Soy madre de una nena de 4 años y concurro regularmente a parques de la ciudad con la intensión de utilizar juegos infantiles, areneros y césped, que en apariencia están destinados a tal fin. Este propósito es coartado por la presencia casi permanente de perros, con o sin sus dueños, o de sus deposiciones esparcidas y anónimas. Cantidades increíbles de perros (70, bien contados, en el parque Urquiza un domingo) coinciden en determinados momentos con o sin "irresponsables" a su cargo para competir con los niños que circunstancialmente osen disputar sus dominios. Los hay de todos los tamaños y temperamentos, casi ninguno con bozal y, en esa zona en particular, con una energía acumulada de 23 horas de departamento, que son canalizadas en parte al ser soltados en el césped para que desplieguen a gusto sus "derechos". Lo más patético e irónico es que existen carteles municipales, cómplices e irracionales, que aconsejan: "Levante lo que ensucia su mascota", consejo estúpido que, además de no ser ni medianamente respetado, adolece del más mínimo sentido común. ¿Como levantar una "diarrea" o el pis de los perros, sin considerar que tampoco el "levantar" lo que se pueda garantiza la higiene y seguridad sanitaria del sitio? Y cuidado con hacer alguna observación al respecto, se generan discusiones estériles que complican la permanencia de quien tenga una opinión en contra de la permanencia del "pobre perro". Autoridades competentes, cumplan sus deberes de funcionarios públicos.