Si se miran bien las historias de las escuelas siempre nos encontraremos con educadoras bien comprometidas, de esas que hacen de los porqué una pregunta que todos los días sacude dormidos escritorios, provocan la ira de los defensores de las "normativas vigentes" y nunca aceptan las bajadas de línea oficiales como verdades absolutas. Pero que, sobre todo, se paran con una rebeldía cargada de oficio (y mucho estudio) para que el derecho a la educación se cumpla. Así de simple y desafiante.
Algo de esto pasa con el origen de la Escuela Especial Nº 2.139 para la integración en el Nivel Secundario —la primera en la provincia—, que el miércoles se inauguró en Rosario. "Para nosotros/as es importante compartir este momento con ustedes ya que la creación de la Escuela N º 2.139 implica un reconocimiento a 16 años de trabajo en pos de la inclusión de jóvenes y adolescentes con discapacidad al nivel secundario", decía la invitación al acto que mandaron desde la institución.
La inauguración de la escuela coincidió con el inicio del ciclo lectivo. Los profesores reconocieron el gesto de que la ministra de Educación de Santa Fe, Claudia Balagué, estuviera presente. Y de alguna manera lo expresó la directora de la Escuela 2.139, Analía Gomítolo, cuando resaltó el decreto de creación que firmaron Balagué y el gobernador Antonio Bonfatti. Es un establecimiento educativo concebido para atender a los adolescentes y jóvenes con discapacidad que están en el secundario llamado común pero necesitan de un apoyo sustancial para poder transitarlo. La nueva escuela especial está pensada entonces para garantizarles igualdad de oportunidades y aprendizajes.
A esta apertura no se llegó sino con "consensos y disensos" de mucho tiempo, como expresó la directora Gomítolo, y que no en pocas ocasiones les valió a quienes lo defendieron la calificación de "trastornadas".
"Cuando lo que caracterizaba a los 90 era la fragmentación social, nosotras nos juntábamos para integrar. Desde ese momento muchos pensaban que éramos unas trastornadas. Era cuando se empezaba a implementar el tercer ciclo de la EGB (8º y 9º años, hoy 1º y 2º del secundario)", recordó Gomítolo en su discurso. Rescató entonces esos encuentros entre las escuelas especiales, comunes, con las secundarias, con profesionales, las instituciones de la sociedad civil y los profesorados para debatir cómo asegurarían la escolaridad.
En esa recapitulación enumeró las distintas escuelas y espacios donde funcionaron como "ocupas" y hospedadas, desde inmuebles alquilados hasta escuelas solidarias que les facilitaron el espacio. También manifestó entre líneas que en todos estos años el debate no era sólo por el espacio físico propio, sino por la defensa del proyecto. Y fue por eso por lo que dieron pelea. La razón se las dio el otorgamiento por parte del Estado provincial de la planta alta del Taller de Educación Manual Pablo Pizzurno (Rubén Darío al 1200). Un espacio bienvenido y, dicho sea de paso, al que seguramente deberán adaptar en su accesibilidad: no hay ascensor para llegar a la planta alta.
La directora festejó por todos los jóvenes que ya han terminado el secundario con el apoyo clave del trabajo que, como podían, venían haciendo. También que sus alumnos "aspiran a más", a seguir un estudio superior. Pidió que los problemas de la educación especial no sean solo un problema de esta modalidad. Y una vez más manifestó que no las enojaban ni molestaban que las hayan mirado como algo "trastornadas" por haber dado lugar a este sueño.
Era curioso encontrarse el miércoles en la inauguración con funcionarias y funcionarios que desde 2007 ocupan un cargo en el Ministerio de Educación (también en la Regional VI ). Sobre todo cuando se sabe que la historia de esta escuela especial no comenzó ese día.
El 6 de diciembre de 2007, la ex ministra de Educación Adriana Cantero (gobierno de Jorge Obeid) firmó la resolución Nº 1.900 para aprobar el proyecto "Experiencia de educación especial para adolescentes y jóvenes de la educación secundaria". Era sobre el trabajo que desde fines de los 90 venían desarrollando estos profesores. La resolución habilitó a que funcionaran como un anexo de la Escuela Especial 2.119 de Villa Gobernador Gálvez, en la sede de Paraguay 626 en Rosario, con sus correspondientes cargos y horas cátedra.
Ya en la primera gestión socialista, el gobernador Hermes Binner y la ministra Elida Rasino firmaron el 15 de abril de 2008 el decreto 1.034 de creación de distintos establecimientos secundarios, entre ellos el Nº 513 que correspondía a esta experiencia. Y aunque en menos de dos años lograron hacer crecer la matricula de 22 a 70 alumnos, esa alegría les duró muy poco. Fiel a su estilo, el 28 de diciembre de 2009 la funcionaria de Binner y actual diputada nacional por el FAP (Rasino) decidió "dar por concluida la experiencia de educación especial para adolescentes y jóvenes en la educación secundaria" (resolución 2.152), olvidándose que un año y medio antes la había convertido en escuela. Y, como también era su costumbre, la noticia se la hizo llegar a la escuela en febrero, unos días antes de que comenzaran las clases.
La decisión no tardó en tomar estado público. Los padres reclamaron ante la Defensoría del Pueblo y hasta los diputados pidieron explicaciones. Lo único que se escuchó argumentar desde el Ministerio fue un desopilante juego de palabras para decir que "la escuela no se cerró, sólo cambió de formato". Una razón que varias funcionarias de entonces (muchas siguen ahora) se turnaban para repetir encantadas. Desde entonces la incertidumbre fue el panorama que encontraron todos los días los que pensaron este proyecto inclusivo.
Para bien de la educación y el respeto a un trabajo más que profesional de estos educadores, esa incertidumbre terminó esta semana con la inauguración de la nueva escuela y las ganas de multiplicar esa idea tan "trastornada de integrar el sistema educativo".