En la zona donde vivo existen innumerables parajes, poblados y estancias con un pasado histórico que muchas veces diluye las barreras entre lo verídico y lo legendario. Lugares donde la simbiosis entre leyendas, historias y datos fehacientes se confunden plácidamente para deleite no sólo de los moradores, sino para curiosos visitantes o imprevistos viajeros que inesperadamente transitan estas topografías. Estos sitios permanecen olvidados de la historia y subsisten gracias al empeño de sus vecinos. Clásica paradoja de nuestra argentinidad: muchos de estos lugares poseen una riqueza histórica que se hunde en los auténticos orígenes de nuestra patria y constituyen un palpable lazo de unión entre ese pasado silencioso y la vorágine de nuestro presente.
Mientras escribo estas líneas pienso en un exponente genuino en este sentido: Oratorio Morante, sitio histórico trascendental para nuestro país. Perdido entre maizales y soja, su capilla, su incipiente museo y su legendario cementerio cubren a las pocas casas del lugar con un manto de solemnidad y nostalgia dignas de destacar; una geografía dilatada entre el viento pampeano y las ondulaciones del terreno que nos recuerda etapas fundamentales de nuestro país: la batalla de Pavón, el asesinato de Domingo Cullen y la fugaz estadía de Perón en una de las estancias aledañas. Algunas publicaciones se han hecho eco de este mítico lugar, como por ejemplo el libro de Osvaldo Aguirre “Oratorio Morante” que incita a una visita de manera inevitable.
Por la ruta provincial 90 (conocida como “el Chapuy”) y a unos veintitrés kilómetros al oeste de Villa Constitución viniendo desde el autopista Rosario-Buenos Aires, se extiende a mano izquierda un camino de tierra que llega, luego de recorrer unos once kilómetros, hasta Oratorio Morante.
Visitas escolares o escapadas familiares de fin de semana son la excusa perfecta para viajar a nuestro pasado en pocos kilómetros...