"Confieso que mi aplicación (al estudio) no la contraje tanto a la carrera que había ido a emprender, como al estudio de los idiomas vivos, de la economía política y al derecho público, y que en los primeros momentos en que tuve la suerte de encontrar hombres amantes al bien público que me manifestaron sus útiles ideas se apoderó de mí el deseo de propender cuanto pudiese al provecho general", escribió Manuel Belgrano, en los párrafos iniciales de su autobiografía.
Seguidamente relata que se "apoderaron" de él, durante su estadía universitaria en Europa y como consecuencia de "la variación" que la Revolución Francesa produjo en el pensamiento de los hombres que frecuentaba, las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y que "sólo veía tiranos" en los que se oponían "a que el hombre disfrutara de los derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido".
Esta afirmación tan elocuente del creador de la bandera argentina acerca de su preferencia por formarse en la práctica del compromiso social y político, no fue en desmedro del reconocimiento del empeño de sus padres por proporcionarle la mejor educación de su época, a través de la enseñanza de las primeras letras, la gramática latina, la filosofía y algo de teología en la ciudad de Buenos Aires; y las carreras de las leyes en España.
De regreso al Río de la Plata escribió artículos periodísticos destacando la misión educativa de los padres y los maestros quienes debían aplicar "todo su cuidado y atención a inspirarle aquellos nobles e interesantes sentimientos que habrían de decidir algún día sobre su suerte y su carácter". Escribía Belgrano en el "Seminario de Agricultura, Industria y Comercio": "El amor a nuestros semejantes es obra de la naturaleza; pero el dirigirlos hacia los deberes de verdaderos ciudadanos es una sagrada obligación que nos impone la sociedad".
Discurso. En marzo de 1802, cuando contaba con 32 años de edad, pronunció un discurso en la Academia de Náutica, ante una concurrencia entre la que se destacaba el propio Virrey del Río de la Plata, Joaquín del Pino. Allí sostuvo que la ciencia náutica ponía en comunicación al globo, y por lo pronto contribuiría a la prosperidad del hombre, quien en esta vida "debía adquirir medios para vivir con comodidad y honor en provecho de la sociedad". Por eso, a través de la secretaría del Consulado, se convirtió en adalid de aquellas tecnologías que en las últimas décadas del siglo XVIII, tuvieron un efecto similar al de Internet en nuestro tiempo. Nacido en 1770, Belgrano fue de alguna manera consecuencia de ese proceso. La expansión de las comunicaciones navales y con ellas el conocimiento, coadyuvaron en su aspecto positivo a la emancipación de las colonias americanas y en lo económico la explotación económica y la esclavitud.
En su propio diario, "El Correo de Comercio", en marzo de 1810, Belgrano decía que vivir sin escuelas era como vivir sin ley. La enseñanza, según Belgrano debía ser entonces una de las primeras obligaciones del Estado como medio de prevenir la miseria y por eso aquellos funcionarios que no actuaran según esta obligación, "faltaban a todos los derechos y se hacían reos ante Dios y ante la sociedad".
Afirmaciones muy peligrosas en aquel entonces...las de observar las falencias del sistema educativo cuando la palabra del Virrey era todopoderosa. Las escuelas, según Belgrano, debían ser costeadas por los municipios o villas, y de carácter obligatorio.
También instó a los padres a educar asumiéndose como "padres de la patria".
En su pensamiento y obra la educación es compromiso cívico. El silencio y la indiferencia ante los dramas de la patria era la muerte. En tanto que la bandera celeste y Blanca que él creó fue en 1812 una invitación al protagonismo y a la acción sin dilaciones. En ese emblema está condensada su vida y su forma de entender la educación, como camino de superación humana, individual y colectiva.
Durante mucho tiempo se ha sostenido que "Belgrano educador" no alcanzó "el brillo de Sarmiento", como "padre del aula", pero esto fue obra de una construcción historiográfica posterior en la que el propio Domingo Faustino Sarmiento se situó como protagonista, historiado y profeta.
Precursor. Belgrano fue un auténtico precursor en la manera de concebir la educación al partir de las necesidades concretas de las distintas regiones de las Provincias Unidas del Río de la Plata, preocupándose por encontrarle soluciones prácticas y realizables desde los puestos en los que le tocó actuar.
Al respecto escribió: "La ignorancia es fuente de miseria y degradación. Sumida en ella, el hombre no tiene la noción de su propio valor ni es capaz de rebelarse contra sus tiranos. Para alcanzar algún día la libertad con la que yo soñaba, era preciso que el pueblo se educara". El propuso desde el Consulado la apertura de las escuelas de agricultura "para que la tierra no fuera sinónimo de privilegios", de comercio, de Náutica, de enseñanza a la mujer, de dibujo, y de matemáticas. Después de la Revolución de Mayo, insistió ante los distintos gobiernos de responsabilizar a los padres por la inasistencia de los hijos; destinó su premio por la Batalla de Salta para la construcción de cuatro escuelas, redactando además el reglamento que debía regir para las mismas, jerarquizando el sueldo del maestro, señalándole un lugar de honor en los actos públicos y reputándosele como Padre de la Patria.