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sí como el hit del verano, pero mucho menos festejado, se difundió ruidosamente un "alerta rojo" para una maleza de verano, que afecta a los cultivos de soja y maíz, principalmente. Su nombre científico es Amaranthus quitensis y el vulgar, "yuyo colorado" o "ataco".
Es de la familia botánica de las amarantáceas. Su zona de difusión alcanza el sur de Córdoba (La Carlota, Canals) y sur de Santa Fe (Aldao). Un dato que complica más el panorama es que, en sus antecedentes, en Argentina ya presentaba resistencia a inhibidores de ALS (sulfunilureas, imidazolinonas, triazolopyrimidinas) y en Bolivia, además de esta última, resistencia a inhibidores de PPO (fomesafen, lactofen y sulfentrazone). El género amaranthus es el más difundido en Estados Unidos.
Sus denunciantes fueron Daniel Tuesca y Nicolás Montero Bulacio, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario (UNR); Juan Carlos Papa, de Inta Oliveros, y Sergio Morichetti, miembro de Aceitera General Deheza (AGD).
El anuncio se hizo a través de la Red de Malezas Resistentes (REM) que coordina Aapresid.
Martín Marzetti, gerente de ese programa, brindó algunas pautas para entender el comportamiento de esta maleza que preocupa y ocupa a los productores locales.
—¿Cómo se detectó esta resistencia?
—Esta maleza estaba en "alerta amarilla" hace como dos años porque había varias sospechas. De hecho, hay otras zonas como Santiago del Estero y Tucumán que siguen teniendo problema y siguen ese estado pero ya están casi confirmando su resistencia. Estas fueron poblaciones que estudiaron desde la UNR y el Inta. En experimentos en condiciones controladas se registraron sobrevivencias a tratamientos con 32 litros/ha de una formulación premium, a una concentración de 540 g.e.a./litro.
—¿Cómo se propaga?
—Amaranthus quitensis tiene una característica fatal y es que produce muchas semillas por planta. Principalmente se propaga a través de la cosechadora. La semilla de esta especie es muy pequeña y puede quedar atrapada en cualquier hueco. Sabemos que en el país es muy común la figura del contratista rural, su cosechadora recorre muchos lugares y así se transporta.
—¿Hasta dónde puede llegar?
—Hasta donde te lo imagines. El amaranthus quitensis es una especie que está difundida en toda el área agrícola argentina. Es una especie susceptible, se puede adaptar a cualquier ambiente. Podría estar desde Bahía Blanca hasta Salta. Por ahora, se confirmó su resistencia para el sur de Córdoba y de Santa Fe. Desde REM estamos terminando el mapa de malezas resistentes para la Argentina, allí se podrá ver más claramente cuáles son las zonas afectadas.
—¿Cuál puede ser su impacto a nivel económico/ productivo?
—No puedo darte un número exacto, pero sí decirte que es una planta de gran tamaño, que compite mucho con el cultivo y que genera, por tanto, pérdidas importantes. En Córdoba, donde ya hay problemas con el «palmeri», que en definitiva es casi lo mismo, son muchos dólares por hectárea. Hablamos de, al menos, 50 dólares por hectárea, dependiendo de la zona y la gravedad.
—¿Cómo se previene?
—Donde ya está instalada, no queda más que convivir con ella. Erradicarla es casi imposible porque generalmente se la descubre avanzada. Donde todavía no está, tratar de no usar maquinaria que provenga de zonas contaminadas. Y de ser así, hacer una limpieza exhaustiva antes de entrar al lote, práctica poco utilizada vale decir. Además, es clave el monitoreo exhaustivo de los lotes, para detectarla en focos iniciales y no cuando ya sea demasiado tarde. El uso de herbicidas preemergentes disminuye mucho el banco de semillas: esa sería una práctica de control y prevención fundamental. Pero hay una consideración importante por hacer: esta maleza ya era resistente a ALS, un grupo de herbicidas muy utilizado. De hecho fue la primera maleza detectada como resistente a ALS, en Argentina, en los 90. Hasta ahora, los investigadores no comprobaron que lo sea, pero es muy probable que estemos frente a una resistencia múltiple (al glifosato y ALS). Entonces, a la hora de elegir el preemergente, hay que procurar que no pertenezca a estos grupos. Se pueden utilizar cloroacetamidas, triazinas, o PPO.
—En caso de sospecha, ¿qué se recomienda hacer?
—Si después de una aplicación quedaron plantas vivas y son pocas, lo que habría que hacer es arrancarlas a mano, con la azada, lo que sea, eliminarlas para que no desperdiguen la semilla, para que no se difunda. Es un trabajo de horticultura, de quinta. Y a nivel extensivo eso es más complicado. Pero para los que hacen las cosas bien, si hay diez o cincuenta plantas de "yuyo colorado", poniéndole ganas, no queda otra que sacarlas. Y el próximo año, pensar en una estrategia preventiva con herbicidas.
—La labranza, ¿es una alternativa en este caso?
—Más bien, todo lo contrario. Si bien desde Aapresid nunca alentamos esta práctica, para esta maleza subrayamos que la labranza no es una práctica recomendada. Sabemos que con "Rama negra" es una alternativa utilizada por los productores. Pero en Amaranthus quitensis no aporta absolutamente nada porque es una maleza adaptada a este sistema de producción. De hecho, era una de las malezas principales cuando se movía el suelo. Con la siembra directa habíamos disminuido su frecuencia dentro de los lotes, hasta hoy. Además del manejo preventivo, es fundamental el manejo cultural. Darle las máximas posibilidades al cultivo y las mínimas a la maleza: disminuir la distancia entre surcos, para sombrear y evitar que sigan naciendo malezas; mantener una buena fertilidad y una buena cobertura, para conservar mejor el agua. Lograr que el cultivo esté cómodo y las malezas, no.
—¿Alguna otra advertencia?
—Decir que en una zona de Córdoba tienen «amaranthus palmeri», otra especie de la misma familia, y ahora aparece quitensis. Es decir, hay una zona donde está todo y muchas veces no se sabe bien qué es qué. Los botánicos se van a encargar de clasificarlas pero, a los términos prácticos, recomendamos a los productores que no pierdan tiempo en identificarla, y busquen controlar y prevenir.