Febrero de 2015 quedará grabado en la historia del tenis femenino argentino. Y no precisamente por un resultado. Argentina no pudo hacer nada frente al poderío estadounidense en la Fed Cup y cayó por 4-1 en la primera serie del año del Grupo Mundial II. Sin embargo, la presencia de las hermanas Serena y Venus Williams integrando el conjunto visitante modificó la tristeza lógica de la derrota. Las diferencias enormes entre jugadoras de uno y otro equipo quedaron plasmadas, pero los enfrentamientos fueron una oportunidad única para Ormaechea, Irigoyen, Podoroska y Búa, miembros del equipo albiceleste que difícilmente puedan encontrarse con las Williams en el circuito WTA. Al menos por ahora, a excepción de Ormaechea. Y entonces esta serie fue una oportunidad de crecer en todo sentido: por la exigencia de estas rivales, por la experiencia que sumaron las chicas, por el aprendizaje y porque los medios dedicaron, por primera vez en mucho tiempo, muchas páginas de los suplementos deportivos y prolongados minutos de televisión a la eliminatoria. Un dato de color: sólo 4 personas pagaron una entrada para ver la serie anterior como local ante Japón, en febrero pasado. Esta vez se agotaron los tickets. Si bien el Pilará Club (Argentina es local en la Fed) es un escenario chico, este fin de semana se vio desbordado por unas 3 mil personas cada día. La presencia de las Williams, especialmente de Serena, Nº 1 del mundo, habló por sí sola y el motor mediático se trasladó a la gente. Volver a ese primer plano y mantener a la Fed entre los torneos de consideración del público será el gran desafío para la Asociación Argentina de Tenis. Claro que si las jugadoras suman a nivel individual el resto del año y eso también se transmite, la cosa será más fácil. Pero este es un buen puntapié para que renazca el tenis femenino, para que se remotive. Las Williams, casi sin querer, hicieron su aporte. Hay que aprovecharlo. Sería triste dormirse en los laureles tras un fin de semana de visita histórica. w