"Hasta los mismos profesores del terciario me preguntaban si estaba seguro con el estudio que había elegido, si sabía que era un trabajo mal pago y si tenía conciencia del desgaste que implicaba", confiesa Hernán Tarallo, maestro de la Escuela Nº 1380 Roberto Fontanarrosa, de Rosario. Para Hernán la decisión de ejercer el oficio de educar era más fuerte, de tal convicción que sólo escuchó lo que les dictaban su conciencia y vocación. Y hoy asegura que está más que feliz con la profesión elegida. Hernán es uno de los docentes varones que representa al 13 por ciento total del magisterio santafesino, también ejercido mayormente por las mujeres (según datos de Amsafé provincial).
"Elegí la docencia como un compromiso social, porque sé que la mayoría de las transformaciones sociales vienen por la educación. De otra forma, no me iba a sentir útil", repasa entre las razones que lo inclinó a recibirse de educador hace 12 años.
Quizás por ese mismo sentido de pertenencia con los sectores más necesitados siempre eligió trabajar en contextos de la periferia o con mayores necesidades. Ejerció un tiempo en escuelas rurales del Valle de Río Negro, y desde hace un buen tiempo en esta escuelita de la zona sudoeste de Rosario (ubicada a pocos metros de la Circunvalación, en Pasaje 1816 y Aborígenes Argentinos).
Proyectos.Hernán tiene 36 años, es soltero, pero está en su meta desarrollar un proyecto familiar. Por eso tiene en claro que cuando eso ocurra deberá trabaja doble turno. "Ahora y mientras pueda trabajo en un solo turno, lo hago por el desgaste que implica el doble turno y la conciencia de no quitarle el lugar a alguien que lo necesita".
Este dato socioeconómico uno de los que más pesa _según el informe_ para que muchos varones no sientan atraídos por el magisterio, en especial para ejercerlo en la escuela primaria. El porcentaje es mayor en el secundario.
El maestro es pausado para conversar, busca las palabras justas y cuando más se entusiasma es al momento de hablar de sus alumnos, de su escuela y trabajo cotidiano. "No tengo preferencias con los grados, aunque siempre enseñé a los de segundo y tercer ciclo (de cuarto grado en adelante), y no tuve problemas. Este año tengo un multigrado conformado con chicos con diferentes dificultades. Es una realidad difícil, por eso ponemos lo mejor", expresa.
Formación.Tal como indica el informe del Siteal, el maestro Hernán coincide en que es necesario formarse para trabajar en realidades donde abundan las dificultades sociales y pedagógicas. "Los docentes que trabajamos en este contexto sabemos que se trata de un realidad muy dura, es la que vive el nene en lo económico, en lo familiar y afectivo. Y para eso no alcanza con la capacitación que tenemos en el profesorado, es un continuo leer y búsqueda para capacitarnos y dar respuestas a estas necesidades de los chicos", explica.
Satisfacción.La escuela de Hernán está ubicada en una zona humilde la ciudad, donde asegura los docentes no terminan de darse cuenta el desgaste psicológico y emocional del día a día, y en lo cual influyen mucho las condiciones de trabajo. "Esta escuela (por la 1380) fue creada en tiempos de Menem, es decir es de condiciones edilicias muy precarias, al igual que el espacio físico que dispone, porque fueron pensadas más como contenedores sociales que como ámbitos de aprendizajes. Para que sea distinta le hemos puesto el hombro con compañeros, padres y chicos".
No es extraño que luego de este relato, el maestro rosarino confiese que la mayor satisfacción de su profesión la encuentra cuando se da cuenta que es parte de la vida de esos niños y de sus familias: "Con el paso del tiempo vienen, te saludan, te recuerdan anécdotas, te cuentan cómo han avanzado en sus familias y ahí te das cuenta que sos parte de sus vidas".