Desconocidos arrojaron granadas en una atestada sala de cine en el noroeste de Pakistán, agresión que dejó 13 muertos y que resalta las dificultades de las negociaciones entre el gobierno y el Talibán.
Desconocidos arrojaron granadas en una atestada sala de cine en el noroeste de Pakistán, agresión que dejó 13 muertos y que resalta las dificultades de las negociaciones entre el gobierno y el Talibán.
Una de las granadas estalló en la puerta principal y otras dos dentro de la sala, mientras unas 100 personas presenciaban la película "Yarana", que significa amistad en lengua pastún, informaron las autoridades. El piso del cine quedó manchado de sangre y algunos de los asientos fueron arrancados de cuajo por la fuerza de la explosión que, además, causó heridas a más de 20 personas.
Nadie se atribuyó inmediatamente el ataque, que ocurrió en Peshawar, una ciudad cercana a zonas convulsionadas en la frontera con Afganistán donde medran el Talibán paquistaní y extremistas islámicos extranjeros vinculados con al-Qaeda. Muchos grupos rebeldes musulmanes creen que el cine es una influencia occidental obscena.
El gerente del cine, Fayaz Jan, dijo no haber recibido amenazas de nadie e instó al gobierno a suministrarle protección.
Un funcionario policial, Kamal Jan, indicó que se lleva a cabo una investigación y que por ahora se ignora el número de atacantes. Otro funcionario, Ijaz Jan, dio la misma cifra de muertos y que también hubo 20 heridos.
El ataque se produjo días después que Pakistán inició un proceso de paz con combatientes del Talibán que luchan en el noroeste, con el objeto de poner fin a la violencia que ha dejado más de 40.000 muertos en años recientes.
El Talibán paquistaní ha centrado su lucha solo contra el gobierno de Pakistán.
El primer ministro paquistaní Nawaz Sharif ha hecho de la negociación con los rebeldes un tema central de su nuevo gobierno elegido en mayo.
Esa política tiene muchos partidarios en Pakistán que están hartos de la sucesión interminable de ataques dinamiteros y tiroteos, y que consideran la situación como una guerra impuesta a Pakistán por la invasión estadounidense de Afganistán, pero otros dicen que los insurgentes ya han roto acuerdos previos.