No iremos de la mano por la ciudad una tarde de noviembre, azul, en busca de algún bar secreto.
No te mostraré las flores amarillas de las retamas ni me develarás el misterio de los
jacarandás.
No cocinaremos juntos.
No escucharemos música en el sillón del living mirando por la ventana cómo atardece.
No te entibiaré los pies en las noches frías de agosto ni me darás un beso seco al despertar
(tampoco uno mojado al acostarte).
No armaremos en pareja el arbolito de Navidad ni pensaré nunca en qué regalarte (¿otra vez
perfume?).
No te torturaré con mis quejas sobre el país ni te abrumaré con el triste destino de los
poetas.
No te diré que te amo y vos tampoco a mí (sobre todo esto último).
No te tomaré la mano en el cine.
No te cuidaré cuando estés enferma ni te soportaré en tus días malos.
No subiremos juntos al 145.
No te esperaré jamás, aunque tardes.
No te leeré poesía en voz alta ni te contaré cien veces la misma anécdota gastada.
No te presentaré a mis amigos impresentables, ni vos a tus amigas irresistibles.
No te haré chistes malos en la cena (perdón querida, son culpa del vino).
No te miraré dormida antes de dormirme, en el momento exacto en que cierro el libro.
No sabré ya qué te hace reír, ni qué te hizo llorar.
No admiraré tus pies desnudos cuando salgas de la ducha.
No te subiré el cierre del vestido ni te desabrocharé el corpiño.
No te pediré que laves los platos (lo juro).
No me pondré sentimental cuando repitan por la tele esa película en blanco y negro que te
aburre.
No te contaré nada más de mi infancia, ni vos de la tuya.
No te compraré chocolate sólo para que me des un beso.
No te haré el amor con toda la ternura del mundo, mirándote y mirándote al fondo de los ojos.
No caminaré con vos bajo la lluvia ni olvidaré la fecha de tu cumpleaños (oh escorpiana).
No recorreremos los barrios cuando llegue el otoño, guiados por el brillo de los árboles
mágicos.
No tendremos hijos.
No te escribiré poemas en los bares, frente a una copa (pero sí, esto sí lo haré).
No te descubriré una nueva arruga en la frente cuando los años pasen.
No encontraré tu cepillo de dientes al lado del mío.
Y no nos separaremos, porque jamás nos unimos.