. Hay escritores que son más dibujantes que otros, que provocan más imágenes. Ahora me invitaron a Comicópolis y estoy muy entusiasmada.
—En tus trabajos, los de antes, los de ahora, siempre aparece la línea.
—En el catálogo de la muestra del Parque España pongo que el dibujo se salió del papel y que entonces empiezo a dibujar en el local, pero que tampoco me alcanzaba, entonces el dibujo se desbordaba y salía al Pasaje Pan y quién sabe si después no tuve la sensación de que podía dibujar una ciudad... pero no, eso es algo muy difícil... El poder que tenemos es el deseo, eso es lo único que me mueve, el deseo para mi es una línea, el propio o el de los otros. A mí me atrapa la gente que tiene deseo por algo y hace. Así termino enganchada en muchas cosas.... la pasión o la desesperación por hacer, eso me resulta supersexy, erótico, eso me conecta al toque.
—¿Rosario tiene que ver con tu dibujo?
—Sí, yo creo que sí, es un pretexto para dibujar, un pretexto para vivir, para sobrevivir, también para conectarte con un público determinado que vos te das cuenta que le gusta o necesita lo que vos proponés. Hace 25 años no había nada de la ciudad, por entonces me parecía muy divertido escribir en español, en castellano, que se entienda. Yo tenia una necesidad de contar mis historias, mis situaciones, nada es demasiado grande, todo es muy pequeño. Y así es el mundo de Tersura, muy chiquito, no es nada, se lleva el mundo por delante y así se lleva por delante un ropero también, es feliz con sus moñitos o carteritas.
—A vos no te da lo mismo que las palabras no estén.
—Para mí la palabra tiene una importancia extrema, vengo de un lugar donde la palabra siempre ha ocupado un lugar muy importante, y me marcó. Mi padre orador, pensador; la literatura. En mi casa había millones de libros, estuvieron y están siempre los libros. Me fascina leer.
—Y a vos te interesa escribir, te gusta.
—Sí, me encanta, nunca entendí a una persona que no necesite de las palabras. No es que necesariamente tiene que haber texto pero tiene que haber un texto.... Yo leo y cada cosa que encuentro la escribo, la guardo, la cuido...
—¿Qué estás leyendo ahora?
—La filosofía del tedio, de Lars Svendensen, y estoy leyendo también un libro de conversaciones con Balthus (pintor), exquisito, y también un libro sobre sirenas, que no es un libro bello en cuanto a lo plástico sino que es la historia de las sirenas o mejor aún qué representan las sirenas en la historia. Estoy fascinada dibujando sirenas y aparte haciendo casi un personaje... Tratando de ver también esto del río, el agua, no sé... quizá me sienta una sirena.