Quiero un tren que me lleve a casa.
Quiero un tren que me lleve a casa.
Quiero abrir de nuevo la puerta que daba al patio con la parra y el níspero.
Quiero salir de la escuela y parar en el quiosco a comprar masticables.
Quiero caminar bajo los plátanos con una rodaja de pan con manteca en la mano.
Quiero abrir otra vez un libro para mirar las ilustraciones (y leer con el corazón en la boca, temblando por el futuro del héroe).
Quiero jugar otra vez en el jardín y sacar la caja llena hasta el tope de Matchbox.
Quiero encender el televisor y ver Cine de Superacción. Tres seguidas.
Quiero escuchar por primera vez el lado B de Abbey Road y el Álbum Blanco.
Quiero volver a ver tu largo cabello color miel y tu pollera tableada (y escribir de nuevo: “Ausencia./ Y tanto para darte/ en mi mano abierta”).
Pero quiero que esta vez me quieras.
Quiero volver a entrar al Arteón a ver películas prohibidas en versiones cortadas.
Quiero encontrar a los amigos perdidos para tomar ginebra. También a los amigos muertos.
Quiero escuchar al Flaco Spinetta en 1984.
Quiero entrar al Cairo y que me salude Moreyra.
Quiero hablar otra vez de la revolución y hacer el amor sin preservativo.
Quiero caminar de noche silbando un tango.
Quiero darte de nuevo un beso en la plaza Santos Dumont, bajo la luna del invierno.
Quiero un tren que me lleve a casa.
Y que abras la puerta vos, amor mío.