La corporación política argentina nuevamente está en la puerta de otro desastre. El tratamiento del llamado casamiento entre personas de un mismo sexo viene precedido por una avalancha de presiones a través de los medios capitalinos que está siendo, (como es lógico, un negocio), sustentada en la ciudad de Buenos Aires por grupos con dinero, pero la verdad es que poco le importa a estos grupos el pensamiento del resto de país. Esta misma metodología nos ha llevado (y digo nos ha llevado, aunque no tuvimos voz ni voto) a errores como la reforma del sistema electoral, que posibilita, al contar con el voto directo a presidente, a dominar y manejar un país contando con el, permanentemente incrementado, conurbano bonaerense. En la reforma constitucional existe el artículo 40, que menciona la convocatoria o referéndum. ¿Por qué no utilizamos las primarias abiertas y simultáneas, a realizarse el año que viene, para consultar a la mayoría del pueblo si desea o no el casamiento entre personas de un mismo sexo. Como ejemplo para el progresismo, Cuba no lo tiene, y es para muchos de ellos La Meca.