Desde hace 36 años Enrique Serafini enseña en diferentes escuelas técnicas de Rosario. Su experiencia le permite expresar con absoluta seguridad que si se quiere un país industrializado y no dependiente hay que apoyarse en esta formación. Al recordar el Día de la Educación Técnica (se celebró el jueves pasado y recuerda la creación del Consejo Nacional de Educación Técnica 1959), se lamenta de que la opinión de los docentes no haya sido tenida en cuenta en los cambios de planes de estudio que se implementan en la provincia y dice que la pelea que viene es por mantener los talleres que hacen a la identidad de las técnicas.
Serafini dicta clases de electrónica y es maestro de taller en esta especialidad. "Somos pocos los que han estado frente al aula y al taller al mismo tiempo. Yo soy una de esas excepciones", se define quien enseña en la actualidad en las escuelas técnicas Nº 464 (ex 2), Nº 466 (ex 4) y en la secundaria Justo José de Urquiza. También dictó clases en las técnicas Nº 465 (ex 3) y Nº 685.
La sanción de la ley de educación técnico profesional en 2005 revalorizó la modalidad con la que arrasó el neoliberalismo menemista en los 90. Pero el tránsito desde la aprobación de esta normativa —de alcance nacional— a los hechos cotidianos no es sencillo. Un dato que aporta a esta afirmación es el proceso de reforma de los planes de estudio que encararon las provincias para aplicarla. Santa Fe no estuvo ajena a estos cambios, sobre los que los docentes, en más de una oportunidad, han manifestado no haber tenido participación.
Desconocimiento. "Hay mucha gente que desde una oficina pretende hacer el cambio curricular, sin tener en cuenta los pormenores de las escuelas técnicas y lo que pasó. Por ejemplo: ahora los docentes estamos ignorando lo que va a suceder con los cambios en el tercer año que se implementa desde el año que viene", advierte Serafini.
—El Ministerio de Educación provincial aseguró en distintas ocasiones que esta reforma se hizo con la participación de los docentes. ¿No es así?
—En lo particular estoy de acuerdo con una reforma curricular, con la implementación de la ley (de educación técnica), que hay que hacer un cambio, unificar a nivel nacional esta enseñanza para que todos aprendan lo mismo. Pero la verdad es que no se ha contemplado la opinión de los docentes. Esto ha sido consensuado por especialistas que creen conocer a las escuelas técnicas y yo creo que distan bastante de eso. Un ejemplo concreto es lo que me pasa con la materia que dicto (tecnología de la información y la comunicación), que la titularicé el año pasado, pero aparentemente la perderé el año que viene. No conocemos cómo sigue la grilla (que organiza las materias). Y, por otra parte, los profesores piensan que en esto "no hay nada que hacer, que es más de lo mismo, te lo bajan y está todo armado".
—¿Por qué no alcanza a plasmarse esta ley que devolvió los ánimos a tanto daño hecho en los 90?
—Nosotros valoramos esta ley, muchas escuelas se han beneficiado con los proyectos presentados ante el Inet (Instituto Nacional de Educación Técnica), que les ha permitido una actualización de los recursos que tenían. Pero todavía es insuficiente. Además, hay mucha insatisfacción. Los docentes esperábamos poder participar en los cambios curriculares de la provincia. Hay mucha improvisación. Hay que esperar una movilización como la que pasó días atrás en Santa Fe (con tomas de escuelas) para que aprueben las 12 horas de taller semanales.
—¿Esta reforma quita horas a los talleres?
—Nosotros venimos luchando desde la ley federal de educación por recuperar la palabra taller. Hoy se recuperó esa palabra, pero también queremos las 12 horas de taller semanales para los alumnos, y la rotación de estos espacios. Si había una fortaleza que tenía la escuela técnica, que es uno de sus pilares, son los talleres. Es allí donde el alumno logra elevar su autoestima, concreta el saber con el saber hacer, la teoría con la práctica. Por eso son importantes. El alumno va contento al taller y eso hace a la diferencia.
—Un estudiante que participó de las tomas de una de las técnicas de Santa Fe argumentaba la medida en la defensa de la identidad de esta educación. No era consigna, hablaba desde el afecto. ¿Cómo se construye ese amor por las técnicas?
—Durante seis años, el alumno hace un recorrido por la mañana y por la tarde y no le pesa. Asiste al taller con ganas, con gusto, eso a lo largo construye pertenencia. Ese es el secreto. En una técnica se siente más identificado con lo que quiere hacer. Si hoy se ha perdido un poco esa pertenencia es porque estamos aún sufriendo los coletazos de la ley federal. También advierto que cuando se empiecen a jubilar los viejos maestros de taller faltará gente idónea capacitada.
—Hace poco se presentó un plan para contar con más ingenieros en el país. ¿Cómo confluye la educación técnica con esta demanda?
—No hay ingenieros si no hay técnicos. Es verdad que pueden recibirse en otra secundaria y seguir igual ingeniería, pero haber hecho la experiencia previa de los talleres suma. Los técnicos son pequeños artesanos. Hay que pasar por la escuela técnica para darse cuenta de que la habilidad, la destreza manual, hacen la diferencia.
—¿Con qué fortalezas y con qué desafíos se queda de esta enseñanza?
—¿Fortalezas? Que hemos resistido los embates de la ley federal, muchas escuelas logramos mantener y adecuar los talleres cuando se los querían reducir cada vez más. Por eso espero que los que vengan los sigan defendiendo. Y respecto de las debilidades, es que a veces nos hemos quedado a mitad de camino. Hoy parece que estamos peleando por lo mismo que hace 15 años. Hoy necesitamos que la provincia se adecue a esta normativa y haga su propia ley de educación técnica. Vamos dejando un legado, que es defender estas escuelas, porque si queremos un país industrializado y no dependiente, la educación técnica tiene que ser prioritaria.