"El rol del educador es descubrir todas aquellas necesidades que manifiestan los niños", dice la pedagoga Florencia Rodríguez, especializada en el método de enseñanza Montessori. Esta modalidad de aprendizaje, que lleva el nombre de su creadora (María Montessori) y que pone énfasis en la actividad dirigida por el niño y la observación del docente, se aplica con éxito durante los primeros seis años de vida. La proyección del método tiene gran relevancia principalmente en Europa; y en Argentina, varios jardines lo han incorporado en sus prácticas.
"Una de las características más relevantes del método Montessori es la independencia y la capacidad de elegir de los niños a la hora de jugar. Esto no significa que los chicos pueden hacer lo que quieran, sino que tengan libertad en sus movimientos bajo límites preestablecidos. Los chicos tienen un «horme», es decir una guía interna que los lleva a descubrir y focalizar ciertas cosas que necesitan del ambiente en un determinado momento de su crecimiento", señala la educadora. Este pensamiento revierte el rol del adulto o educador, quien acompaña el proceso de autoconstrucción del pequeño, de acuerdo con los períodos sensibles de cada niño, según la edad.
Conducta. A diferencia de la concepción tradicional donde la buena conducta de un chico muchas veces depende del tiempo que permanece quieto en su lugar, esta filosofía promueve el aprendizaje a partir de la necesidad de movimiento. "El docente debe estar altamente capacitado para aplicar el método Montessori, y lograr que treinta chicos permanezcan tranquilos en el aula realizando actividades diferentes. Esta situación resulta mucho más sencilla que proponer una tarea común a todos los chicos. La disciplina se logra de forma natural, acompañada por las necesidades internas del niño, que en muchas oportunidades nos dice «ayúdame a que lo haga por mí mismo»", continúa la pedagoga.
Autoestima. Esta independencia que logra el niño facilita su aprendizaje y autoestima, y su vez descubre cuáles son las cosas que les gustan o les cuestan. La docente lo explica así: "Cuando el niño ingresa al jardín, enseguida elige un juego, esto nos indica qué área eligió ese día para trabajar". La currícula propone cinco temas: vida práctica, sensorial, matemática, lengua y estudios culturales (biología, geografía e historia). En un clima que sea agradable y armonioso, sin gritos ni peleas, los niños incorporan materiales didácticos concretos, y comienzan a leer y escribir a temprana edad. También aprenden a sumar, restar y a comprender las fracciones a través de los sentidos. "Realizamos un seguimiento meticuloso del niño, así como no se lo apura tampoco se lo premia ante sus logros, porque enseguida se acostumbra a negociar y deja de hacer las cosas por curiosidad", subraya.
Ante la estimulación que propician los adultos en los niños, surge el interrogante de si resulta necesario que aprendan a leer o a sumar siendo tan pequeños. "En realidad no lo dispone la maestra", responde Rodríguez. "El material didáctico facilita la lectoescritura o las operaciones matemáticas pero es un recurso más dentro de un ambiente rico en oportunidades. El niño aprende a elegir en un proceso constante de autoconocimiento. Entonces, la habilidad del docente consiste en presentarle material afín con su interés y curiosidad, que pueden ser los números y las letras a partir de los cuatro o cinco años, pero también los animales, los medios de transporte y la música".
Responsable. Una de las diferencias más notorias respecto a la enseñanza impartida en una escuela tradicional es la función que ocupa el docente, quien concentra su atención en el niño, es el responsable dentro del aula. "Lo importante es saber aplicar los conceptos con responsabilidad, con el objetivo de acompañar al niño en el desarrollo de su personalidad y sus potencialidades, valiéndose del ambiente y los materiales disponibles", dice Natalia Manuale, una de las maestras a cargo de un aula Montessori. La tarea del guía o docente consiste en ofrecerle al chico las herramientas necesarias para que pueda lograr primero las cosas más sencillas como el uso de una cuchara, preparar la mesa y vestirse. "Estas son las primeras actividades de la vida cotidiana que lo preparan para la independencia. El niño logra seguridad y confianza en sí mismo para desenvolverse en el mundo, convertirse en un adulto feliz, responsable y creativo", continúa y agrega que este método también fue diseñado hasta el nivel secundario.
Desafío. Los seguidores de Montessori proponen incorporar la enseñanza también en la escuela tradicional, con el objetivo de que docentes del ámbito privado y público puedan adaptarlo en sus aulas. "A veces resulta más complejo la implementación de la metodología por su capacitación y materiales requeridos que por la incorporación de su filosofía. Lo importante sería que cada jardín pueda hacer las modificaciones de a poco, dentro de sus posibilidades físicas y económicas. El material didáctico, por ejemplo, está compuesto por 500 piezas, pero los docentes pueden fabricar muchos de estos elementos", continúa Rodríguez.
La pedagoga y además profesora de inglés, comenzó a estudiar e investigar sobre el tema en Irlanda. Especializada en un método con pocos capacitadores, se estableció en la ciudad de Sarajevo, Bosnia, a los fines de formar a un grupo de docentes y fundar la primera escuela Montessori de ese país. "Me fui por tres meses y me quedé dos años a cargo de la institución", dice. De regreso en Rosario, todavía encuentra una ciudad que poco conoce acerca de esta metodología. "Como mamá de una niña de un año y medio, me planteo cuál será la propuesta que tendré para ofrecerle", dice, con el propósito de extender la capacitación.
Compromiso. Esta propuesta de educación alternativa a veces genera dudas y cuestionamientos por parte de padres y docentes que conocen poco sobre sus beneficios y alcances fuera del aula. Muna, mamá de dos niñas, de 3 y 5 años, reflexiona acerca de su experiencia con respecto a la formación que reciben sus hijas en el Jardín Olivos Montessori. "Con mi marido siempre estuvimos de acuerdo en educar a nuestras hijas bajo los conceptos de independencia y autonomía, aún siendo tan pequeñas. Que fueran independientes para nosotros implicaba que ellas desarrollaran desde temprano su personalidad, sus gustos y decisiones, y que hicieran sus propias elecciones con responsabilidad. Así nos dimos cuenta de que esa espontaneidad que a nosotros nos salía desde adentro, tenía su fundamento en el método Montessori".